Alberto Núñez Feijoo, tal vez arrastrado por el populismo de Isabel Díaz Ayuso, ha vuelto a dar un espectáculo del absurdo. Para el presidente del Partido Popular, el proyecto de Presupuestos Generales del Estado aprobado hoy por el gobierno de Pedro Sánchez es «antisocial» porque no rebaja impuestos a las rentas medias y bajas. Para Feijoo el tope está en quienes ganen menos de 40.000 euros anuales brutos, es decir, 2.857 euros mensuales brutos en 14 pagas.
Sin embargo, el presidente del PP pasa por alto varios aspectos. La deriva populista a la que le está llevando Isabel Díaz Ayuso le obliga a lanzar titulares sin explicar, razonar o pensar en el contenido.
En primer lugar, Núñez Feijoo no hace ninguna mención a la subida impositiva a las rentas altas aprobada por el gobierno y que sería una solución para la contrapartida de lo que el Estado dejaría de recaudar si su propuesta fuera implementada. Más bien, el silencio del presidente del PP es la motivación de la defensa de los privilegios de los que más tienen.
Feijoo sigue con su deriva populista de la yihad neoliberal que pretende una rebaja impositiva a pesar de que lo que ahora necesita la ciudadanía es la protección del Estado. Mientras no suban los salarios, mientras las condiciones del mercado de trabajo estén basadas en la precariedad laboral, la temporalidad encubierta y una masa salarial más propia de un país en desarrollo que de la cuarta economía de la Unión Europea, las propuestas de Feijoo sólo debilitarían el escudo de protección social que sólo el sector público puede dar.
Para entender lo que Feijoo propone y la eficacia de estas medidas hay que analizar cómo se distribuyen los salarios en España. Según datos de la Agencia Tributaria de 2020, un 76,89% de la ciudadanía cobra menos de 30.000 euros brutos al año. Además, teniendo en cuenta los salarios miserables que se pagan en España, un 50% de la población estaría por debajo del mínimo exento de 14.000 euros. Por tanto, la medida propuesta por Feijoo apenas afectaría a menos del 20% de la población.
Dixo o galo (gallo) ó ver o coitelo (cuchillo): » a min dádeme coa parte de atrás ..» Non colou, claro, entroutras porque non entendemos ós galos, será polo cacareo. Pués ésto es lo mismo; no hay un Cristo que entienda un argumento que sólo trata de ir en contra del gobierno, y mucho más cuando carece de sentido alguno. Les salió mal, y Feijóo sólo será conocido en Galicia por sus errores de cálculo y «el catastrazo», como para ocurrírsele quitar en Galicia un impuesto con tanto patrimonio en minifundio que favorecería a todos. No es la cacicada andaluza. En Galicia hubo – hay todavía pese a él – una base empresarial sólida y sólo el PP es responsable de su deterioro. No pueden echar las culpas al gobierno central porque desde Felipe González – que sí y mucho – no hubo quien jodiese más a los gallegos que los gobiernos de Aznar y Rajoy, desde los astilleros hasta Alúmina pasando por los solares que dejaron sus erróneos cálculos en la ubicación de polígonos industriais y comerciais. Ni Suárez ni Zapatero tuvieron culpa alguna, sino todo lo contrario.
Pienso que la trama de corruptelas en forma de contraprestaciones por votos que triunfa en Galicia no dispone de una red clientelar fuera del país, y aunque me sorprende que supere a Sánchez en las encuestas no está en condiciones de gobernar tanto país por comunidades y no tiene puta idea de nada como para presentar un paquete que no le explote en las manos. Cuando tuvo una iniciativa, en principio plausible, nos dejó un pufo de carallo y una deuda inasumible a los astilleros vigueses. Los floteles que en principio eran para Pemex… Bueno… No tiene desperdicio esta historia por los escándalos que provocaba aquí y en México. En Madrid cogería un gobierno con las cuentas hechas por palilleiras de Camariñas, lo que en mitad de una crisis como la que vivimos le resta toda posibilidad de meter la mano porque se enfrentaría a importantes revueltas, o sólo porque no sería fácil eliminar las medidas de Sánchez cuando tu propio partido en Europa las apoya. En Santiago acababa siempre -matizando a su favor y dejando pasar el tiempo lo razonable- haciendo todo aquello que denuncia Ana Pontón, única oposición seria y una tipa con un talento extraordinario que deja en caricatura a la Yoli. Se hundirá solito por la matemática y la física; su nueva ancla pesa más que su viejo bote.
Pero con fariña, ei! Que voltas dea a roda do muíño.