Cuando ya pensábamos que lo teníamos todo hecho que éramos los NÚMEROS UNO DEL MUNDO y nadie nos iba a toser nunca más y en ningún momento, a las primeras de cambio, exactamente a las primeras de cambio, NUESTRO NÚMERO UNO EN SU DEBUT EN LA COPA DAVIS, ya que no jugó en la primera ronda contra Serbia, fue derrotado. El grandísimo Carlos Alcaraz fue derrotado por un Aliassime que era una pared y un martillo, que quería ganar por encima de todo, demostrar que era tan grande como el número 1 del mundo, o incluso más grande.
La Copa Davis, por supuesto, no es un torneo de tanto relumbrón como los Gran Slam y mucho menos como el ranking de la ATP. En comparación con haber ganado el Open de los Estados Unidos y llegar a ser el número 1 del mundo de la Copa Davis es casi anecdótico. Pero el público pensaba que sería sencillísimo, que Alcaraz ganaría sí o sí. No ha sido así. Y esa es la grandeza del tenis. El mejor puede caer en cualquier momento. Pero también puede levantarse. Y estamos seguros de que eso es lo que hará Alcaraz en el próximo partido, cuando le toque enfrentarse a los tenistas de Corea del Sur. Levantarse y vencer.
En la derrota o en el triunfo: semper fidelis.
Tigre Tigre
