Las derechas de este país se caracterizan por la indignidad cuando no están en el poder, sobre todo cuando están lideradas por personajes ideológicamente más cercanos a Santiago Abascal que a Mariano Rajoy. Ya lo vimos con José María Aznar que no dudó en utilizar el terrorismo de ETA o a sus víctimas —habiendo sufrido él un atentado— como arma contra el gobierno de Felipe González.

En la actualidad no está ETA, por más que a algunos y algunas dirigentes del Partido Popular, como Cayetana Álvarez de Toledo, que buscan cualquier ocasión para volver a poner sobre la mesa el tema del terrorismo. Por esa razón las derechas y los ultras necesitan buscar cortinas de humo de cara a la ciudadanía para tener entretenidos a los ciudadanos y ciudadanas y que se olviden de las consecuencias de las políticas neoliberales que defienden, las mismas políticas por las que la ONU acaba de condenar a España. Las derechas y los ultras pretenden ocultar tras la propaganda la desigualdad y la pobreza que siempre provocan cuando están en la Moncloa.

Ahora el tema es Venezuela, como lo es Cataluña o, en su momento, Gibraltar. Estas estrategias para hacer oposición tienen algo en común: no influyen de ningún modo en la vida diaria de la ciudadanía. Una persona con un trabajo precario y un salario más propio del tercer mundo, ¿qué le importa Venezuela? Un pensionista que no llega a fin de mes, ¿qué le importa Gibraltar? ¿Influye en el bienestar de la gente el conflicto político de Cataluña? Evidentemente, sólo las políticas basadas en la justicia social del gobierno progresista pueden hacer frente a las necesidades reales del pueblo. El nacionalismo patriótico sólo da de comer a las mentes débiles que anteponen una bandera a lo realmente importante.

Como decimos, ahora el tema, el «raca-raca» de las derechas y de los ultras es Venezuela. ¿Qué han hecho el PP, Ciudadanos y Vox por el pueblo venezolano? Hablar mucho y hacer poco, esa es la realidad. Y, eso sí, utilizar el tema, en la vertiente que les interesa, para atacar a la izquierda. También es verdad que no pueden hacer mucho más cuando son los líderes conservadores son agasajados, y ellos aceptan el agasajo, por aquellos que se enriquecieron gracias al expolio de medio billón de dólares que pertenecía al pueblo de Venezuela y que viven en los mejores barrios de Madrid.

Continuar estirando el asunto de la supuesta reunión del ministro Ábalos con la vicepresidenta de Nicolás Maduro no tiene más que dos lecturas: la primera es simple, tratar de tapar el hecho de que José Luis Ábalos evitó una grave crisis diplomática, según indican los informes policiales; en segundo lugar, es la demostración palmaria de que las derechas y la ultraderecha no tienen estrategia para hacer una oposición democrática y digna a este nuevo gobierno y, por ende, no son alternativas para alcanzar el poder.

Sin embargo, se sigue con el «raca-raca». Ya ha habido tribunas en las que se ha llamado al incidente como el Delcygate. Bueno, la realidad es que las derechas y los ultras no están haciendo otra cosa que utilizar a los poderes mediáticos que controlan a través de las dictaduras privadas para aplicar los principios de orquestación de Joseph Goebbels. El primero indica que hay que lanzar la misma idea y repetirla constantemente «desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto», es decir, que si una mentira se repite muchas veces, acaba convirtiéndose en verdad. Eso es lo que están haciendo las derechas y los ultras con este tema, con el que ya llevamos más de 15 días y donde hay documentos oficiales que contradicen las versiones contrarias a la actuación de Ábalos.

Ahora ya se está empezando a hablar de una trama de dinero venezolano que llegó a Colombia a través de Bolivia y, como no podía ser de otro modo, teniendo en cuenta el nivel de indignidad de esta oposición de las derechas y de los ultras, ya se está pretendiendo vincular con esa supuesta trama a Ábalos. No tengan dudas de que, en 3 semanas, el ministro de Transporte habrá sido el responsable de la muerte de Manolete o el instigador del magnicidio de Dallas. ¡Por favor!

De lo que no hablan las derechas es del flujo de dinero desde paraísos fiscales y que llegan a España para ser blanqueado, tal y como demuestran documentos oficiales de diferentes países, todo ello gracias a que los gobiernos de las derechas lo permitieron e, incluso, dieron facilidades para que esos venezolanos que expoliaron a su propio pueblo y que, en algunos casos, sólo se hidratan con botellas de Dom Perignon, se instalaran en las zonas más exclusivas del país.

Ábalos no negoció nada con la señora Rodríguez, como tampoco es cierto que se llamara a Pedro Sánchez ni a nadie del gobierno para que conversaran con la vicepresidenta de Maduro.

1 COMENTARIO

  1. A tal señor tal honor. A tal poder tal castigo, por mentir. Eso debería ser. Esta gente no mata pero induce a matar.Matar la buena imagen de un hombre procurando éxitos a su gobierno. Crear situaciones donde sus mentiras puede provocar terrorismo y agresiones. «apor ellos oeoeoe». Por ejemplo. Debería existir una ley que castigara la inducción a la mentira y a actos violentos. Seguramente solo existe para atacar a los catalanes y ser juzgados por prevaricadores. Creo que el Sr. Ábalos me ha hecho olvidar, un poco, que pertenece a un partido del 155.

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