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Andalucía abre la puerta a un bipartidismo sin Pedro Sánchez

Los desastrosos resultados de las candidaturas a la izquierda del PSOE y el techo que ha tocado Vox provocará que los votantes retornen a las opciones tradicionales de cara a una gran coalición en las próximas elecciones generales

José Antonio Gómez
José Antonio Gómez
Director de Diario16. Escritor y analista político. Autor de los ensayos políticos "Gobernar es repartir dolor", "Regeneración", "El líder que marchitó a la Rosa", "IRPH: Operación de Estado" y de las novelas "Josaphat" y "El futuro nos espera".
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análisis

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La abrumadora victoria del Partido Popular en Andalucía ya ha pasado a la historia de la política. Un hito que se ha sustentado en la debacle absoluta del proyecto de Pedro Sánchez, ya que han sido decenas de miles de votantes del PSOE que han decidido que Juanma Moreno Bonilla era su candidato.

El fracaso de Pedro Sánchez, que ya se veía venir tras las abrumadoras derrotas en la Comunidad de Madrid, Galicia y Castilla y León, es un hecho y este hombre no puede seguir ni un minuto más al frente del PSOE porque ya se ha convertido en un lastre. El problema está en que no se trata sólo de una cuestión orgánica del Partido Socialista, sino que Pedro Sánchez sigue siendo presidente del Gobierno, lo que supone que el pueblo español seguirá sufriendo la gestión errática e ideológicamente incoherente que se está desarrollando desde el Palacio de la Moncloa.

¿Va a cambiar Sánchez su modo de gobierno por los resultados de las elecciones andaluzas? No, evidentemente no, porque, tal y como se comprobó en las declaraciones de ayer y en las de esta mañana de los dirigentes socialistas, no hay ni un solo indicio de autocrítica y sí mucho traslado de responsabilidad en los otros. Esta situación es similar a cuando a un equipo de fútbol el rival le ha «pegado el baño del siglo» y le echa la culpa de su derrota a que el VAR no vio un penalti dudoso. Excusas de mal pagador.

Sin embargo, las consecuencias de estos resultados van más allá del futuro de Pedro Sánchez porque, al igual que ocurrió en 2014 con la irrupción de Podemos y Ciudadanos en la vida política, se va a producir un cambio de ciclo político en el que la ciudadanía apostará por el retorno a la supuesta estabilidad que da el bipartidismo o el turnismo.

Tras la crisis de 2008, que en España impactó más fuerte un año después, el pueblo culpó precisamente a ese bipartidismo de ser los responsables de no saber responder a las demandas ciudadanas. La causa de esta asimilación respondía a que los polos ideológicos del PP y del PSOE ya eran indefinibles en un momento en que se empezaban a ver las primeras colas del hambre.

La irrupción de Podemos y Ciudadanos abrió cierta esperanza que se consumó con una fragmentación absoluta del arco político que, en primer lugar, los partidos no han sabido manejar ni han entendido y, en segundo término, la ciudadanía ha visto que no soluciona sus problemas reales. Ahí está el quid de que se vaya a producir un retorno a ese bipartidismo.

Ciudadanos es ya un partido en vías de extinción, como ya le ocurrió a la UPyD de Rosa Díez. Las confluencias a la izquierda del PSOE, llámese Podemos, Más País o Izquierda Unida, van de fracaso en fracaso y la ineficacia o la incapacidad de lograr los avances sociales prometidos que han demostrado en el Gobierno de España han matado la esperanza que millones de personas habían depositado en estas opciones y, si no cambian mucho las cosas, el escenario al que volverán será el de la Izquierda Unida previa al 15M.

La extrema derecha, que tanto ha crecido desde que Pedro Sánchez ocupa la Presidencia del Gobierno, parece haber tocado techo y este hecho se ha producido, no por la acción de la izquierda, sino porque el Partido Popular está sabiendo modular muy bien los mensajes y las formas desde que Alberto Núñez Feijoo accedió a la Presidencia de la formación conservadora.

Por tanto, tanto el PSOE como el PP, tras los resultados de Andalucía tienen abiertas las puertas para el retorno del bipartidismo. El Partido Popular, evidentemente, porque se encuentra en la posición triunfadora. El Partido Socialista, porque dispone de un aparato suficiente como para conseguir volver a captar a todos los desencantados que apoyaron en el pasado a las confluencias a su izquierda. Eso sí, el PSOE sólo logrará eso si Pedro Sánchez no lidera ese cambio político.

Grave crisis de la izquierda española

Lo que está claro es que la crisis política está en la izquierda y en el estudio y análisis errático de la realidad del pueblo. A la gente ya no le sirve el discurso genérico de defensa del estado del bienestar. Para el pueblo, el bienestar empieza en cada uno y en que los partidos que teóricamente les tienen que defender frente a las élites gobiernen desde una gestión realmente progresista de gobierno.

En Andalucía, Vox, aun habiendo tocado techo, ha superado en votos a las confluencias a la izquierda del PSOE, los votos de Ciudadanos han terminado en el PP cuando dentro de la masa de votantes del partido naranja había mucho socialdemócrata que, teóricamente, debería haber apoyado al PSOE de Sánchez que renunció al socialismo para ir hacia otra senda más cercana a los intereses de los que de verdad mandan. Sin embargo, la derecha sube y la izquierda entra en crisis absoluta y la única razón es que no saben leer lo que la ciudadanía quiere de ellos.

No sirve meter el miedo sobre que la sanidad y la educación pública están en peligro cuando gobiernan las derechas porque hay millones de familias cuya situación está por debajo del umbral de la pobreza extrema. Eso es hablar en abstracto y la gente exige ahora concreción en las propuestas.

No sirve hablar del peligro de la llegada de la extrema derecha en las instituciones cuando desde el gobierno se está fracasando un día sí y al otro también en las políticas aplicadas.

No sirve tampoco decir que se ha aumentado el salario mínimo o que se ha hecho una reforma laboral cuando la realidad indica que se siguen produciendo abusos a las clases medias y trabajadoras por parte de la patronal en materia salarial y en las condiciones de trabajo o que los sueldos de una gran mayoría de familias son ínfimos por más que se tenga un contrato indefinido.

La ciudadanía es más lista de lo que desde la política se piensa y ahora lo está demostrando. El golpe a la izquierda en Andalucía es el preludio de lo que ocurrirá en toda España en las próximas generales, por más que desde el PSOE se quiera transmitir lo contrario.

La izquierda le ha dado la espalda al pueblo al que teóricamente están obligados a defender y ahora la ciudadanía le ha pasado otra factura más que los partidos progresistas están pagando desde la complacencia, la soberbia y la incapacidad para leer lo que se les está exigiendo. 

La Gran Coalición, un proyecto en marcha

Durante el otoño de 2021 se produjeron diferentes hechos que provocaron que en los mentideros políticos se hablara de una operación de alta política que se estaba desarrollando entre los dos grandes partidos. La coincidencia en el tiempo de la Conferencia Política del PP, donde José María Aznar tuvo casi más protagonismo que el propio Pablo Casado, y del 40 Congreso del PSOE, donde retornó Felipe González y se renunció absolutamente el socialismo para focalizar el discurso sobre la socialdemocracia, provocaron ese proyecto de Gran Coalición se filtrara desde los dos ámbitos ideológicos a los periodistas como algo que ya estaba en marcha.

Tras los resultados de las elecciones andaluzas ese proyecto puede estar cada vez más cerca. Dentro del PSOE ya se escuchan voces discrepantes con la soberbia demostrada anoche en los diferentes análisis que se hicieron tras conocerse la victoria abrumadora y el desplome del Partido Socialista.

La ciudadanía ha dado un aviso: quiere estabilidad política y que sus problemas reales se resuelvan, pero no las necesidades de un colectivo o de una clase, no, los problemas de cada cual y en eso está fallando la izquierda.

Eso sí, el bipartidismo e, incluso, la Gran Coalición sólo puede funcionar si al frente de los grandes partidos hay liderazgos coherentes con su ideología y dialogantes para alcanzar grandes consensos que beneficien única y exclusivamente al pueblo. Pedro Sánchez ya ha demostrado que no es un hombre de consensos, sino de imposiciones. Habrá que ver si Feijoo cumple con sus actos lo que dice ser pero que no hizo cuando gobernaba en Galicia.

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