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Cavernícolas

Francisco Tomás González Cabañas
Francisco Tomás González Cabañas
Licenciatura en Filosofía (USAL) (1998-2001). Licenciatura en Psicología (UP) (1998-1999)- Licenciatura en Ciencias Política (UCA)(1999-2000) y Licenciatura en Comunicación (UCES) (2000-2001) Desistió de culminar los mismos y continúo formación autodidacta. Publicó su primera Novela “El Macabro Fundamento” en el año 1999. Editorial Dunken. Publica su segundo libro “El hijo del Pecado” Editorial Moglia. Octubre de 2013. Publica su tercer libro, primero de filosofía política, “El voto Compensatorio”, Editorial Ediciones Académicas Españolas, Alemania. Abril de 2015. Publica su cuarto libro, segundo de filosofía política, “La Democracia Incierta”, Editorial SB. Junio de 2015.
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análisis

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El término devino en insulto, cuando se estableció que el solo paso del tiempo era señal de una mejora en la humanidad, peyorativamente se determinaba que aquellos antecesores nuestros, no eran más que seres incompletos dominados por sus instintos, sin capacidad de hacerse dueños de la naturaleza y con un raciocinio corto. Sin embargo en la Caverna platónica, surge el primer punto referencial y conceptual de lo representativo, que miles de años después sigue siendo la base de nuestro sistema democrático. 

“Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz. Que se extiende a lo ancho de toda la caverna y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello de modo que tengan por estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto; y a lo largo del camino suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas (Platón-  La Republica, Capitulo VII).”  Como nota de la editorial se comenta, la piedra basal del planteo eidético de Platón, es decir cómo llegar a lo real, a lo verdaderos, no vivir en las sombras, se expresa “Es posible salir a la luz del sol desde la cueva- en otro caso, los encadenados estarían condenados a la cautividad perpetua-, pero para ello hay que recorrer un largo y escarpado camino; cosa natural, pues si la entrada de la caverna estuviera cercana al fuego, la luz del sol que por ella penetrase haría inútil el empleo de la hoguera como medio de proyección”

Aquellos cavernícolas vivían bajo la irrealidad de las sombras, que se proyectaban tras ellos, el camino era ir hacia la luz de afuera de la misma, por más que encegueciera, o que desguareciera a quiénes, ya habían hecho, para mal o para bien, sus vidas irreales o proyectadas en la caverna. 

Y en la representación política de la actualidad ocurre el mismo fenómeno, pues los representados, vivimos en las sombras de lo que hacen o dejan de hacer nuestros representantes, que en verdad ni siquiera están afuera de la caverna con la luz real, sino detrás nuestro, haciéndonos creer que están adelante.

Por tanto, no hay partidos, no hay proyectos de gobierno, no hay actitudes de lealtad, no hay principios, reina la anarquía conceptual en la esfera política. El río, no tiene rumbo, por un momento va para un lado, al instante, va para el curso contrario. No hay quién pueda diagnosticar, razonablemente, que sucederá de aquí a un par de días. No ya, con respecto a la economía, a las políticas a implementar y demás, no hay brújula, posible, para aventurar con aplomo, que ocurrirá con las decisiones, que tomen o dejen de tomar, los pertenecientes a la afamada clase dirigente.

Tuvo que aparecer la peste, que bien podríamos llamarla, democrática, dado que nos afecta a todos por igual, para cambiar nuestros hábitos cotidianos, y que cambiará por ende, la modalidad y la metodología de la política y sus formas. 

En el mundo pre-pandemia cualquier pescador, sea alguien sin oficio o conocimiento de pesca, o con poco de tiempo de espera, para que su caña pique, podía llegar a alzarse con una pieza, que ni siquiera estaba en sus más delirantes planes alcanzarla. Claro que los pescadores políticos, eran experimentados hombres, que sabían, que para esas fechas el río siempre se revolvía, conocedores de el significado de cada vuelta de cada curso de agua. Baqueanos entonces, de esa realidad repetitiva, que enturbiaba las aguas, tenían el talento o la astucia, de tirar la línea, para ver sí enganchan algo. Muchos se llevaban, sin esfuerzo alguno, la pieza, que se traducía en una bendición para una posible candidatura, o en una salvación personal, que para el caso, sería lo mismo.

Cambiarán tantas cosas, luego de la peste, como dijimos las prácticas políticas también. Ya cada vez menos se utilizarán los actos con el pobrerío, los avistajes de necesitados, las esperanzas y mentiras repartidas por doquier en espacios cerrados y proclives a la aglomeración para que las pestes se reproduzcan y multiplen a más no poder. 

¿A cuántos de estos, tendremos, nuevamente como opción?. En realidad habría, que hacer al revés, preguntarse ¿El cambio forzado de las formas políticas, nos brindará la posibilidad de tener políticos con otras condiciones y valores?

Caemos en la cuenta de que el sistema en sí mismo nos devuelve su representatividad como problema, un problema que no es actual ;“Las democracias principalmente cambian debido a la falta de escrúpulos de los demagogos; en efecto, privado, delatando a los dueños de las fortunas, favorecen su unión  (pues el miedo común pone de acuerdo hasta a los más enemigos) y en público, arrastrando a la masa…Otros cambios conducen de la democracia tradicional a la más moderna; pues donde los cargos se otorgan por elección, no a partir de las rentas, y los elige el pueblo, los aspirantes, con su demagogia, llegan hasta el extremo de decir que el pueblo es señor incluso de las leyes. El remedio para que esto no suceda o para que suceda menos, es que las tribus designen a los magistrados y no todo el pueblo” (Aristóteles-  Política,Capítulo V) 

Este remedio quizá ya fue proporcionado por nuestros gobernantes, y nosotros los cavernícolas, los que no vemos la verdad, sino las sombras, creemos que elegimos, que somos parte, pero en verdad, sólo son un grupo, tribus, facciones, no todo el pueblo, que casualmente son asimismo los que son parte siempre del poder, de los que toman las decisiones, los que nos dicen, que, como, cuando, y de qué forma, pensar, comunicar, sentir, para ello  nos tienen en la caverna, a la que ya le hemos tomado el gusto y la comodidad, creyéndonos estar en el mejor de los mundos, el más democrático y el más aceptable de los posibles. 

Este es el verdadero confinamiento, la verdadera cuarenta, de esta caverna es de la que tenemos que salir, en ese afuera, encontraremos una política y con ello, instituciones distintas, con hombres y mujeres que la comprendan mejor, más humanente que lo realizado hasta la actualidad donde un virus nos amenaza en grado sumo, merced a la incapacidad democrática de los que nos venían gobernando. 

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