viernes, 26abril, 2024
11.3 C
Seville

Complementos Indirectos

Jesús Ausín
Jesús Ausín
Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

Majestad, eso no está bien. Debe guardar la compostura. Comienza a ser usted la comidilla de la corte. Una cosa es que se cuele a escondidas en la alcoba de María Eugenia aprovechando que ha mandado a su marido, el Capitán Verpardieu, a reprimir a los corsos y otra muy distinta que se paseen en público por palacio haciéndose arrumacos con sus manos, majestad, entre las enaguas de la mujer del capitán.

¿Y a quién tengo yo que dar explicaciones? Yo soy el rey. Elegido por dios. Ningún plebeyo de mi corte se atreverá a insinuar nada. Decidme vos quién ha osado hablar a mis espaldas y mandaré que le corten la cabeza.

Majestad, no es una persona, ni dos. Los nobles son lo de menos. Todos tienen también sus amantes. Pero los criados, los cocheros, los mozos de cuadra, los sirvientes les ven constantemente en situaciones comprometidas y cuando van a sus casas, se lo cuentan a sus vecinos. La coyuntura empieza a ser peligrosa porque su noble tarea de reinar comienza a tener muchos enemigos. El descontento de la plebe va en aumento y, de seguir así, pueden producirse altercados. Su corona podría estar en peligro. Y más desde el bochornoso suceso acaecido hace dos semanas, cuando les pillaron a usted y a su querida desnudos tras sufrir el percance en el que la rueda de la carroza se partió en dos. Medio Paris les vio salir despedidos de la carroza desnudos.

Está bien, está bien, cardenal. ¿Y qué sugiere que puedo hacer?

Deje vuestra merced de frecuentar a esa señora que se comporta como una meretriz. Traiga de vuelta a su marido a la corte. Y que sus escarceos amorosos sigan siendo un secreto. Como hace cuando se mete en la cama de las niñeras. Si tiene usted debilidad por alguna otra mujer que no sea la reina, sea prudente. Que su marido no sepa lo que hay entre ustedes. O mejor, que lo sepa y consienta. Dele usted un cargo honorífico. Nómbrele usted caballero. Dele un condado, un marquesado o un señorío. Lo que sea con tal de que esté contento y obligue a su mujer a callar y a estar dispuesta a sus deseos.

El rey caminaba pensativo dentro de la gran sala de los espejos. Estaba rumiando algo. La idea del cardenal no sólo era brillante, sino que pensaba que podía ir un poco más allá. No estaba dispuesto a renunciar a María Eugenia. Al menos no definitivamente. Lo que le daba en la cama ella, no lo había visto nunca antes y eso que sus amantes se enumeraban por cientos.

Ya sé lo que vamos a hacer eminencia. Voy a nombrar a María Eugenia concubina real. Le asignaré un palacio, sirvientes, y una dotación económica para el mantenimiento del cargo. Su marido volverá a la corte con el cargo de Capitán de la Guardia Real. Además, le asignaré el ala izquierda del Palacio Real para que traiga a sus amantes. Una vez que exista el cargo de concubina, no tendrán que vernos juntos por los pasillos de esta casa. Podremos hacer lo que queramos en la de ella.

Y así fue como los Borbones legalizaron en Francia a las amantes del rey. Así fue como los parisinos comenzaron a ver que tener amantes y que fueran mantenidas por el pueblo, era algo que entraba dentro de la normalidad monárquica.

*****

Complementos Indirectos

Leo un titular en Twitter de ese periódico que, como Lo País en los 80, es referente de ese sector de la sociedad española que se dice de izquierdas pero que considera la socialdemocracia light como comunismo peligroso y que abogan por seguir adelante con un régimen que envía armas a un gobierno nazi en una guerra que no es nuestra,  que espía y encarcela y cuya corrupción se huele desde la cara oculta de la luna, que cree que ser socialista es llevar a sus hijos a un colegio religioso concertado, que la sanidad pública es tener un seguro privado adicional para evitar los largos plazos de los especialistas y que la monarquía es mejor que la república porque para eso trajo la democracia, que decía Las eléctricas se rebelan contra los caudales obligatorios de los ríos y avisan de que pedirán indemnizaciones.

A partir del titular, la mayoría de los comentarios iban en contra de las eléctricas y su cero empatía con los ciudadanos a los que sube el precio de la electricidad por encima de las posibilidades económicas de la mayoría y hacen negocio a base de producir electricidad barata dejando sin agua para el consumo humano y agrícola a millones de personas para venderla cara por el ya tan conocido timo de facturar toda la que se consume al precio de la más cara (como ir a la pescadería en Navidad, comprar 1 kg de perca, ½ de salmonetes, ¼ de boquerones y 1 sólo ejemplar de percebes y que te cobraran el kilo setecientos cincuenta gramos a los 250 euros que vale el kilo del único percebe que te llevas).

Es evidente que las eléctricas, si acaban llevando a juicio al estado y pidiendo indemnizaciones, deberían tener una carga de culpabilidad importante. Pero en este país, estamos acostumbrados a mirar el dedo que impide ver la luna y no al dueño del dedo que nos impide, adrede, contemplar la majestuosidad del satélite terrestre. ¿No será más responsable quién ha hecho que sea posible, a través de la legislación y por tanto de la legalidad vigente, que las eléctricas puedan acudir a los tribunales a que les indemnicen? ¿No deberíamos cargar contra quienes, en uso del poder que se supone que les damos nosotros a través de las urnas, para que nos representen y velen por nuestros intereses, se pasan al enemigo y acaban haciéndonos la cama y favoreciendo a los oligopolios? ¿Quién es más responsable de que se haya tenido que indemnizar por el Castor? ¿El constructor, los tribunales o aquellos que firmaron un acuerdo en nombre de todos los españoles que establecía que en caso de fiasco deberían indemnizar millonariamente a la constructora? ¿Quién es más responsable de que hayamos tenido que hacernos cargo del ruinoso negocio de las autopistas de peaje madrileñas que además de pagar su construcción, nos costaron indemnizaciones millonarias? ¿Los tribunales? ¿La misma constructora que la del Castor? ¿No deberíamos pedir cuentas y que pagaran aquellos políticos que firmaron tan tremendo fiasco? ¿Quiénes son responsables del rescate multimillonario de los bancos? ¿Los que arruinaron las entidades? ¿No deberíamos juzgar y encarcelar a quiénes primero consintieron por falta de control o lo que es peor por connivencia (si la hubo) que esos bancos hicieran un uso fraudulento del negocio y a quiénes después se hicieron cargo, de nuevo en nombre de todos los españoles, de la deuda a cambio de nada?

¿Quién es el responsable de que estemos a punto de ser arrasados nuclearmente, de que se cercenen los servicios públicos, de que se desmantele la sanidad pública, de que los colegios que se construyen en suelo público sean privados concertados, de que nunca haya presupuesto para sanidad, educación, ayudas sociales o pensiones pero siempre hay remanente para regalar armas al régimen ucronazi? ¿Putin? ¿No serán más bien los señores del gobierno más progresista de la historia mundial, la oposición condenada reiterativamente por corrupción o los fantasmas del moco verde y sus adláteres anaranjados que con sus gobiernos y apoyos consienten este tipo de desmanes? ¿Y nosotros? Nosotros que permitimos impasibles todo esto, ¿no somos también culpables?

En la terraza del bar ocupando la acera tomando el sol, en el salón de casa viendo la tele, en el asiento del Bernabéu o en el sofá de casa viendo al Madrid, en Twitter opinando sobre lo malas que son las mujeres que se van a ir todas a casa cuando tengan la regla porque es lo que hace la gente cuando coge un catarro (es ironía, claro) seguramente somos más felices y nos desahogamos mejor. Pero con ello, estamos poniendo un muro de acero y hormigón al futuro.

Salud, feminismo, ecología, república y más escuelas públicas y laicas.

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

3 COMENTARIOS

  1. Mientras el ejército, la policía, los jueces, el clero sean muy mayoritariamente de derechas (PxxE, P$%P, VxxoH, etc., etc.), vamos, que mientras los soldados unidos no tapen las bocachas de sus fusiles con claveles y mientras los indras vasculen, si «es preciso», el recuento de nuestros votos, poco podemos hacer.
    Los verdaderos culpables de las guerras no son los que las hacen sino quienes las provocan, estos nunca padecen muertos de su ralea.

    • Qué desperdicio que tu voz y tu pluma solo tenga recorrido en Twitter. Siempre he dicho que hay más periodismo las redes que en la profesión.
      Abrazos, compañetp!

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído