Angela Merkel, canciller alemana actual y desde hace casi 14 años, ha visitado hoy por primera vez el memorial del campo de concentración nazi ubicado al sur de Polonia, en Auschwitz.

Son 200 hectáreas con 155 edificaciones, 300 ruinas entre las que se encuentran las cámaras de gas y los crematorios.

Fue en el año 1979 cuando se declaró el lugar como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Cada año recibe la visita de más de un millón de personas que proceden de todas partes del mundo.

La canciller alemana ha sido invitada por la Fundación Auschwitz-Birkenau, que es quien administra el fondo de conservación del memorial. Alemania es el principal donante de esta fundación, que lleva ya diez años trabajando para preservar la memoria de los aberrantes crímenes cometidos. Merkel ha anunciado hoy que dotarán con 60 millones de euros los fondos de la Fundación para que continúen su tarea.

Sin embargo no ha sido la primera canciller en hacerlo, pues ya habían estado allí Helmut Schmidt (1977) y Helmut Kohl (1989 y 1995).

Allí ha podido hacer un recorrido por los lugares donde se produjo la masacre de más de un millón de personas durante la II Guerra Mundial. La mayoría de las personas asesinadas eran judíos.

Angela Merkel ha realizado la visita acompañada del primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki. Juntos han realizado una ofrenda en honor de las víctimas y ha mantenido un minuto de silencio ante el muro donde se produjeron algunos de los asesinatos.

La visita ha sido bien recibida, y se ha producido en el momento en el que desde Polonia exigen a Berlín que se encargue de reparar los daños causados por la Alemania nazi durante la II Guerra Mundial. Una reclamación que lleva años produciéndose y cayendo hasta ahora en el olvido por parte de los alemanes.

Angela Merkel ha sido contundente en su discurso y se ha mostrado «profundamente avergonzada por los crímenes atroces que cometieron los alemanes en este lugar, que van más allá de todos los límites imaginables». Además, ha dicho que solamente cabía guardar un respetuoso silencio porque «no hay palabras para describir toda la tristeza y el sufrimiento de quienes fueron asesinados, torturados y humillados aquí».

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