Las victorias electorales siempre dejan imágenes que se recordarán a lo largo de la historia. En la del día de ayer siempre se evocará el grito de los militantes socialistas exigiendo a Pedro Sánchez que no pactara con Ciudadanos al grito «¡Con Rivera, no!». Sin embargo, junto al cabeza de cartel siempre hay personas que son fundamentales pero que podrían pasar desapercibidas al público e, incluso, a los medios de comunicación. Eso fue lo que ocurrió ayer con Carmen Calvo, la mujer que es el pilar básico sobre el que se sostiene el cambio que se está produciendo en este país en referencia a muchos aspectos pero, sobre todo, al nivel de la igualdad real de género.

Durante toda su trayectoria política, independientemente de si ocupó cargos relacionados con la Cultura en la Junta de Andalucía o en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, de su labor como parlamentaria o como presidenta de la Comisión de Igualdad, Carmen Calvo ha demostrado ser una política que ha basado su modelo de gestión en la lucha por, precisamente, la igualdad, principalmente en la lucha por los derechos de las mujeres, pero también en el respeto de los derechos que sólo puede estar basado en la Justicia ética. No se puede olvidar la influencia que tuvo durante la redacción y aprobación de la Ley de Violencia de Género de diciembre de 2004, un texto que fue pionero en el mundo.

Carmen Calvo es, ante todo, feminista, es una luchadora por los derechos de la mujer. No de ahora, sino de siempre. En una entrevista en la Cadena SER la preguntaron por la camiseta que llevaba puesta anoche en la que se leía «Yes, I’m a feminist» y si se la había comprado o se la habían dado por algún motivo concreto. Ella ha respondido: «esta lleva ya muchos lavados», dando a entender que la camiseta reflejaba una lucha y un sentimiento de muchos años.

Para entender el triunfo del PSOE hay que darse cuenta que el giro feminista de Pedro Sánchez y la apuesta de su Ejecutivo es una victoria de Carmen Calvo. No es que el presidente del gobierno no tuviera ya una sensibilidad en favor de la igualdad, pero elevar esa cuestión a un asunto de Estado es responsabilidad de la vicepresidenta y de todo su equipo.

La sonrisa de Carmen Calvo en la tarima frente a la sede socialista de la calle Ferraz es, quizá, la muestra del sentimiento de quien sabe que la lucha de toda una vida va a tener la recompensa de ser elevada a la categoría más elevada de los asuntos prioritarios de un gobierno democrático. Porque aún hay mucho que hacer y ella lo sabe, y el presidente lo sabe, y el equipo del Ministerio de Igualdad lo saben. Sin embargo, esas luchas cotidianas, sobre todo cuando había una amenaza real de destrucción de todos los logros, de todos los avances.

Ahora empieza una nueva etapa en la que Carmen Calvo y todo su equipo podrán proyectar y llevar a efecto medidas sobre las que asentar la implantación en España de políticas de igualdad y de respeto de los derechos humanos. Ha llegado el momento del cambio social en el que el feminismo sea tratado como lo que es y no como, por ejemplo, lo define, erróneamente, la RAE, ya que ninguna de las dos acepciones del Diccionario sirve para aproximarse, ni por asomo, a lo que representa realmente en el mundo globalizado actual.

El gobierno de Pedro Sánchez está intentando vincular la dignidad humana con el concepto de igualdad a través de las medidas que ha aprobado en estos meses. Para lograrlo será fundamental generar una serie de proyectos interministeriales en los que, en primer lugar, terminar con los prejuicios y los estereotipos que se han fabricado desde la extrema derecha sobre lo que implica la lucha por la igualdad real. Los propios objetivos de la Agenda 2030 de la ONU marcan como clave el desarrollo de políticas orientadas a la igualdad de género plena. Que todo un gobierno se haya implicado en esta lucha sólo puede tener como responsable a una persona, a una mujer, capaz, no sólo de aportar, sino de tener la capacidad de análisis de la situación psicosocial del país, algo que sólo puede ser comprendido por quien lleva muchos años asimilando que todo lo que se haga por la igualdad es el producto de la lucha por el respeto a los derechos humanos.

Uno de los puntos fundamentales sobre los que se basa el cambio de tendencia del gobierno de Pedro Sánchez respecto a sus antecesores es, precisamente, la comprensión de un hecho fundamental: la lucha por la igualdad de las mujeres no es un aspecto político, sino una cuestión de Estado.

La formación en estos aspectos de la igualdad real es uno de los objetivos que el gobierno debería llevar a efecto porque, en primer lugar, sería un modo de ahondar en la lucha contra el machismo sistémico que repercute finalmente en la violencia de género. La extrema derecha ha calificado de radicales a quienes apuestan por ello y ha intentado propagar información falsa sobre ello a través de redes con el único fin de desprestigiar lo que, en realidad, es la lucha por el respeto de los derechos humanos. Para frenar esta falsa propaganda el gobierno tiene la fortaleza suficiente y las personas adecuadas para demostrar a los españoles y las españolas que las políticas de igualdad son el primer paso para lograr una sociedad justa.

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