El ser humano siempre ha tenido la obsesión de dar nombre a la arquitectura del dolor. Michel Houellebecq, en La posibilidad de una isla, ya establecía que el ser humano si era capaz de dar forma a la sonrisa, esa deformación facial que sólo el ser humano podía crear, era porque en algún momento de su vida había experimentado la mayor cruel del mundo.
Almudena Tapia en su obra afronta del dolor y su concepto artístico no sólo como un sentimiento físico que atormenta al artista, sino que también explora la parte sensorial, semántica y conceptual del lamento. Como el hecho en acto de su explicación personal del mundo, para delimitar algún tipo de dolor vivido. En este último extremo, la sociedad que le ha tocado vivir, presenta un vacío existencial en muchas de las perspectivas donde su obra alcanza la mayor dimensión de comprensión del medio y del material que la sustenta.
Quizás, es por ello, que la obra de Almudena Tapia transita en este último periodo de su traytectoria creativa los márgenes de los cuerpos, los límites del dolor humano que subyacen en las cunetas. Parte de la memoria más reciente de una sociedad que amenaza con volcar y que necesita de forma imperativa resarcirse de su cadalso, para seguir avanzando espiritual y emocionalmente. Estas son las galerías del alma que se ocultan detrás de cada trazo, de cada pincelada, de cada tapiz que emerge de los dedos de la artista.
“El dolor permanece aún entre sus gentes, en muchos casos sin ser conscientes de su procedencia. El arte y sobre todo, ese momento de trance creativo que es aproximarse a la realización de un cuadro, dibujo o escultura, en mi opinión, puede tener la particularidad de modificar las formas de pensamiento, no solo del creador, sino del modelo inspirador de la misma obra”, Almudena Tapia dixit.
El acto creativo debe transformar los conceptos y los símbolos que se establecen alrededor del universo más inmediato del ser humano. Y que, de alguna forma, debe superar los límites que el dolor y el abismo de las víctimas infligen en la propia memoria del ser y, por ende, en la propia memoria su pueblo.
5 Elegías para Carpio, expuesta en Madrid, en la Galería San, Zapadores Ciudad del Arte, supone para la artista la continuación del proyecyo Tierras Negras, un mapa de las fosas comunes que el fascismo dejó tras de sí en España. En esta ocasión las 5 Elegías para las 5 fosas de El Carpio de Tajo, de la provincia de Toledo, supone la reivindicación de ese lugar común silenciado, que se abre dentro de nuestra arquitectura del dolor y que busca la redención con la memoria y el recuerdo de todas aquellas personas, cuyas vidas fueron arrebatas y condenadas al olvido. La exposición estará a disposición del público hasta el próximo 7 de mayo. Su obra también ha sido expuesta en MECA Mediterráneo Centro Artístico, Almería, bajo la dirección y comisariado del artista plástico Fernando Barrionuevo y Rosa Muñoz Bustamante, con motivo de PHotoEspaña.
Almudena Tapia nos presenta el paisaje que quedó marcado por la herida, por al historia, por la memoria recién de una sociedad que está abocada al suicido colectivo, si no es capaz de asumir sus responsabildiades comunes y el dolor que desquebraja las más íntimas estancias del ser.
Quizás, en esa tarea, la sociedad actual pertenece a esa generación que hoy puede mirar a los ojos de la gente y puede hablar, sin tapujos ni cortapizas, sin ningún régimen que cercione la libertad de pensamiento o de expresión. Un derecho bidireccional que debe ser protegido con el compromiso y la honestidad con la que los artistas, como Almudena Tapia, se enfrentan a la obra y a la sociedad que les rodea.
Así, Almudena Tapia presenta en su obra la casa como refugio, como ese lugar de reconocimiento que durante años no les dejaron tener y que a través del acto pictótico, cobra vida y representa a parte de una sociedad olvidada por la historia. Porque la historia en sí misma es una casa, es un lugar de plegaria, donde el ser humano inclina y deposita sus rodillas, manchadas y teñidas de tierra de sangre. De la misma materia con la que están hechas el tétano de las mujeres y de los hombres, de un país que se resiste ser arrastrado al olvido y al anonimato. Y que pugna contra su propio yo, en un ejercicio de humildad y justicia.
5 Elegías para Carpio representa el recogimiento y el recuerdo del ser humano ante el dolor, ante la redención, ante el pecado de haber vivido y no haber movido ni un sólo dedo por evitar el abismo y el vacío del ser. Así, la multitud de casas con diversas formas y abstracciones, el firme trazo con el que se dibuja cada una de sus habitaciones interiores, de cada uno de los dibujos esbozados por Almudena Tapia son edificadas desde el discurso y el silencio, desde el vacío y el dolor, desde la conciencia que esas son nuestras casas y es necesario habitarlas.