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Contra la Privacidad

Contra la Cultura (XIV)

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Lo privado es lo que somos. Lo privado no es lo familiar ni lo hogareño ni lo que hago fuera de mi trabajo. Lo privado es lo que no quiero que los demás vean, y eso no está sólo en los penetrales de mi casa; somos eso, lo privado, y la idea de proteger la privacidad es la base del control de nuestra conducta porque nos empuja a no ser sino a aparentar lo que otros quieren que parezcamos (verbo copulativo como “ser”); vivimos de cara a los demás una verdad mentirosa, ocultamos con lo privado una mentira que es la verdad de lo que somos. Esta imposibilidad lógica destroza nuestra personalidad, vivimos escondidos permanentemente, “larvatus prodeo” decia el cartesiano… hasta morir, sin haber sido lo que somos.

Galimatías… ineludible. El invento de una privacidad prestablecida ha construido una falsa idea de lo humano que ha acabado con nuestra naturaleza animal en favor de la social, ¡cómo si pudieran distinguirse! Somos nuestro sistema límbico, supervivencia explicitada en comida y sexo, y sin la primera el segundo no suele ocurrir, porque te has muerto, ésa es la prioridad: pero ¡una vez que has comido!…

Todo lo que vemos en espectáculos o repetimos en rituales es lo que nuestro cuerpo busca pero no puede permitirse explícitamente; lamer y saborear órganos sexuales, a veces con olor (y ahí la gradación de suciedad puede ir de un leve trasudor a cosas que no hace falta describir), penetrar o ser penetrados sin vínculos familiares (que lo impidan o que lo autoricen), devorar al contrario para apropiarnos de sus características (el canibalismo, que está presente en las expresiones amorosas o en la comunión cristiana incluyendo el vampirismo), el deseo morboso (erotismo, la curiosidad por la insinuación…), la debilidad emocional (que se disfraza de solemnidad, de institucionalidad o protocolo o de uniforme, todo para velar la fragilidad ante los sentimientos), la necesidad de afecto (expresada en la aprobación como motor del éxito, de integración en el grupo…), todo ello constituye la coraza con la que expresamos el personaje que la sociedad nos permite ser.

Las drogas (no olviden ese delator social que es el alcohol) o el poder (el dinero) y su inmoralidad impuesta por la fuerza nos permiten la liberación: la prostitución, el lujo, la exteriorización de la Belleza pretendida y por siempre joven, la ostentación, la clase, el protocolo, la riqueza… en el fondo el snobismo más ramplón para ser lo que somos en la realidad: un pedazo de ácido desoxirribonucleico replicándose con la misma simplicidad que el óxido que asoma sobre el hierro en la intemperie.

Esta privacidad debe ser superada; es la cárcel en la que yacemos aherrojados, y no propongo que caguemos en mitad de la calle mas no negar lo que somos y sentimos sería un buen comienzo, que afrontemos nuestra irracionalidad y eduquemos a la chiquillería para vivirla y explotarla. La represión no da buen resultado, observemos a nuestro alrededor, que les pregunten a los conviven con menores en realidades alternativas a lo cotidiano… Decía Aristóteles que no somos virtuosos ni viciosos por nuestros deseos, sino por cómo actuamos respecto de ellos. Eso es Ética, lo otro: moral (también conocida como religión).

Poseer, devorar, lamer, oler… no es vergonzante; la impostura, ocultar eso y después faltar a una persona, abusar de ella o pagar por expresar lo que somos sí lo es (por eso la protitución es una forma de esclavitud y no la expresión de voluntades libres). Nuestros cuerpos huelen, la eyaculación mancha y una o uno es libre de excitarse resfregándosela calentita por el boquete que más coraje le dé. ¿No nos gusta la violencia sexual? Pues depende de cómo… Es curioso que la sociedad está construyendo una nueva moral por el lado contrario pero para llegar a la misma prisión: lo privado otra vez, hemos ampliado el número celdas y confundimos la libertad con tener múltiples calabozos en los que entrar y encerrar nuestro yo, pero dentro de cada uno tenemos la misma basura moral… no hay opción para la verdadera privacidad que es ser lo que queremos ser sin avergonzarnos ni ocultarnos y vivir como nos guste, la individualidad.

Hemos pasado, en alas de modernidad, de la moral monoteísta a la moral laica en la que la animalidad se oculta con falsa filantropía: en vez de usar en beneficio de todos la energía de la virulencia animal con un principio simple: no dañar al otro, a la otra. Asumir nuestra brutalidad y disfrutar de ella, sin pecado, sin miedos, piel con piel… la lubricidad, el deseo, el placer, una vida enfrentada a la muerte de forma no traumática, un hedonismo calculado que permita una existencia moderada lejos de las frustraciones… no, pierde lo humano y gana la imagen, vence el disfraz y el ornamento y el cuerpo camuflándose en la salud (excluyendo a la deforme, a la glotona, al “feo”) y esta humanidad se vacía por los sumideros de la tecnología y las grandes urbes con unas vidas cada vez más alejadas de la naturaleza… Si niegas lo que eres, llegarás a contradicciones, decía Epicuro, y deberíamos aprender.

 

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