Tal y como publicamos en Diario16 en enero de 2020, Ana Patricia Botín presume de feminista, de ecologista, de promover la meritocracia, de transparencia o de ser fiscalmente responsable, pero es completamente todo lo contrario de lo que presume.
Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, el oxímoron es una combinación, en una misma estructura sintáctica, de dos palabras o expresiones de significado opuesto que originan un nuevo sentido, y pone como ejemplo «un silencio atronador». En definitiva, es una composición en la que se complementa una palabra con otra de significado opuesto.
Por otro lado, el populismo es la tendencia política que dice defender los intereses y aspiraciones del pueblo.
Ana Patricia Botín, en la última semana, ha demostrado lo que llevamos denunciando en estas páginas desde hace años: es una presidenta populista y ese espíritu de populismo es insuflado a las estrategias de marketing de Banco Santander.
La semana pasada estuvo cargada de ejemplos de ese populismo de la presidenta del primer grupo bancario español. En primer lugar, el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Ana Patricia Botín no dudó en afirmar a través de su cuenta de Twitter que «como muchas otras mujeres, he afrontado prejuicios en mi vida y carrera. Hubo un tiempo en que me llamaban condescendientemente ‘la niña’, a pesar de que llevaba casi dos décadas trabajando en la banca».
Esto, evidentemente, generó la indignación de la ciudadanía, puesto que la señora Botín se colocaba de ejemplo de algo en lo que, evidentemente, no lo es.
Ana Patricia Botín sorprendió al mundo cuando, en una entrevista en la Cadena SER, afirmó que ella era feminista. Estas palabras calaron en mucha gente. Hubo, incluso, quien en público felicitó la valentía de la presidenta del Santander al hacer esta confesión. Sin embargo, la realidad del feminismo de Ana Patricia Botín la desveló ella misma en una junta de accionistas cuando reconoció que ella era feminista «porque es bueno para el negocio».
Los hechos demuestran que, en realidad, es sexista y clasista. Esto se ha puesto de manifiesto en los ERE del Santander en los que los trabajadores que se han ido a la calle han sido, en gran parte, mujeres embarazadas, con hijos y con reducción de jornada, tal y como hemos publicado en Diario16 a través de los testimonios de las afectadas.
¿Qué feminismo es ese que se nos pretende vender cuando se echa a la calle a madres trabajadoras con hijos que tienen reducción de jornada y sólo intentan conciliar su vida familiar con la profesional?
Como también publicamos en su día en Diario16, un informe de febrero de 2017 de la asociación Committee for Better Banks evidenciaba cómo el Santander utilizó prácticas discriminatorias que le convertían en el banco del noreste de Estados Unidos que más préstamos denegaba a las mujeres, a negros y latinos. Estas prácticas llevaron a la Ciudad de Providence a demandar al Santander y a que el Departamento de Justicia iniciase una investigación sobre estas prácticas discriminatorias. El informe ponía también como ejemplo a la ciudad de Philadelphia donde, en 2015, el Santander denegó el 32% de los préstamos a las mujeres lo que representaba un 21% de rechazo superior a los del resto de bancos.
En la ciudad de Madrid, por ejemplo, el mismo día 8 de marzo aparecieron dos carteles supuestamente del Santander que mostraban más a las claras la realidad tanto de la presidenta como de la entidad. En esos carteles se podía ver la imagen de Ana Patricia Botín bajo los lemas «Gracias por manifestarte. Todas las mujeres somos iguales, pero unas más que otras» o, directamente, «Todas las mujeres somos iguales, pero unas más que otras».
Según publicó maldita.es, Banco Santander afirmó que esos carteles no pertenecían a ninguna campaña oficial y la empresa que gestiona esos espacios publicitarios, Clear Channel, aseguraron que fue una acción no autorizada y que los soportes habían sido forzados para incluir esos carteles.
Sin embargo, el mensaje ofrecido es una muestra perfecta del feminismo impostado de Ana Patricia Botín.
Crisis energética
La presidenta del Santander no podía dejar pasar las declaraciones del comisario europeo Josep Borrell sobre la temperatura de la calefacción para hacer otra campaña populista e intentar mostrarse como una mujer concienciada con los problemas que asolan a la sociedad.
En una entrevista publicada por el diario El Mundo, Ana Patricia Botín, no dudó en afirmar que «yo he bajado la calefacción en mi casa a 17 grados. Son pequeñas cosas que los consumidores podemos hacer».
Además del cachondeo que se produjo en las redes sociales con versiones muy diferentes de ese mensaje, la realidad es que esas declaraciones de Ana Patricia Botín estaban muy bien medidas para ponerse a ella misma como la vanguardia de la lucha por la rebaja del consumo de energía y de la lucha contra de dependencia del gas ruso. Sin embargo, ¿alguien la cree? ¿Nadie le dice a la señora Botín que con estas declaraciones está consiguiendo el efecto contrario al perseguido?
En consecuencia, con estas dos manifestaciones de la semana pasada Ana Patricia Botín ha demostrado, una vez más, que es la populista mayor del Reino de España. Allí donde haya una causa que está a la vanguardia del activismo o de la reivindicación, allí que llega ella y su banco, como si fueran los Cascos Azules de la ONU, para presentarse como los adalides de dicha causa.
Sin embargo, el populismo tiene la desventaja de que la realidad desmonta todo el aparato de propaganda sobre el que se sustenta. Respecto al feminismo y a la lucha por los derechos de las mujeres, además de comportamiento contra las madres con reducción de jornada o embarazadas, no hay más que recordar una campaña publicitaria del año 2019 relacionada con la lucha contra el cáncer de mama:
No obstante, lo mismo se puede decir, por ejemplo del compromiso del Santander con la lucha contra el cambio climático. Mientras Ana Patricia Botín realizó un publirreportaje con Jesús Calleja en Groenlandia donde se vio a la presidenta del Santander conmocionada por las consecuencias del calentamiento global, el banco que preside sigue invirtiendo o financiando decenas de miles de millones de dólares en proyectos de prospección de combustibles fósiles, entre los que se encuentran varios de arenas bituminosas.
Lo mismo ocurre con el compromiso del banco con la reforestación. Mientras anuncian campañas de marketing de plantaciones de árboles masivas o de emisión de bonos verdes, la realidad es que Banco Santander ha invertido o financiado en los últimos años más de 8.000 millones de euros en proyectos de deforestación del Amazonas que van desde la ampliación de los campos de cultivo de soja hasta plantaciones para aceite de palma.
Por tanto, Ana Patricia Botín y el banco que preside han pasado del oxímoron al populismo. Sin embargo, tienen que saber que la ciudadanía no es ignorante y sabe dónde colocar sus ahorros porque, no en vano, en 2021 más de 400.000 personas dejaron de ser clientes del Santander, mientras que su competencia directa, BBVA, ganó 700.000.
No sorprende a nadie, dice el refrán: «de tal palo tal astilla». Está donde está por ser hija de quien era, y no olvidamos quien era, lo que decía y hacía.