La noticia me llega rebotada a través de La Esfinge, una de las musas más míticas de Tigre Manjatan:
el Ministerio de Cultura dará 5.000 euros a 100 escritores para gastárselos en juergas. Es un buen titular, y al principio, como el escritor y articulista Alberto Olmos bien sabe, incita a la sonrisa.
Los escritores somos gente juerguista; también juerguista. Abrí el enlace del artículo enviado por La Esfinge con esa sonrisa optimista que buscaba Olmos y algunos muy buenos recuerdos de la época en la que las fiestas del libro con motivo de la Feria eran una maravilla: genial Ramdon en aquella fiesta del Teatriz en el 2014, generosa siempre Planeta, elitista Alfaguara…, y empecé a leer con una muy pequeña y prudente esperanza: si repartían un millón de euros, de los Fondos Europeos, claro, quizá podría aspirar a algo. Llevo años trabajando en un libro bastante imposible: LAS CARPETAS DEL TIEMPO, un pulso a la muerte y al paso de los años, y una bequita quizá podría ayudarme a dedicarle un par de meses exclusivos y acabarlo.
Enseguida me di cuenta que no. Y recordé otras becas, otras convocatorias… a la pólvora de Rey sólo tienen acceso los validos. Pero lo curioso de la beca, en el artículo se dice que será de 10.000 euros y dos meses para cien escritores o ilustradores o traductores, es que debe utilizarse para salir al extranjero y hacer de embajada de España (hasta ahí bien) pero que no puede gastarse en alquilar una casa porque a quien se le conceda la beca tiene que conseguir una institución extranjera que acepte su visita (y por lo tanto que le invite). Y además, explica Olmos, el dinero no se puede ahorrar para pagar el cole de los críos o la hipoteca, o el arrocito que nos preparamos en casa porque las ventas de nuestros libros no dan para mucho más. No; nos explica el escritor y articulista, que los 10.000 pavos hay que fundírselos. En ese punto no creo que sea para tanto, seguro que se puede hacer alguna trampita y guardarse unos billetitos para pagar el cole del criajo (pero hay que hacer la trampita, y así somos todos iguales). Pero lo que sí parece incuestionable es que del pesebre con paja made in Europa van a comer los mismos de siempre.
Me ha gustado mucho el artículo; en general es una maravilla el trabajo que Olmos hace desde su atalaya bautizada como Mala Famaa favor de la auténtica y casi invisible literatura española, pero es lo que hay. Los buenos escritores no interesan, las plazas para comer todos los días ya están copadas, y cuanto más mediocres y menos artists sean los nuevos autores: mejor que mejor. Como en aquella película de Woody Allen, sátira de James Bond, en el que el neoyorquino quería inventar una bomba para matar a todos quienes midieran más de un metro cincuenta, y así quedarse con todas las mujeres guapas del mundo. Esa bomba la tiraron en España Prysa y alrededores hace muchos años; y aunque han perdido poder todavía les quedan muchos viejos francotiradores dispuestos a volarle la cabeza a cualquiera que haya dedicado su vida entera a escribir y pueda convertir en bajitos y enanos a sus satisfechos protegidos.
(Mecanografía:MDFM)