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Baras & Carreras, esplendor en Icónica Sevilla Fest

Un nuevo evento sitúa a Sevilla en el mapa español del turismo de espectáculos. Abrieron el telón del ISF Sara Baras y Josep Carreras. No pudo haber mejor prólogo

Juan-Carlos Arias
Juan-Carlos Arias
Agencia Andalucía Viva. Escritor
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análisis

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El Parque de María Luisa, junto a la Plaza de España, son el espacio y monumento, respectivamente, más visitados de la capital de La Giralda. La pionera edición del Icónica Sevilla Fest (ISF) readaptó la franja entre parque y plaza para ineludible cita para gastronomía selecta, barras y coctelerías, zonas de relax, área VIP y actuaciones de los mejores artistas emergentes. La zona se rebautizó como ‘The Village’. El anglicismo promete. 

Las noches sevillanas durante el ‘veranillo del membrillo’ son mágicas. La del 22 de septiembre que inauguró el ISF amenazaba tormenta, aunque la luna llena reinante lo iluminó todo. El programa del evento atrae por el sincretismo y lo que los angloparlantes llaman melting pot: sigue a Josep Carreras & Sara Baras, Zucchero, One Republic y Gipsy Kings-André Reyes (28, 29 y 30 septiembre). Para octubre llega, el 1 y 2, Raphael; siguen Mónica Naranjo, Carla Bruni y SFDK para cerrar con India Martínez (5, 7, 9 y 10 octubre). El concierto de Rosario Flores se aplazó al viernes 8 de octubre por alerta climática y cierre del parque. 

ISF tendría las entradas -casi todas- colocadas, aunque sus precios no son bajos precisamente, como los del catering y barras del evento. El incomparable marco lo perdona casi todo. La organización, desbordada el primer día del ISF, más la escrupulosidad seguridad anti-Covid dejan tranquila a la concurrencia. Sevilla añade sello para que ISF sea destino de muchos visitantes, turistas y congresistas. 

Los grupos musicales que amenizan los preconciertos son de la Sevilla emergente, creadora y artista. El nivel es alto. Abrió fuego una formación de bajo, guitarra, saxo y vocalista que versionaba el mejor swing, piezas del inolvidable Silvio y una sevillanización del Americano de Renato Carzone gloriosa y desternillante. La guasa local hizo de las suyas. Nos quedamos también con el saxo de Gautama del Campo, por cuyas venas corre el arte familiar: es hijo y hermano de creadores.

Algunos momentos del espectáculo protagonizado por la bailaora Sara Taras y el tenor Josep Carreras en Sevilla. Fotos: Juan Delgado-Andalucía Viva.

El plato fuerte

El tándem Sara Baras & Josep Carreras ya se armó para algunos festivales. La gaditana es apreciada en Sevilla, donde el público es exigente en materias flamencas. El alma hispalense de Antonio el Bailarín y Cristina Hoyos miran de reojo, aprobándolo, el merecido éxito de una artista que -como veremos- prolonga su estado de gracia actual.

La expectación por ver al tenor Josep Carreras, de 74 años, en un escenario irrepetible arropado por el mejor baile, cante y música era inmensa. Sus credenciales son excelencia. Debutó como estrella en 1970 en el Liceu. Su repertorio abarca 600 títulos en varios idiomas. Incluye desde la música barroca a la contemporánea. Grabó más de 150 discos, de los que se han vendido millones de copias. Participó en 50 óperas completas. Los laureles a su trayectoria le consideran profeta en su tierra (Medalla de Oro de Barcelona, del Liceu y de la Generalitat) y el Príncipe de Asturias 2014. Es igualmente Doctor Honoris Causa por 14 universidades de varios continentes, inclusive fue nombrado Rector Honorífico en Corea.

Lo mejor del currículum de Carreras es una dilata vida personal y artística alejada de polémicas. Nadie le acusa de abuso, ni tiene líos de pareja, ni vende exclusivas, ni defrauda al fisco. Su vida cambió en los 80s al sufrir agresiva Leucemia para plantarle cara. De ese coraje, el talento artístico y el tesón de Carreras brotaron los aplausos nada más pisar el escenario de la mano de Sara Baras. Impecable, desprendía ese ‘seny’ catalán que le faltan -por ejemplo- a los actores del ‘procès’. Pero eso es otra historia.

A Carreras le arropaba un virtuoso pianista. La Baras, exultante, lideraba una prole de arte total: un cuadro de cinco bailaoras polivalentes en cuanto a conjunción y plástica, unos cantaores con aires de Camarón inspiraban, un viento completo (flauta, clarinete y saxo) que bailó al saxo del sanluqueño Diego Villegas con una Sara venida arriba más una percusión, avalada por dos cajones, que añadían valor a la embajada de Baras, que incluía dos guitarristas, en especial, un Keko Baldomero soberbio.

La coreografía que presentaba el espectáculo anticipaba lo mejor. Las bailarinas evidenciaron mucho ensayo y ‘mise-en-place’ impecable con su estilo y lenguaje no verbal

‘Sombras’, el actual espectáculo de la bailaora, tuvo paréntesis desde el Rialto de Madrid para venir a Sevilla con Carreras. Vaya si mereció la pena maridar las artes que cada parte del dúo representa. El repertorio que cantó Carreras acredita que sus cuerdas vocales están intactas tras tutear y vencer a la Leucemia. La Fundación internacional Josep Carreras merece un aparte en el presente reportaje. Adelantamos que salva muchas vidas.

La coreografía que presentaba el espectáculo anticipaba lo mejor. Las bailarinas evidenciaron mucho ensayo y mise-en-place impecable con su estilo y lenguaje no verbal. La voz de Carreras elevó el nivel vocal con piezas de Falla (Paño Moruno, Seguidilla Murciana, Polo), Albéniz (Eco de tu voz), Gustavino (Rosa y Sauce). Lo más aplaudido fueron las piezas de Gardel (Lejana Tierra mía) y Lorca (Cuatro Muleros, Café de Chinitas, Anda Jaleo y Mozos de Monleón).

Las letras del granadino en la canción lorquiana Viva Sevilla levantaron al personal de sus asientos. Los tres bises, tras concluir el repertorio, prorrogaron el disfrute. La empatía entre artistas y público mezclaba la felicidad que demostraba Baras. Su noche fue redonda. Repetía gratitud al público sevillano por sus palmas y aplausos. Es una bien nacida.

El espectáculo se enriquecía con el salero de Baras ante la seriedad y rigor del tenor catalán. Su rictus estaba en la ortodoxia del bel canto aplicado a un repertorio muy español, aunque registró un guiño catalán en Cançó d’amor i de guerra cantando letra de Rafael M. Valls.

Como decíamos, Sara Baras actuó en estado de gracia. Parecía poseída por una felicidad artística que trasmitió a un respetable entregado. Se mascaba que la primera gala del ISF sería inolvidable. El marco del edificio central de la Plaza de España fue inmejorable, el juego de luces y la puesta en escena de los artistas más que impecable. Un despliegue técnico de nota. 

Baras lució, como sus bailaoras, trajes siempre en vuelo para consumar torbellinos de giros, zapateos con técnica irreprochable. Al tiempo, se movían los mantones polícromos con esa estética que sólo las grandes del baile saben desplegar. El abanico o el bastón fueron otras herramientas para la eficiente coreografía del espectáculo. Al mismísimo Carreras se le veía impactado por el despliegue de mujeres que conocían su oficio. Al barcelonés se ve que está de retirada. Recorrió los mejores escenarios mundiales junto a Plácido Domingo y el inolvidable Luciano Pavarotti.

Sara Baras, impetuosa, juega con brazos, manos y piernas para bailar libre añadiendo identidad, sello propio. Cuando gira sobre sí misma volando su traje, mantones o se multiplica en las tablas es cuando faltan palabras al cronista para describir ese éxtasis. Sólo del irrepetible Juan Goytisolo ayuda cuando describió el nirvana de los derviches turcos conectados al paraíso sufí mientras dan vueltas y vueltas irredentos sobre uno o dos pies.

Compartir escenario Carreras y una Baras espléndida, magistralmente acompañada, es un impagable prólogo de los organizadores del ISF. Para los testigos fue algo memorable. La sensación fue de una noche mágica, con la lunita plateada, de la perenne Sevilla.

     

Algunos momentos del espectáculo protagonizado por la bailaora Sara Taras y el tenor Josep Carreras en Sevilla. Fotos: Juan Delgado-Andalucía Viva.

Fundación Josep Carreras

El alma del laureado tenor es una obra social y benéfica. Luchar y vencer retos lo firma Carreras desde 1988: ‘cuando me recuperé de una leucemia, me planteé un objetivo: conseguir que, algún día, las personas que estuvieran en mi misma situación tuviesen más oportunidades’. El mantra que recalca Carreras a tan salvífica obra merece ser reproducido: Hasta que la curemos [la leucemia], no pararemos

Los logros y la realidad de ésta Fundación van parejos a la excelencia del artista que le da nombre. Con unos números que se aproximan a los 40 millones de euros al año, tiene tres sedes europeas (Barcelona, Munich y Suiza) y una norteamericana (Seattle), The Josep Carreras/Thomas Endowed Chair for Cancer Research. En dicha capital de USA fue donde Carreras venció un mal, la leucemia, sobre la que se ha avanzado bastante desde los 80s, cuando Carreras fue víctima de tal hemopatía. E. Donald Thomas, Nobel de Medicina 190, colaboró con los empeños de carreras hasta su fallecimiento.  

A un lado y otro del Atlántico la Fundación financia investigaciones, beca hematólogos, recibe cuotas, donativos y herencias solidarias, subvenciona a hospitales y es irredenta en la búsqueda de donantes de médula compatibles con los pacientes y profesionales sanitarios que piden ayuda a la Fundación

Uno de los aspectos más positivos es la trasparencia y el código ético de la Fundación que apadrina Carreras. Ese ejemplo, según sabemos del personaje, es una extensión de un saber-hacer personal del Fundador. La Fundación financia el Instituto para la Investigación Josep Carreras, creó el Registro de Donantes de Médula Ósea (REDMO) que es de ámbito mundial y que inscribe donantes para compatibilizarlos con pacientes. Proporciona, la Fundación, ayuda social y personal a víctimas de la leucemia. Promueve, igualmente, actividades para que esta patología antes letal en pocas semanas sea, o bien algo crónico, o que permita un mínimo de dignidad vital a quienes la padecen.

La sanidad pública sabe bien que prevenir, luchar y curar la leucemia es costoso, especialmente los fármacos formulados para vencerla, aplazarla o relativizarla. Este hombro que presta la Fundación Josep Carreras a que el torrente sanguíneo vuelva a sus cauces con salud es impagable.          

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