Sí, toda huelga es política, como toda acción que realizamos en sociedad es política y tiene impacto político. Esto que es parece ser una verdad de Perogrullo, suele ser negado por quienes ven en este tipo de protesta una medida de intencionalidad electoral o partidaria. Equivocan la descripción.

Es evidente que la huelga realizada por la Confederación General del Trabajo en Argentina el pasado 6 de abril es política y que busca incidir políticamente por quienes son contrarios a las políticas de gobierno, lo que es menos evidente para muchos, y que el gobierno se equivoca al describir la medida gremial, es que en realidad no tiene tanto que ver con cuestiones políticas sino más que ver con un posicionamiento partidario de cara a las elecciones parlamentarias de octubre.

Cuando nosotros decidimos comprar en un negocio en desmedro de otro, para gastar menos, actuamos políticamente, pretendiendo aplicar una política de economía familiar que fomenta el gastar lo menos posible. Cuando elegimos utilizar el auto en lugar del transporte público privilegiamos la política de la comodidad por sobre la económica o la medioambiental. Cuando decidimos leer Diario16 en lugar de otro diario, actuamos políticamente, siempre actuamos políticamente, todos actuamos políticamente.

Y esto no debería sorprender al gobierno.

Durante 16 meses el gobierno logró contener a los sindicatos y negociar salidas que impidieran medidas gremiales, pero las bases impusieron su lógica y los jerarcas sindicales, tras la movilización de días atrás, convocaron una huelga general. Pero la huelga no tuvo, a mi entender, el efecto que imaginaban sus convocantes al lanzarla. Dos hechos centrales jugaron en favor del gobierno y hacen que, pese a la protesta, no salga tan golpeado.

En primer lugar, la reciente marcha de apoyo al gobierno. Hasta finales de marzo la calle era ocupada por quienes criticaban las medidas de gobierno y los apoyos era públicos pero no movilizados. Todo cambió el 1 de abril. Los ciudadanos que apoyan al gobierno, en general sin participación partidaria y sin experiencia en participar de movilizaciones políticas, se volcó a la calle para expresarse en favor del gobierno atrás y oponiéndose a quienes quieren impulsar una vuelta atrás con el regreso de Cristina Fernández. Pocos esperaban el nivel de movilización logrado, y eso dio una bocanada de aire fresco a la Administración Macri porque puso de manifiesto que el apoyo ciudadano no sólo se sostiene en encuestas sino que, bajo determinadas circunstancias, está dispuesto a expresarse públicamente.

El segundo hecho es haber aplicado el Protocolo para la liberación de las rutas bloqueadas por piqueteros. Si bien esto no es nuevo y también lo realizó el gobierno anterior, el votante de Cambiemos reclamaba mayor eficacia y eficiencia en la temática, porque sentía que pese a los anuncios, la oposición seguía siendo dueña de la calle. Sin embargo, una orden judicial avaló el accionar de la Gendarmería para desalojar a los manifestantes de la Panamericana. El Gobierno dejó en claro que avanzará con sus propuestas y que no le van a doblar el brazo.

Para el éxito de la huelga del 6 de abril fue fundamental que se plegara el transporte, porque eso impedía que quienes querían trabajar pudieran hacerlo, y sobre ese eje machacó el gobierno, y logró cambiar el eje de la discusión.

Lo que a priori debía ser la discusión de la política económica del gobierno, terminó derivando en un debate sobre la libertad de parar o no. Y eso es obra del gobierno quien, obviamente, también actuó políticamente.

Muchos creyeron ver en el gabinete de Macri tan sólo una acumulación de CEOs, hoy demostraron que no son sólo eso. También hacen política, aunque diferente a la que el resto de los actores del acontecer cotidiano están acostumbrados. La marcha del 1 de abril demostró además que hay mucha gente que los apoya, y que a diferencia de lo que se creía, está dispuesta a salir a la calle para apoyar a sus representantes.

Se propone entonces el Gobierno Macri, tras este inicio de abril movido, avanzar en una política en pos de quitarle poder a los sindicatos. Hace 33 años, cuando recién se iniciaba la democracia en Argentina lo intentó Raúl Alfonsín con su propuesta de ‘Reordenamiento Sindical’ pero no contó con el apoyo del peronismo, quien prefirió aliarse a colaboracionistas de la dictadura para no perder el poder y la caja de los sindicatos, hoy lo vuelve a intentar Mauricio Macri, habrá que ver qué suerte corre en pos de la democratización de los sindicatos y la representación de las minorías, como estamento básico de un verdadero cambio en la organización sindical.

El gobierno al que se acusa de menos político, es el que mejor entendió, pese a los titubeos iniciales, que toda huelga es política… pero no sólo eso… todo es político.

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