Finalmente, ni la Comisión Europea ni ningún Gobierno del viejo continente decidió mover un solo dedo en busca de una solución para el desembarco de los 40 supervivientes que fueron rescatados por el Sea Watch 3 en aguas del Mediterráneo. Una vez más, en otra situación absurda y kafkiana a la que por desgracia empezamos a acostumbrarnos, fueron los activistas los malos de la película y no los políticos y burócratas ultraderechistas que permiten que siga muriendo gente en el mar. En esta ocasión será la capitana Carola Rackete quien tendrá que pagar el precio por hacer simplemente aquello a lo que obliga la decencia y el sentido común: salvar la vida de personas que están en peligro.
Nada más desembarcar con sus rescatados, Rackete fue detenida por tráfico ilegal de personas, enfrentándose a una posible pena de hasta 10 años de prisión, según las leyes italianas. Tras una singladura infernal y el rechazo de la Unión Europea a su mensaje de SOS, Rackete decidió por su cuenta y riesgo desembarcar a los náufragos en puerto italiano, ya que la situación a bordo del barco era ya insostenible. La capitana, a pesar de que era consciente de que la Policía portuaria la detendría de inmediato, decidió adentrarse en aguas italianas y más tarde en el puerto de Lampedusa. “Ella hizo cumplir los derechos de las personas rescatadas para ser desembarcadas en un lugar seguro”, aseguran fuentes de la oenegé.
En las últimas horas, la oenegé Sea Watch ha asegurado que está dispuesta a asumir la plena responsabilidad de hacer cumplir los derechos humanos, el derecho del mar y la Constitución italiana. “Continuaremos salvando vidas en el mar. No renunciaremos a la solidaridad contra todas las políticas inhumanas y racistas, tanto de los políticos como de las instituciones de la UE”, añaden los activistas.
A la 01.30 de la noche del sábado, y tras 16 días de “juegos políticos a espaldas de los rescatados y de la tripulación del barco”, según la oenegé, el Sea Watch 3 entró en el puerto de Lampedusa sin permiso para desembarcar a los 40 supervivientes del naufragio de una patera. Casi 60 horas antes, el barco había enviado un SOS por radio en el que aseguraba que entraba en aguas territoriales italianas por un “estado de necesidad”. Sin embargo, ninguna autoridad ayudó a la embarcación ni proporcionó un puerto seguro a los inmigrantes.
“No nos sentimos aliviados, estamos enojados”, dice la capitana Carola Rackete. “Este desembarco debería haber tenido lugar hace más de dos semanas y debería haber sido coordinado en lugar de obstaculizado por las autoridades. Los gobiernos europeos en sus oficinas con aire acondicionado han jugado con la vida de estas personas durante más de 16 días. Esto es inhumano, inaceptable y probablemente va en contra de cada una de las Constituciones que esas personas dicen representar. Es una vergüenza para Europa y para la Unión ver cómo todos culparon a los demás por el bloqueo mientras que ninguna institución estaba dispuesta a asumir la responsabilidad, hasta que me vi obligado a hacerlo yo misma”, se lamenta la capitana detenida.
Además, Rackete será objeto de una investigación judicial por ayudar a la inmigración ilegal y por la entrada ilegal de personas en aguas territoriales de Italia. “Estamos orgullosos de nuestra capitana; hizo exactamente lo correcto. Siguió la ley del mar y puso a la gente a salvo. En lugar de ella, Matteo Salvini debe ser investigado por secuestro y violación del Derecho Internacional. Con demasiada frecuencia ha evitado cobardemente el enjuiciamiento al contar con su inmunidad en el Parlamento”, dice el presidente de Sea Watch, Johannes Bayer. “Estoy dispuesta a enfrentar las consecuencias de mis decisiones, tal como lo espera un capitán. ¿Y el señor Salvini?”, se pregunta Carola Rackete.
