A casi todos los políticos, sean del color que sean, se les llena la boca con la palabra Universidad. Casi todos repiten, una y otra vez, la importancia de la investigación, de la docencia universitaria en el cambio de modelo productivo, tan necesario para este país en un entorno como el actual de Globalización, donde poco podemos aportar a no ser seguir por la senda del recorte de salarios y la precariedad en el mercado laboral. De todos es sabido, sin embargo, que formamos buenos ingenieros para la industria alemana, buenos científicos que emigran a las mejores universidades norteamericanas, buenos técnicos sanitarios para los mejores hospitales ingleses, todo un rosario de emigración tan valioso como de difícil retorno a un país que los necesita como agua de mayo.

La Universidad ha sido un espacio difícilmente penetrable por la sociedad, pero bien es verdad que ha sido una herramienta fundamental en los años ochenta y noventa para generar los mecanismos de igualdad de las clases menos favorecidas por la Dictadura. El acceso a la Universidad y la enseñanza prácticamente gratuita dio paso a una masiva participación de los hijos de los trabajadores a la enseñanza superior. En estos últimos años, la crisis ha sacrificado mucho del espacio ganado en décadas, se han adoptado políticas que han ido en contra de lo que se había conquistado anteriormente. Han aflorado universidades privadas, aunque en a día de hoy, siguen sin ser de momento una alternativa real a las públicas; pero se han subido en exceso las matrículas, y el criterio de elevar estas en base al número de intentos por aprobar es un criterio totalmente discriminatorio, que permite a los “hijos torpes de los ricos” seguir mientras aquellos que no tienen recursos no terminan y la prueba es en algunos grados la alta tasa de abandono de esos estudios.

Si realmente estamos ante la cacareada remontada de la crisis económica, el país debe ponerse serio y rescatar en lo posible a la Universidad del momento de penuria en el que se encuentra. Las plantillas de los departamentos en muchos casos están despobladas de profesores titulares o de nuevos catedráticos, que son generadores de la productividad de los equipos. La Agencia Nacional, la ANECA, ha elevado hasta el infinito las exigencias de acreditación para los nuevos docentes, que deben compatibilizar jornadas prolongadas de docencia con la producción de artículos científicos, donde un número limitado de empresas internacionales controlan los llamados índices de impacto. El nivel de descontento no genera ilusión en muchos de estos profesionales, especialmente en las nuevas figuras de contratación barata como los llamados profesores sustitutos interinos, que después de muchos años ya no se sabe a quién sustituye, profesores mileuristas en el mejor de los casos, de doce horas de trabajo entre las clases y el laboratorio o el desempeño de funciones burocráticas, a veces innecesarias. La Universidad requiere atención, no puede ser solo una palabra en boca de los que sacan en la prensa titulares. La oposición tiene el deber, ahora que no tiene en frente la mayoría absoluta del partido que nos ha gobernado durante años, de llevar propuestas de revitalización de la Universidad, de lo contrario estaremos destinados a continuar el mismo modelo productivo que nos ha llevado a esta maldita crisis.

4 COMENTARIOS

  1. La universidad a creado buenos médicos científicos en fermeros periodistas y abogados como uno k conozco 5 años todo aprobado saca la carrera tiene la suerte de encontrar un bufet y hace las practicas busca trabajo y encuentra si como dice ma ministra de trabajo k ay mucho mucha es clabitud trabajo de 3horas 4 días la semana 300€ otro de lunes a viernes todo el día 500€ al mes otro de lunes a viernes 3hors 400€ y así tantos mas k digan los gobernantes k ay trabajo
    es to es yndignate k persona puede bibir pagar de des aplazamiento el tren y el metro por k bibe en el maresme Cataluña y el des aplazamiento ya casi se le ba 190€ al mes paga piso y come tener dos trabajos si mas dinero en tras porte y s i el sueldo lo mereciera pero no lo k es ta pasando con los jóvenes es una vergüenza p ero los políticos no la conocen no ay dinero para pagar a los trabajadores y si para robarles es ta es la España del Sr rajoy embustero k no obliga a sus compinches a de volver al pueblo el dinero pero es ta claro ki en tiene la culpa y miente esa. K lo permite la k 19 .78 yo vote ya no la kiero

  2. básicamente de acuerdo con el artículo sin embargo en claro desacuerdo con que la ANECA haya incrementado hasta el infinito los requerimientos (el menos en el área científico técnica), lo único que ha hecho es corregir el COLADERO ABSOLUTO que existía hasta ahora, donde todo era el «sexenio», un sistema obsoleto de determinar la productividad científica, que solo mide antigüedad y donde muchos han conseguido el nivel mínimo figurando en los artículos, en los que les «habían puesto». El argumento de las empresas que controlan los índices de impacto está muy bonito para los mitines, pero la ciencia ha de ser global y por eso se difunde en inglés, por otro lado se valora más ya el índice h de cada investigador que la revista donde se publican los trabajos

    • Revisa los últimos criterios propuestos para el programa ACADEMIA, y entonces seguimos discutiendo si los requerimientos son factibles o no. Por otro lado, ya la docencia en clase apenas la valora (tres puntos sobre cien); como siempre, porque la docencia importa poco. La ANECA era un despropósito antes y también ahora.

    • Fernando el incremento de los requerimientos de ANECA depende de cada área y en algunas si que el incremento ha sido importante. El problema es unificar todas las áreas con un mismo criterio: en Ciencias Sociales no se puede hablar de JCR y de los mismos parámetros, pero bueno esto nos llevaría a otro debate. Sobre las revistas, en general se trabaja al peso, tantos artículos, tantas citas, tantas referencias. Y no todo es cantidad está la calidad. El índice h está basado en quién te cita y depende de tu línea de investigación habrá quien trabaje un tema muy «citable» y quien no. Gracias.

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