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Caza de brujas contra el escritor Alejandro M. Gallo por su última novela crítica con el sindicalismo aburguesado de hoy

La obra 'Matanza de Atocha, 1977: caso abierto', escrita por el comisario de la Policía Local de Gijón con una corrosiva carga satírica, es llevada a la Junta de Personal

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análisis

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El escritor y comisario de la Policía Local de Gijón, Alejandro M. Gallo, acaba de publicar su última novela negra, Matanza de Atocha, 1977: caso abierto, un acercamiento a aquel macabro suceso que marcó definitivamente la Transición española. La obra indaga en los aspectos más turbios o poco conocidos del tiroteo perpetrado por ultraderechistas del Sindicato Vertical franquista que acabó con la vida de cinco abogados laboralistas. Gallo pone en juego a su personaje más arquetípico, el comisario Gorgonio, que participó en la investigación y que en la actualidad viaja a Asturias para resolver el asesinato de un sindicalista liberado de nombre Baby Polla. La novela no solo le sirve al escritor para desentrañar aspectos inéditos de los asesinatos de Atocha, recuperando una parte de la memoria histórica de nuestro país, sino para poner en solfa y parodiar el comportamiento de algunos sindicalistas de hoy que, según el autor, “utilizan las horas sindicales de sus compañeros no para defenderlos ni para la acción sindical, sino para sus intereses privados y sus negocios. Eso está ocurriendo, eso es una corruptela que nadie controla y está pasando todos los días en muchísimos centros de trabajo privados y en la Administración”. Lógicamente, la sátira ha levantado ampollas.

La trama, pura ficción satírica que no deja títere con cabeza, resulta trepidante al mezclar el pasado de la Transición con los frívolos tiempos actuales de la posmodernidad, en un ejercicio magistral de flashback y narrativo montaje en paralelo. Sin embargo, pese a que la acción está novelada y pasada por el filtro de la invención, pese a que el escenario de la historia no es Gijón, sino un lugar mítico como Xidrón (a la manera de la Región de Benet y la Vetusta de Clarín), y que en ningún momento habla del ayuntamiento de la ciudad asturiana ni de sus funcionarios, algunos se han visto reflejados en los personajes del relato, se han sentido ofendidos y se han propuesto llevar al autor hasta los tribunales si es necesario.

Sin duda, ha escocido la crítica que Gallo realiza contra el a veces aburguesado establishment sindical contemporáneo y esa es la razón de que se haya emprendido una caza de brujas contra él más propia de los tiempos de la Santa Inquisición que de un país democrático avanzado donde rige la libertad de expresión (consagrada en el artículo 20 de la Constitución), de pensamiento y de creación literaria. Por lo visto, alguno que otro se ha empeñado en incluir la novela del escritor noir de Gijón en el Índice de libros prohibidos, e incluso sueña con prenderle fuego como hacía aquella policía de la moral en Fahrenheit 451. No se dan cuenta de que en realidad lo que están haciendo con esta publicidad gratuita es redoblar las ventas de la obra.

El escándalo, que empezó como un simple cotilleo que se propagaba por el cuartel de la Policía Local de Gijón, ha llegado hasta la Junta de personal del Ayuntamiento de la ciudad, adquiriendo tintes kafkianos. En el primer punto del orden del día de la citada junta que se celebrará el 2 de noviembre de 2022 se comunica que se procederá a la “petición de amparo de varios funcionarios del Ayuntamiento de Gijón a raíz de la publicación del libro Matanza de Atocha, 1977: caso abierto, cuyo autor es el jefe de Servicio de la Policía Local de Gijón. Posicionamiento y medidas a tomar por parte de la Junta de Personal”.

Queda claro que algunos pretenden convertir una honorable institución como el consistorio municipal en un tribunal propio del macartismo y de aquellos años oscuros en los que los intelectuales que se atrevían a meterse con el poder establecido desfilaban ante una siniestra comisión que enjuiciaba la pureza política, el patriotismo y la moralidad de las obras de los autores perseguidos. Y todo esto en pleno XXI.

Según fuentes próximas al caso, los que se sienten heridos en su honor al verse reflejados en los personajes de ficción de la novela también están preparando una demanda contra Alejandro M. Gallo al creer que tienen derecho a ser resarcidos. “En mi novela trato de comparar cómo estaba antes el sindicato vertical y dónde han derivado algunos sindicatos después de 45 años de democracia y de denunciar esa corruptela actual, la que está juzgada y la que no ha llegado aún a los tribunales. Llega un momento en que la burocracia sindical ya no representa a los trabajadores, se representa solo a sí misma y solo busca sus propios privilegios y preservar a toda costa su estatus. Y eso lo vemos todos los días. En muchos casos, ya no hay defensa del trabajador, solo la defensa del burócrata sindical”, concluye el autor en una entrevista reciente a Diario 16.

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3 COMENTARIOS

  1. Comisiones hace tiempo que dejó de ser un sindicato de clase; una de las consecuencias del 26F fue el abandono de Comisiones de la Federación Sindical Internacional, donde están afiliados todos los sindicatos con voluntad revolucionaria y de cambio, para entrar en CIOLS, internacional sindical controlada directamente por la CIA. De los demás sindicatos que decir, la actual UGT al igual que el actual PSOE son creaciones de las embajadas yanqui y alemana y protegidos por los servicios secretos de Carrero Blanco.
    Recomiendo leer: «La CIA y el Movimiento Obrero», libro editado por Grijalbo.

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