El pasado 1 de marzo el Presidente Macri dio inicio al 135° período de sesiones ordinarias del Congreso Nacional y, si bien no fue lo crudo que se presagiaba dada la constante referencia que tanto él como los funcionarios que lo acompañan en la gestión hacen a la herencia recibida, no dejó pasar la oportunidad de remarcar la situación en la que se encuentra el país según su óptica.

Mencionó el Presidente que ‘Recibimos un país donde 1 de cada 3 argentinos estaba en la pobreza o la exclusión total. Es una cifra real, según las estadísticas del INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) que después de muchos años podemos volver a confiar. Es mucho más que un número: son personas que mientras estamos acá en el recinto esperan soluciones concretas.’ y ese tema es central para entender la realidad argentina.

Durante muchos años el país no tuvo estadísticas oficiales de pobreza porque el entonces ministro de Economía Axel Kicillof cuando era consultado al respecto, afirmaba que ‘Cuántos pobres hay es una pregunta complicada. Yo no tengo el número de pobres. Últimamente, me parece que es una medida bastante estigmatizante’, sin hacerse cargo de las consecuencias de las políticas que impulsaba y sin entender que la única forma de poder modificar la realidad es conociéndola y reconociéndola, por cruda que sea.

Por ello el Presidente Macri afirmó que ‘Nuestro desafío más grande es sacar a millones de argentinos de la pobreza. Para hacerlo necesitamos más acuerdos y realidades, menos exaltación y menos símbolos, menos relato y más verdad.’ Esa es la clave de lo que viene.

Siguiendo el razonamiento presidencial, el primer año de gobierno se utilizó para sincerar la realidad y sentar las bases que generen un cambio cuantitativo y cualitativo en esta realidad. Pero los resultados aún no los percibe la ciudadanía, y es fundamental que esta situación se modifique de raíz a la brevedad, puesto que en menos de ocho meses Argentina tendrá elecciones parlamentarias que reconfigurará la representación en el Congreso Nacional.

Desde el inicio de su gestión, el gobierno actual estuvo en minoría en ambas Cámaras, y si bien ha logrado construir consensos mínimos para poder implementar parte de su programa electoral, la situación de debilidad es innegable, y puede acentuarse en caso de perder los comicios de medio término.

En ese sentido hay que entender las palabras de Macri, quien pese a ventilar periódicamente la situación en que recibió el gobierno, nunca presentó explícita y taxativamente un balance de cuál era la realidad. Necesita encontrar un contrincante con quien enfrentarse de manera decidida, y nadie mejor que la ex Presidente Fernández como ejemplo de lo que el presidente entiende que se debe dejar atrás.

No puede entenderse entonces el discurso presidencial sin considerar las elecciones que se avecinan, y el incremento de la protesta social que tiene su punto más alto, hasta el momento al menos, en el no inicio de clases en muchas jurisdicciones del país y el paro nacional convocado por la Confederación General del Trabajo para el 7 de marzo.

En la misma línea, aunque más duro, se pronunció el Jefe de Gabinete Marcos Peña, quien afirmó que ‘La ex presidenta se va a sumar a todo aquello que haga fracasar al cambio, militantemente; sabemos que as así. Lamentamos que sectores dialoguistas sean funcionales a esa vocación.’ A su vez Cristina Fernández, quien debe presentarse en la Justicia también el 7 de marzo, en la causa en la que se investiga si recibió coimas de parte de los empresarios a través del pago de alquileres de los hoteles que pertenecen a la sociedad Los Sauces, de la cual ella es partícipe, a cambio de ser favorecidos con contratos y recursos del Estado, pidió que la sociedad se movilice en apoyo al reclamo de la CGT en contra de las políticas de gobierno.

El 1 de marzo se inició el año legislativo en la Argentina y, de manera informal, el año electoral. Los actores involucrados comienzan a mover sus fichas, la cuerda se tensa…

 

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