El nuevo marco laboral pactado entre empresarios, sindicatos y Gobierno es la mejor versión del consenso que se puede alcanzar entre posiciones, en principio divergentes, si existe la voluntad de mejorar y acabar con un sistema que lleva décadas sin conseguir poner coto al paro estructural, a los contratos basura y a la pérdida de derechos laborales; fruto del batiburrillo de modelos de contratación implantados en los sucesivos parches legales impuestos– sin ningún diálogo – por los gobiernos de la derecha, a la que pactar y dialogar le produce alergia cuando tienen la mayoría. En otros términos, que han venido optando por privilegiar un marco laboral que busca acercarse al modelo estadounidense, en el que los trabajadores carecen de todo tipo de derechos en cuanto a indemnizaciones por despido, y que concede a los empresarios la libertad para ampliar horarios, fijar salarios o despedir sin justificación alguna. Objetivos que se ocultan bajo esa palabra mágica – y perversa – de la flexibilidad laboral que arteramente, asocian a un concepto de libertad interesado y oprobioso que favorece el estancamiento del desequilibrio social.
Sin embargo, el pacto alcanzado demuestra que los empresarios agrupados en la CEOE y CEPYME, prefieren un mercado laboral estable y regulado sabedores de que esa es la garantía de la paz social que favorece el desarrollo de la economía y, por ende, de los negocios; sin temor a distanciarse de una derecha ultramontana instalada en el no a todo que no quiere ni conoce que es eso del pacto: del consenso. Actitud que ha sido puesta en la picota por los propios empresarios, como otra señal que abunda en la progresiva soledad que día a día aísla más a su autor intelectual (Aznar), y a su ejecutor (Casado), que sigue sin percibir lo cerca que se encuentra del abismo.
Imponer el criterio propio porque sí, porque tengo la capacidad para hacerlo, es el mejor indicativo de la cortedad de miras de quién así actúa, que no ve que es el consenso y el pacto el que refuerza la autoridad política y moral de quienes pactan; mientras que quienes huyen y rechazan los acuerdos pierden el poco crédito político que tienen al marginarse del consenso que hace avanzar al conjunto de la sociedad. Esta idea de que están en posesión de la verdad es el mayor error que se puede cometer para alejarse, cada vez más, del poder que tanto anhelan: llegar a la Moncloa, para volver a hacer de su capa un sayo; en el desconocimiento profundo de que rectificar es de sabios. ¡Yo en el error, pero firme!
España en tema de despidos es la antítesis laboral de lo que ocurre en EEUU donde se puede despedir en una hora, sin indemnización alguna en la mayorías de los casos, o de Dinamarca, Austria o Finlandia que tienen los coste por despido mas reducidos de la UE.
El 80% de los puestos de trabajo en España son creados por autónomos y microempresas. Si a estos pequeños empresarios les resulta más difícil y caro, romper su relación laboral con un trabajador que divorciarse de su consorte, el resultado será que no contratarán a nadie que no les sea imprescindible. O que muchos autónomos opten, como está haciendo, por trabajar solos para evitar los costosos divorcios.