El juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón ha citado a declarar como imputado al ex ministro del Interior Jorge Fernández Díaz por el escándalo de espionaje del caso Kitchen. La declaración de la ex ministra de Defensa y ex número 2 del PP, Dolores de Cospedal, también parece inminente pero el magistrado quiere escuchar de nuevo a Francisco Martínez, ex secretario de Estado de Seguridad en aquella época, antes de tomar una decisión al respecto. Martínez ha decidido tirar de la manta al apuntar directamente a la cúpula del Gobierno Rajoy como principal responsable de las escuchas y seguimientos que sufrió el tesorero del partido, Luis Bárcenas, cuando decidió confesar que en Génova 13 había una caja B con dinero negro. En concreto García Castellón investiga si el PP montó un grupo “parapolicial” cuyo objetivo era sustraer información sensible a Bárcenas sobre la financiación ilegal del partido para que no llegara a manos de la Justicia.

A esta hora, el caso Kitchen es una bomba de relojería que puede estallar en cualquier momento. Según ha podido saber Diario16 por fuentes bien informadas, el pánico a lo que pueda salir de ese Watergate a la española es generalizado en el PP. El partido está dividido entre los que piden que se asuman las responsabilidades políticas con todas las consecuencias (y hasta que se pida perdón a los españoles por uno de los asuntos más indecorosos y turbios en la historia de nuestra democracia) y los partidarios de seguir negándolo todo con el “y tú más”, es decir, pasar a la ofensiva acusando al PSOE de sus trapos sucios como el caso de los ERE en Andalucía. En el primer grupo estarían los moderados seguidores de Núñez Feijóo, mientras que en el segundo se encontraría la guardia pretoriana de Pablo Casado, los Teodoro García Egea, Cuca Gamarra y hasta Cayetana Álvarez de Toledo, que no lo olvidemos sigue conservando su escaño de diputada y posee un notable poder de influencia.

La estrategia a seguir, la manera en que el partido debe afrontar este enésimo caso de cloacas que salpica de lleno a la formación azul, divide a las huestes. En cualquier caso, parece claro que entre uno y otro sector se ha extendido el malestar por la actitud de Fernández Díaz, ya que la mayoría considera que el ex ministro del Interior tendría que haber dado un paso al frente y haber renunciado ya a su militancia para no dañar todavía más la maltrecha imagen del partido condenado por la trama Gürtel. No obstante, en este punto cabe preguntarse cómo puede ser que Casado no le haya pedido ya el carné de afiliado al en otro tiempo todopoderoso ministro. En sus últimas declaraciones públicas, el presidente del PP ha insistido en que la posición oficial de Génova es dejar que la Justicia trabaje para que llegue hasta el fondo del turbio asunto. Sin embargo, no ha tomado ni una sola medida contra el peligroso militante.

Una información publicada recientemente por el diario ABC apuntaba que Jorge Fernández no tiene ninguna intención de darse de baja en el Partido Popular, de momento, ya que “eso sería reconocer su culpabilidad, como confirmaron fuentes conocedoras del caso”, concluye el rotativo conservador. El periódico monárquico, siempre bien informado en cuestiones que afectan a la derecha española, considera que una decisión del exministro apartándose de la cúpula popular sería interpretado por la opinión pública “como una presunción de culpabilidad, algo que ven totalmente injusto”. “El exministro no quiere dar ningún paso que pueda dar oxígeno a la hipótesis de que es culpable, y su propósito es defender su inocencia hasta el final”, concluye ABC.

Mientras tanto, voces autorizadas van ofreciendo claves sobre la patata caliente que tiene el PP encima de la mesa con el caso Kitchen. La responsable de Política Social, Ana Pastor, ha pedido respetar la presunción de inocencia del exministro, aunque ha asegurado que si hay “personas que no actúan de manera honorable tienen que explicarlo”. En ese contexto, Pastor ha querido destacar la “honorabilidad” del actual presidente del partido, Pablo Casado, y de la formación de la que ambos forman parte. “[Casado] es una persona que, desde el minuto cero, ha defendido la honorabilidad y la honradez como uno de sus principios”, sentencia Pastor. Además, recuerda que siempre que ha elegido equipos directivos, Casado lo ha hecho pensando en que sean personas “honorables” y también “inteligentes”.

De momento, por tanto, se impone la táctica del “prietas las filas”, omertá, silencio y negarlo todo. Casado es perfectamente consciente de que si aprieta las tuercas a Fernández Díaz, si lo expulsa del partido, habrá creado a un nuevo Luis Bárcenas, otro monstruo descontrolado no tanto informado sobre las oscuras cuestiones financieras de Génova 13 –como ocurría con el tristemente famoso extesorero− sino sobre un asunto mucho más siniestro y caliente: los entresijos de las cloacas del Estado y las operaciones policiales al margen de la ley que supuestamente fueron ordenadas por la “policía patriótica” del PP. Ya se sabe que el exministro simpatiza con el Opus Dei y es conocido su fervor religioso por algunas vírgenes a las que ha condecorado con distintivos y medallas al mérito policial, lo cual no significa que tenga que poner la otra mejilla por necesidad, como todo buen cristiano. El exministro sabe mucho y sabe secretos de Estado que conviene que sigan en los archivos, bajo candado y a buen recaudo. Así que la gran pregunta que quita el sueño a Casado estos días es: “¿Qué hacemos con Jorge”.

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