En la adaptación a la nueva normalidad las reivindicaciones sociales y laborales tienen un difícil encaje. Lo hemos visto con manifestaciones en las que guardar las medidas de seguridad resultaba algo casi imposible. Pero ahora se avecina algo aún más complicado: el paro por huelga el próximo 11 de enero de un servicio básico como es la red del Metro de Barcelona. Un parón que afectará al desplazamiento de miles de personas y que puede suponer unas aglomeraciones muy peligrosas en estos tiempos de pandemia.
Servicios mínimos
Desde el sindicato Confederación General del trabajo del Metro de Barcelona (CGTMetro) se comprometen, como siempre, a respetar unos servicios mínimos que dicta la Generalitat que ejerce como mediadora entre los trabajadores y TMB. “El día 11 se harán unos paros en cada turno de trabajo de dos horas; y la mediación decidirá cuáles son los servicios mínimos a aplicar. Nosotros los respetaremos como siempre y seguro se decidirán teniendo en cuenta las circunstancias actuales.”, explica a Diario 16 Maricruz, secretaria de CGTMetro.
La lucha contra la temporalidad
El 20 de noviembre Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) reunió a los trabajadores del metro para comunicarles la aplicación de un nuevo sistema de contratación amparándose en una sentencia dictada en julio a Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA). Pero los trabajadores y trabajadoras del metro señalan que “la sentencia no obliga a AENA a aplicar ningún modelo de contratación determinado” así que no tiene relevancia para la gestión del Metro de Barcelona. “Nosotros tenemos pactadas nuestras condiciones de cómo pasan a fijos los trabajadores temporales. La empresa dice que, a partir de ahora las cosas cambian y todas estas personas tendrán que someterse a un concurso cuando antes de entrar ya han pasado unas pruebas de acceso”, continúa Maricruz.
Hablar de todo
Los trabajadores y trabajadoras muestran su intención de negociar y que no se produzca un bloqueo: “Esperamos que la empresa eche para atrás este tema. Tenemos un convenio pendiente donde se puede negociar y hablar de todo, pero no imponer; y menos en estas circunstancias”, afirma la representante sindical.
El metro no para
La red de metro es la principal arteria de comunicación de la ciudad y de su funcionamiento dependen miles de trabajadores:
“El metro no ha dejado de trabajar y los compañeros temporales han estado cubriendo cuarentenas, las bajas, y el descanso del personal de riesgo. Además, se ha ampliado la oferta para que los viajeros puedan mantener la distancia de seguridad. Y ahora nos vienen con un cambio que supone cargarse todos nuestros acuerdos y convenios que nos han costado mucho conseguir”, defiende Maricruz.
Poder de negociación
La trabajadores de las redes de transportes públicos de las grandes ciudades tienen un gran poder a la hora de negociar sus condiciones laborales. Ya que sus movilizaciones y huelgas afectan a la movilidad de millones de personas que no aceptan que un servicio esencial pueda verse afectado de esa manera. Y es que la falta de empatía suele aflorar cuando las demandas de un colectivo afectan al resto. TMB cuenta con una plantilla aproximada de 3.500 trabajadores y de estos unos 500 son temporales. El factor de la temporalidad dinamita la capacidad de negociación y contra esto luchan los trabajadores y trabajadoras del Metro de Barcelona.