Hace unos años hice un curso de desarrollo personal. Tuve muchos formadores, muy buenos la mayoría. Alguno de ellos decía que cada uno, sin elegirlo, hablaba de aquello de lo que carecía. Es decir, si alguien tenía poca alegría en su vida, le tocaba hablar de ese tema. Yo dudo que fuera así, ya que, como digo, las ponencias, los talleres, las clases, eran magistrales. Pero quizá hubiera algo de cierto en eso.

Comento esto a modo de introducción, para explicar que, si hoy hablo de creatividad, quizá sea porque ando carente de ella. Me cuesta horrores escribir, no estoy muy inspirado en la cocina, no hago buenas fotos, en fin, nada de lo que requiere un mínimo de inspiración me sale bien últimamente. ¿O será falta de perseverancia? Porque, como veremos a continuación, la creatividad requiere dosis altas de esta virtud. Pero no me enrollo más. Vamos ya con el tema que nos ocupa.

Deseoso de encontrarme de nuevo con la creatividad perdida, me puse a explorar por Internet en busca de “trucos” para lograrlo. Fui apuntando, elaborando mi propia receta, y aquí te traigo el resultado.

Decía Picasso que la inspiración existe, pero ha de encontrarse trabajando. Ese es el primer paso. Si no hay trabajo, no hay resultados. Puedes tener un momento mágico, incluso una racha de ellos. Pero si no te pones a trabajar, antes o después te quedarás seco, vacío.

Es importante también fomentar la curiosidad, en el buen sentido de la palabra. Ser observador, salir a la calle con los ojos y los oídos abiertos. Fijarse en los pequeños detalles. Cualquier situación, cualquier objeto, una pequeña flor, el baile de una abeja, la risa de un niño, las formas de las nubes, todo puede ser motivo de inspiración. No te pierdas -al menos no todo el tiempo- en tus propios pensamientos. Mira, curiosea, observa, pregunta, interésate por lo que te rodea.

Hacer ejercicio es una buena forma de encontrarse con la inspiración. No hace falta que te pongas a correr maratones, ni que hagas todas las mañanas dos mil abdominales. Basta con que salgas a pasear a la calle o te des una vuelta por el campo. De esta forma, además, puedes poner también en práctica el consejo anterior. El ejercicio libera endorfinas, unas moleculitas similares a los opiáceos pero sin efectos secundarios. Nos ayudan a estar mejor con nosotros mismos, son fuente de alegría y placer, y ese estado puede ayudarnos mucho a encontrar ideas para nuestras creaciones. Muchos escritores, cuando se encuentran bloqueados, se ponen a pasear para romper ese bloqueo. Quizá tenga que ver con lo que decía Jack London: no puedes esperar a la inspiración, tienes que perseguirla con un bate de beisbol.

En cualquier caso, si no encuentras esas endorfinas y te sientes triste, aprovecha esa emoción. Dicen los que saben del tema que la tristeza es una emoción muy creativa. Saca lo que llevas dentro, vuélcalo sobre un papel, a ver qué sale. Puede incluso que te ayude a sentir mejor. A mí me sirve.

Dedica tiempo a cosas que te gusten. La lista de ejemplos podría ser interminable, así que te dejo que elabores la tuya propia… y la pongas en práctica. No digas que no tienes tiempo. Sabes que es una excusa.

Sal con tus amigos. Métete con ellos en un bar, pedid unas cervezas y conversad. Seguro que salen ideas que te sirven.

Lee todo lo que caiga en tus manos. Con un poco de criterio, pero lee, lee mucho.

Escribe a mano. La neurociencia ha demostrado que este ejercicio estimula las zonas del cerebro necesarias para ser una persona creativa (todos lo somos). También generan actitudes positivas, que ayudan a tener una vida más larga y más plena.

Lo mismo que con la lectura, pero con el cine. Ve muchas películas, fíjate en los diálogos. Apunta aquello que te llame la atención.

Y lo mismo con fotos, cuadros, canciones…

Métete en la cocina e inventa recetas. Es fácil. Sólo tienes que abrir la nevera, coger unos cuantos ingredientes, y mezclar. La cocina es como un juego. Sorprende a los tuyos con nuevos platos.

Dedica tiempo a estar en silencio. Puedes hacerlo meditando (dicen que la meditación produce cambios positivos en el cerebro, como la creación de nuevas conexiones neuronales), o, simplemente, sentándote en tu habitación o en un lugar solitario a contemplar un paisaje.

Relacionado con la anterior, vete a un lugar solitario y silencioso, y cuando lleves una hora contemplando el paisaje, o escuchando tu respiración, coge una libreta y anota todo lo que se te haya pasado por la cabeza.

Apunta tus sueños. Hazlo nada más levantarte, porque si no se te olvidarán.

Como ves, varios de los consejos anteriores precisan de llevar una libreta encima. Por tanto, hazlo, llévala. Puedes apuntar las ideas que se te ocurran en el móvil, o grabarlas de viva voz. Pero si las escribes estarás estimulando de otra forma tu cerebro, como hemos visto más arriba.

Escribe y/o dibuja con la mano contraria a la que utilizas habitualmente. Ello estimula el hemisferio derecho, responsable de la creatividad.

Ten un espacio de trabajo cómodo, limpio, espacioso, dentro de tus posibilidades.

No esperes a tener todo bajo control, porque te morirás esperando. Ponte en marcha aunque no creas estar suficientemente preparado. No intentes cosas, hazlas. Probablemente te equivocarás muchas veces y cometerás muchos errores. Conviértelos en aprendizajes.

Duerme suficiente y aliméntate bien.

Viaja. No hace falta que vayas a la otra punta del mundo. Seguro que hay sitios de tu ciudad que no conoces.

Juega. Yo te propongo alguna forma de hacerlo en los últimos consejos, por si te sirven.

Pregúntate: ¿qué tal si…? Sustituye los puntos suspensivos por todo lo que se te ocurra. Cuantas más ideas mejor.

Coge las tres últimas frases de los tres últimos chats de tu whatsapp. Combínalas en un texto (por ejemplo, un relato).

Fotografía todos los objetos azules que encuentres. Luego los verdes. Los rojos. Los amarillos. Haz un álbum con todas las fotos, o con las que más te gusten.

Son sólo algunas ideas. Si buceas en la red encontrarás más. Todas se resumen en una: trabaja, trabaja, y no dejes de trabajar. Sé perseverante. Y si quieres, me cuentas cómo te ha ido… o cualquier idea que se te ocurra diferentes de estas. La creatividad es contagiosa, pásala (lo dijo Einstein).

Ah, y no tengas miedo de la perfección. Nunca la vas a alcanzar. No lo digo yo, lo dijo Dalí.

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