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Agitación

No hay acción sino reacción

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Con miedo observo el deslizamiento que está produciéndose en nuestra sociedad, catalizado por el virus… La prensa de información desaparece en favor los comentaristas, la política desaparece en favor de la agitación. Hasta dónde queremos llegar.

Lo que voy a decir no supone una coincidencia con la gestión que este Gobierno está desarrollando durante la crisis pandémica; ni siquiera  un apoyo al 100% de la constitución del gobierno y sus pactos… Aclaro esto, precisamente, porque parece que si uno no critica algo es que está a su favor y si lo critica es que está en contra… Nuestra jactanciosa era de la imagen, ha caído en una interpretación tan simple de la realidad que desespera a quien mínimamente tenga un nivel de abstracción post-infantil.

Estoy dejando de mirar las redes sociales, el odio me daña intelectualmente. Apenas oigo noticias, lo sucinto, porque me indigno de tal forma que me afecta a mi estabilidad emocional. La catástrofe cultural de nuestra sociedad se enmascara con mucha facilidad; un porcentaje de la población minoritario vive en un ambiente que le permite tener pensamiento libre y su ejercicio, y por aquello de las afinidades electivas nos rodeamos de gente con los que compartir más o menos formas de vida. Pero, y hay que decirlo, basta asomarse a la calle para ver que la Enseñanza (y esto incluye a la Universidad, que se escaquea siempre en sus limbos de indicadores retroalimenticios) ha dejado de cumplir su función. Bajo una capa leve de barniz académico, la estulticia, la ignorancia más atrevida (que consiste en creer saber sin apercibirse de la necesidad de aprender todo cada día), campan por una sociedad que alardea de acceso a la información promoviendo la estupidez más flagrante y rebajadora.

Dirán que insulto gratuitamente. No. Me atengo a lo que veo, sólo si esto que acabo de describir es así: se entiende el éxito de los agitadores en política. Seré sincero, a mí sólo me agita lo que considero; sabiendo que la libertad es una mentira teológica, me considero libre porque tengo un criterio con el formar mis propias opiniones, no exentas de error. Cuando uno se deja arrastrar por la marea del agitador, no es más que masa inercial, inerte, una cosa usada por otro. Indigna como inteligencia humana.

Podría decir que hay que parar, que es momento de reflexión, pero esto es una ola gigante que viene y nos va a alagar sí o sí, no va a cesar por mucha buena voluntad que aportemos. La sociedad está podrida, y no es lo peor la enfermedad vírica sino la decrepitud del Humanismo, el uso como medio de las personas en vez de como un fin en sí mismas: derechos, dignidad, justicia….

Entrando en mi vejez miro con sorpresa manifiesta como coetáneos míos (algunas amistades más o menos) que siempre he considerado cultos y ecuánimes languidecen en la barbarie de la agitación, promoviendo bulos, atacando “ad hominem” (o “mulierem”), rebatiendo sin análisis, pero sobre todo: sin propuestas. Me avergüenzan. No se es inteligente sumándose a un símbolo.

Propuestas, pensamiento. Yo me he consignado no atender a una sola crítica contra ningún gobernante ( se podría extender a otros ámbitos) que no venga acompañada por un razonamiento alternativo, por una proposición de actuación sustitutoria y valorable. Lo demás no me interesa, salvo como sentido del humor, la risa no requiere justificación y ése es su valor catárquico. El problema es que con los chistes no se gobierna, y de chistosos (involuntarios) estoy hasta los cojones.

Porque al final todo es reacción, no hay acción sino reacción: vivimos en una etapa reaccionaria, y hemos de estudiar, reflexionar, plantear, presentar, ofrecer, vivir para no ser tábidos vejestorios memorando bondades que, en realidad, nunca fueron.

Política y agitación son socios prebélicos. Lo dije arriba, nos estamos deslizando de la política a la agitación, que es cosa bien diferente: aquélla genera adversarios, enemigos ésta. Pasan los días y cada vez aprecio más el confinamiento, porque el exterior no es que me asuste: es que me aterroriza. A nadie con una mínima sensiblidad le puede gustar esta derrota, navegamos hacia la zozobra. No se pregunte por qué, no sirve: usted debe ser digna, intente usted ser humano, usted… no se pregunte por los demás.

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