En The Revenant, la película de González Iñárritu, el personaje interpretado por Leonardo Di Caprio es capaz de resistir varias muertes, una pelea con un oso, heladas extremas, o caminatas por paisajes infinitos solo para lograr su venganza. Todos le daban por muerto, pero logra regresar al mundo de los vivos y acabar con el hombre que mató a su hijo.

Andrés Manuel López Obrador se dirige hacia la presidencia de México en las próximas elecciones de 2018 en un clima de inevitabilidad que asusta. Es invencible porque ya no es atacable. Y sus rivales lo saben. No hay forma de golpearlo y hacerle daño. Y si se le golpea se le hace más fuerte. Hablamos de un hombre de 63 años, que lleva en política desde los años 70. Ha sido Jefe de Gobierno del Distrito Federal, candidato ya en dos ocasiones a la Presidencia de México (2006 y 2012), ha militado en dos partidos, el PRD y en su principal enemigo: el PRI. Le han imitado y caricaturizado hasta el extremo. Ha resistido todas las pruebas de incoherencia. Le han organizado campañas en su contra, comparado con Chávez y puesto comerciales a nivel nacional llamándole «Peligro para México». Ha paralizado la Ciudad de México en varias ocasiones protestando por lo que calificaba de robo electoral. Capaz de dejar el partido hegemónico de la izquierda mexicana, el PRD, y fundar uno propio y situarlo como número 1 en preferencia electoral a nivel nacional en menos de cuatro años, MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional).

En los datos de las dos principales encuestadoras de México, Parametría y Mitofsky, es ya número 1 en intención de voto desde hace meses, y ante todos los rivales posibles, con porcentajes que nunca bajan del 25% y que llegan hasta el 33%. Ante cualquier escenario y cualquier rival, siempre gana. Solo Margarita Zavala, posible candidata del PAN y esposa del ex-presidente Calderón, logra acercarse en algunas encuestas. Según los datos que este domingo 23 de julio publica el periódico REFORMA, su ventaja se consolida en 5 puntos.

Los otros partidos no tienen aún nombrados candidatos, mientras AMLO lleva de campaña electoral presidencial unos 17 años (casi tres sexenios siendo candidato). Por lo tanto, su grado de conocimiento es superior al de cualquier rival que se le ponga enfrente.

No solo eso, tiene a un presidente de Estados Unidos que despierta en los mexicanos el deseo de un presidente fuerte que plante cara.

Y un gobierno de México débil, que tiene enfadada a toda la población por su tibia respuesta ante Trump, el gasolinazo que ha afectado a todos los bolsillos, los escándales de corrupción que quedan siempre impunes o una violencia que no cesa. La aprobación del Presidente Peña Nieto es la más baja desde que existen mediciones (un 12%). Sus enemigos son hoy quienes más le fortalecen. Cuanta más PRI y más Trump, más AMLO. Además, las encuestas nos dicen que el trasvase de votos es directo. Todo lo que pierden el PRI y el PRD, que se desangran cada mes, va directo a López Obrador. La alternancia PRI-PAN no funcionó, y la única alternativa que no ha probado México en los últimos 80 años es precisamente donde se sitúa Andrés Manuel: la izquierda. Estratégicamente nadie puede arrebatarle ser el único que promete lo que la mayoría de los mexicanos está pidiendo: el cambio. Eso, y la lucha encarnizada contra la corrupción y la pobreza. El 80%, según las encuestas, pide un cambio de gobierno para que no continúe el PRI.

PAN-PRD y PRI hacen cábalas y piensan en posibles alianzas (se habla de un Frente Amplio formado por PAN y PRD) como única salida para vencer al ciclón López Obrador.

Pocos se imaginaban que AMLO llegara algún día a ser presidente, pero hoy son pocos los que asumen que no vaya a serlo. Ahora mismo puede decir y hacer lo que quiera. Acusar de ladrones a políticos rivales, o hacer campaña en Estados Unidos. Da igual. Ha renacido y vuelto a nacer tantas veces que está por encima del bien y del mal. Nada le hace daño, y nada le afecta.

Enfrenta sobre todo dos dificultades: el poco conocimiento que hay aún sobre su partido, y la división del voto de la izquierda si finalmente su ex-partido, el PRD, acude con otro candidato fuerte (Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno de Ciudad de México, es el principal candidato) y en alianza con la derecha del PAN. Eso, y él mismo. A 11 meses de las elecciones, una eternidad en política, su máximo rival es él mismo y su falta de autocontrol.

¿Cómo vencer a un político que es inmortal? Esa es la gran pregunta que se hacen hoy en los cuarteles generales de PRI, PAN y PRD. A nivel internacional, pensemos en cómo pueden ser las relaciones en Norteamérica a partir del 2018, con Donald Trump en Estados Unidos y AMLO en México. Política espectáculo aplicada a las relaciones internacionales.

 

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