viernes, 26abril, 2024
19.8 C
Seville

Responsabilidad social corporativa a ojos del consultor

Las empresas españolas de referencia se esfuerzan por dotar de contenidos a sus fundaciones para impulsar el empleo joven, el desarrollo tecnológico y el talento

Juan-Carlos Arias
Juan-Carlos Arias
Agencia Andalucía Viva. Escritor
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

La definición más aceptada de Responsabilidad Social Corporativa (RSC), también conocida como la Empresarial (RSE), es la inversión del empresariado con destino social. Es la contribución activa y voluntaria al mejoramiento social, económico y medioambiental. Añadimos que es factor que valoriza la competitividad, el libre mercado e imagen pública.

La RSC es sustantiva para operar en el mercado con señas de identidad singulares. Va más lejos que cumplimiento de leyes. El ‘compliance’ es importante asumirlo esencialmente, pero acatar normas y configurar un sistema para evitar incumplimientos es un mero punto de partida de la RSC que abordamos.

El origen de la implantación de la RSC en el tejido empresarial español viene de una forma de ver con hacer negocios y devolver a la comunidad lo que ella le aporta al empresario. Digamos que la RSC en países de mayoría e influencia católica, como es el caso de España, se ve como una exigencia de transparencia décadas atrás desconocida en suelo patrio.

La RSC proviene de la cultura empresarial de países con mayoría protestante, luterana y anglicana, donde es deber ético ser cívico cuando se obtienen beneficios materiales, humanos y dinerarios. Y cuando se tiene plantilla a la que tratar dignamente y pagarle acorde esfuerzo empleado y dividendos repartidos entre accionistas y ejecutivos. Ese deber se extiende al pago puntual o pactado a proveedores, suministros, tributos, etc…

El origen de la implantación de la RSC en el tejido empresarial español viene de una forma de hacer negocios y devolver a la comunidad lo que ella le aporta al empresario

El panorama de la RSC en España es llamativo. El ‘capitalismo salvaje’ que se instaló tras las crisis de finales de la pasada década hizo que el conjunto de trabajadores y autónomos trabaje más horas por menos dinero, que el mileurismo sea ya un logro y que los jóvenes cualificados sean los nuevos servidores de un patrón que pide pero no reparte.

Los reflejos de tal capitalismo en España no se han retrasado. Vemos que las empresas del selectivo IBEX 35 despiden y prejubilan mientras poco después anuncian facturaciones y dividendos históricos. El sector turismo, pilar de nuestra economía, atraviesa sus mejores momentos empresariales y de beneficios, pero no suben sueldos a sus trabajadores menos cualificados. La ‘externalización’ hotelera que impera en el sector no es la solución.

Vemos, no obstante, un esfuerzo sincero y esencial en nuestras mejores empresas por dotar de contenidos y programas a sus fundaciones y aportes que benefician en empleo joven, desarrollo tecnológico y del talento. Las Becas Leonardo del Fundación del BBVA son buen ejemplo de ello, al igual que Fundación Botín para la educación, arte, enseñanza más ‘Universia’ del Banco de Santander. Caixabank tiene en su Fundación además del alma corporativa su más reputado activo con programas y activos al nivel de las mejores del mundo. La gran banca española hereda, aunque con presupuestos mejorables, la magnífica labor que desarrollaron las ‘Obras Sociales’ de las extintas Cajas de Ahorro.

Un caso nos llama la atención en cuanto a RSC por los efectos de la crisis y la mejorable gestión empresarial. Un antiguo líder de la ingeniería española y energías renovables, Abengoa, atesora aún a Focus, fundación que compró arte e inmuebles históricos que expone al público. Su actividad no la limita la bancarrota que sufrió su matriz, el despido de gran parte de la plantilla y venta de activos empresariales. Se ve que Focus, empeño del fundador de Abengoa Javier Benjumea, sobrevive a todo.

Muy poco ejemplar, sin embargo, son las políticas de RSC que aplican en nuestro país las multinacionales implantadas. Militantes del capitalismo menos social suelen considerar a España como un país tercermundista del que sólo es un punto en el mapa del mundo válido para repatriar beneficios y corromper autoridades locales. Creen que España está en otro continente.

La forma de hacer negocios que vemos en determinados gigantes del comercio (Amazon) tecnología (Microsoft, Google), hogar (Ikea), bebidas (Pepsi, Coca-Cola, Heineken) etc… incluye minimizar pago de impuestos aquí tributando en Irlanda o Luxemburgo, donde la ingeniería financiera hace milagros para repartirse más euros y dólares los accionistas.

Contrasta todo ello pues en otros países más exigentes con la RSC y RSE actúan de forma más acorde a principios éticos y cívicos que en España prodigan en sus portales de internet y le hacen firmar a sus plantillas para incumplirlos sistemáticamente. Están a tiempo de respetar más lo compromisos que adquieren estas multinacionales en cuanto a RSC.

En escalones más bajos empresariales vemos un fenómeno que sucede al concepto de ‘caridad’ y ‘beneficencia’ que aplicaban nobles y terratenientes a lo que ahora conocemos como ‘fenómeno ONG’. Salvan, con honrosas excepciones, donativos a estos colectivos su cuota de RSC y así solventan el trámite de devolver a la comunidad parte ínfima de lo que ganan. Cuando se publicitan, pactan con proyección mediática estas aportaciones se duda de la voluntad de hacer algo propio que delegarlo en ONG en cuyos números hay a veces demasiadas inexactitudes.

Más meritorio es lo que vemos entre pymes y autónomos con plantillas pequeñas. Este segmento representa casi el 88% de la economía española y hay firmeza para ocultarlo. Vemos que el patrocinio deportivo entre jóvenes de barrios del extrarradio urbano, pueblos que disfrutan jugando y compitiendo son apadrinados por estos empresarios cuya humanidad en lo que respecta a la RSC avalan con el apoyo que hacen igualmente de comedores sociales, por ejemplo.

Conocido el panorama de RSC español a grandes rasgos es hora de señalar compromisos objetivos que toda empresa y corporación debe cumplir con voluntad ejecutiva. Empezaremos por los empleados. La plantilla debe sustanciarse sobre la igualdad de género, la diversidad y la estabilidad laboral. Añadimos algunos factores que no deben obviarse: ética, transparencia corporativa, integridad, competitividad, formación, desarrollo profesional y reciclaje laboral.

En cuanto a actuaciones medioambientales es imperativo el respeto al ecosistema, usar papel FSC, flota de autos híbridos, GLP o eléctricos y reciclar cualquier residuo generado por la actividad empresarial. La sostenibilidad es un eje sobre el que deben bascular los procesos productivos y de servicios empresariales. Evitar el impacto negativo del ‘cambio climático’ parece imperativo acorde a sus consecuencias.

Relativo a acciones sociales destacamos las que impliquen a empleados, proveedores y clientes en el voluntariado, aportes a ONG y crear una cultura de sensibilización sobre la desigualdad imperante, respeto a los derechos humanos e integración laboral de inmigrantes, discapacitados, mujeres maltratadas y colectivos de difícil inserción laboral (parados mayores de 45 años, jóvenes, jubilados pobres, etc…).

Se considera básico que las empresas de cualquier tamaño inviertan más en RSC. Es más rentable que facturar per se intrínsecamente. Los beneficios son a muy corto plazo: bienestar de la plantilla, equilibrio con el medio ambiente y devolver, en suma, a la comunidad lo que ella la ha dado antes. RSC no es mecenazgo, ni caridad corporativa, ni limosna para justificar una mala conciencia. La RSC es el ADN de cualquier actividad y persona para equilibrar lo que se obtiene de algo que no nos pertenece, pero debemos respetar en bien de las presentes y futuras generaciones.

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído