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Ayuso «se lleva por delante» al Partido Popular

La crisis que estalló ayer con graves acusaciones cruzadas entre Isabel Díaz Ayuso y Teodoro García Egea, que podría terminar en los tribunales y con la expulsión de la presidenta de la Comunidad de Madrid del Partido Popular, es de tal calibre que la recuperación será muy complicada en el corto plazo

José Antonio Gómez
José Antonio Gómez
Director de Diario16. Escritor y analista político. Autor de los ensayos políticos "Gobernar es repartir dolor", "Regeneración", "El líder que marchitó a la Rosa", "IRPH: Operación de Estado" y de las novelas "Josaphat" y "El futuro nos espera".
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análisis

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A la derecha española le costó más de 20 años recuperar el poder después de la muerte de Franco. Después de 1975 aparecieron dos partidos principales, ambos fundados por exministros del régimen pero con un cariz muy diferente. Por un lado, estaba la Alianza Popular de Manuel Fraga, con un perfil muy conservador; por el otro, el Partido Popular de José María de Areilza y Pío Cabanillas, con un sesgo más cercano a la democracia cristiana alemana de la época.

Tras la aprobación de la Ley de Reforma Política redactada por Torcuato Fernández Miranda y llevada a las Cortes por el gobierno de Adolfo Suárez, el entonces presidente, que no estaba ligado a ningún partido político, decidió aterrizar en la formación fundada por Areilza, sacando a éste de la primera línea de la política nacional y eliminando las primeras siglas para convertirse en la Unión de Centro Democrático (UCD), un conglomerado de políticos de diferentes sensibilidades centristas que iban desde la socialdemocracia hasta el liberalismo, pasando, evidentemente, por la democracia cristiana. Este partido siempre mantuvo tensiones internas pero las supo frenar por el carisma de Suárez y de buena parte de sus ministros.

Sin embargo, tras la aprobación de la Constitución en 1978 y las elecciones generales de 1979 el barco se abrió en canal por las luchas internas que surgieron y que terminaron, en primer lugar, con la dimisión de Suárez de la Presidencia del Gobierno y, en segundo término, con la gran victoria del PSOE en octubre de 1982, con un intento de golpe de Estado de por medio.  

El otro partido de la derecha, Alianza Popular, vagabundeaba con resultados electorales mediocres que sólo tuvieron un incremento importante por la desaparición de UCD. En concreto, pasó en sólo 3 años de 1 millón de votos a 5 millones y se convirtió en la primera fuerza de la oposición.

No obstante, el gobierno de Felipe González seguía firme a pesar de las renuncias ideológicas en favor de una socialdemocracia más cercana al centro que a la izquierda y Fraga no lograba vencer. Eso provocó que en el año 1989, tras el fracaso de la moción de censura de Antonio Hernández Mancha, se decidiera una refundación de Alianza Popular en el nuevo Partido Popular que, desde 1990, estuvo presidido por José María Aznar.

Desde entonces, en el PP se unificaron desde la extrema derecha hasta la socialdemocracia más conservadora en torno al partido y al líder. Aunque había diferencias de opinión, la formación se manejaba con manu militari. Desde 1990 hasta 2018, tanto Aznar como Mariano Rajoy, no hubo más problemas que las diferencias entre Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón en Madrid que no afectaban a los resultados electorales.

Sin embargo, tras la moción de censura que llevó a la Presidencia del Gobierno a Pedro Sánchez, el PP se abrió en canal. Primero tuvieron que afrontar un congreso donde se presentaron varias candidaturas y que, finalmente, ganó Pablo Casado.

Todo indicaba que el joven líder iba a regenerar al partido pero la contundencia que mostraba en el Congreso de los Diputados contra el gobierno de Pedro Sánchez no se tradujo en buenos resultados en las elecciones generales de abril de 2019. Más bien al contrario, Casado obtuvo los peores resultados de la historia del PP y vio cómo Ciudadanos se hacía con una buena parte de sus votos perdidos y la extrema derecha conseguía 24 escaños.

De cara a las elecciones municipales de mayo de 2019 Casado no podía sacrificar en Madrid a primeras figuras del partido, así que decidió presentar unas listas encabezadas por dos desconocidos: Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida. Sin embargo, cosas de la Ley Electoral, obtuvieron los votos necesarios para poder gobernar tanto en la Comunidad como en el Ayuntamiento.

Mientras el alcalde de Madrid ha mantenido un perfil más institucional, Díaz Ayuso fue cogiendo un gran protagonismo, sobre todo por su postura de confrontación con el gobierno central durante la pandemia. En ese momento, la presidenta de Madrid era la mejor baza de Casado para derrotar a Pedro Sánchez.

Sin embargo, el punto de inflexión se produjo en las elecciones de mayo de 2021 cuando Ayuso arrasó en las elecciones anticipadas, quedándose a unos pocos votos de la mayoría absoluta, algo inédito en España desde que entraron en la escena política los nuevos partidos.

A partir de ahí, Casado empezó a verse amenazado ante la popularidad de Ayuso. Incluso, con la Convención Nacional preparada para exaltar y potenciar al presidente del PP, la que salió reforzada fue Díaz Ayuso y los gritos de «¡Presidenta, Presidenta!» que le dedicaron los afiliados que allí se congregaron.

La exigencia de la presidenta de la Comunidad de Madrid de adelantar el congreso regional del PP madrileño fue vista por Génova como una amenaza real contra Casado y eso no lo podían permitir. En consecuencia, es normal que intentaran, presuntamente, buscar trapos sucios para poder debilitar a Díaz Ayuso y consiguieron encontrar una vía de investigación a través del contrato en el que supuestamente intermedió el hermano de la presidenta madrileña.

Sin embargo, tanto Pablo Casado como Teodoro García Egea se han equivocado yendo a por Díaz Ayuso con presuntas malas artes y juego sucio, porque Ayuso no es Cristina Cifuentes. La crisis que han abierto puede ser de carácter terminal porque, aunque no es la primera vez que en el PP se filtran investigaciones contra quienes asomaban mucho la cabeza (no hay que olvidar nunca lo ocurrido con Cristina Cifuentes), Ayuso es un activo muy fuerte que, además, cuenta con el apoyo tanto de la ciudadanía como de los afiliados al partido.

Aunque ella no ha sido la responsable de esta crisis, la realidad es que hay que ver cómo Pablo Casado sobrevive a esto porque ahora no tiene los argumentos para salvarse como ocurrió en otras ocasiones. Casado ya no tiene a ETA, por más que quieran sacarlo en cada ocasión que tienen. Tampoco dispone del argumento de la amenaza a la unidad de España amenazada porque el pulso independentista catalán se ha relajado.

A todo lo anterior hay que unir la nefasta labor de oposición que está realizando Pablo Casado, atentando, incluso, a la lealtad mínima al anteponer sus intereses partidistas y denunciar constantemente a España ante las instituciones europeas para frenar la llegada de los fondos europeos, tan necesarios para la recuperación económica de toda la ciudadanía tras la pandemia.

La amenaza de la figura de Isabel Díaz Ayuso es la presunta causa para que se iniciara esta investigación o supuesta trama de espionaje contra ella, una estrategia que se ha vuelto en contra de la dirección nacional del partido, tenga o no tenga implicación directa en la misma. Dirigentes históricos del PP, como Esperanza Aguirre, ya están pidiendo dimisiones. José María Aznar ha dicho que la crisis de Ucrania se queda pequeña con respecto a lo que está ocurriendo en el Partido Popular.

 En consecuencia, la figura de Isabel Díaz Ayuso, como amenaza al liderazgo de Pablo Casado y al régimen de Teodoro García Egea, se va a llevar por delante a un partido muy debilitado por los casos de corrupción y por la debilidad de su presidente que, aun teniendo enfrente a un gobierno débil, no ha sabido aprovecharse de los errores de Sánchez y está fortaleciendo a la extrema derecha.

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2 COMENTARIOS

  1. Casado solo cumple órdenes y ya esta designado a ser el sustituto de Sanchez por las elites, para poder llevar a cabo la genda 2030. Le han dicho que liquide Ayuso ya que es una piedra en el camino para el globalismo al igual que VOX.
    Sánchez y Casado son dos psicópatas amaestrado, no tienen ningún problema en desmentirse asi mismos, sin despeinarse.
    Las órdenes a los mass media ya está dada, sacrificar a Ayuso, ya que estos medios cobran de esos mismos globalistas.

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