La opinión de un profesor (VIII)

Alumnado

0

[INTRO: No hace mucho, un artículo mío titulado La estafa bilingüe se convirtió en viral, recorrió España, algo de América y apareció en multitud de periódicos, radios, televisiones, blogs, foros, etc., echen un ojo por ahí… Sorprendido por la repercusión, he decidido trasladar la fórmula a todos los ámbitos de la práctica educativa. O se afronta este problema: o no hay solución. Con esta finalidad constructiva nace la serie]

[SEGUE]

13. ALUMNADO

Hay que volver a tratar con respeto al alumnado y, tranquilidad, no me estoy refiriendo al “usted” y esas nimiedades; nunca he entendido por qué se identifica la minoría de edad con una especie de deficiencia intelectual, máxime cuando la mayor parte de los adultos necesitaríamos tratamiento psiquiátrico (docentes incluidos). Ya lo decía JRJ, que no escribió su Platero para niños, el sentido común (y el estudio) indica hasta dónde puede llegar una chiquilla, pero sin necesidad de traumatizarla o de escandalizar: puede entender cualquier cosa, sin agredir a su nivel de experiencia vital (o inocencia)… Es fundamental traer a las aulas la presencia de la vida cotidiana: el amor, el sexo, la familia, las políticas y sus economías, la religión, la realidad laboral, la injusticia, el contexto internacional, la muerte, el dolor, el sufrimiento, la música, la poesía, la física y sus teorías más novedosas… el misterio está en calzar todo esto haciendo al discente sentirse maduro y protagonista, partícipe; es un juego, le hacemos sentirse mayor de lo que es para que aprenda a serlo, simple ¿no? Y funciona.

La inflación normativista y pedagógica ha terminado convirtiendo a los jóvenes y niños en irresponsables de sus actos y sujetos pasivos de una Enseñanza que ni entienden ni pueden querer ni les servirá para nada pero que piensa por ellos, independientemente de sus intereses y realidades… Subidos en una especie de inercia decimonónica, tapamos la didáctica más rancia con burocracia y “diseño curricular” para que no parezca lo mismo de siempre, cuando las aulas con 30 menores que a veces casi no saben leer son prácticamente incontrolables. El respeto mutuo llega con el ejercicio de los derechos y la obligaciones, de persona a persona, la nopedagogía elimina la vida y convierte al alumno en estándar curiosamente regulando cómo atender a su diversidad; es muy difícil mantener un clima de clase adecuado cuando se arrastra curso a curso un déficit de formación que termina divorciando el trabajo del docente del de su alumnado, con su cenit en el final de la Obligatoria y un cambio de ritmo, a veces traumático, en el Bachillerato.

Ya hemos hablado de la importancia de la erudición, no por sí misma, que es irrelevante, sino por el desarrollo de capacidades que comporta. La repetición, la memoria, el ejercicio, el hábito… construyen nuestro interés, no se puede transmitir enseñanza sin una transformación mecánica de las redes neuronales; dicho de otra forma, sabemos que el esfuerzo es un paso necesario para llegar al gusto, nuestro cerebelo tiene que automatizar las actividades, tocar la guitarra o jugar al tenis es muy emocionante y placentero pero todo el que lo practica sabe que hay momentos críticos en los que el sufrimiento y el sacrificio, a veces sin saber muy bien para qué o por qué, son la antesala de saber improvisar por el mástil de un instrumento o de poder anticipar los movimientos de tu oponente en un partido… entrenamiento lo llaman... ¿Por qué hemos de suponer que los conocimientos se transmiten en un aula como si el profesor fuera una bolsa de té y el alumnado el agua de la taza? El placer de la lectura llega después de muchas lecturas que no siempre son agradables o ni siquiera comprendidas; pedir a un deportista que haga en un entrenamiento sólo lo que “puede” es estancarlo para siempre, la exigencia apunta siempre más allá…

Cuando decimos traer la vida a la Enseñanza, estamos hablando de normalizar la actividad de Enseñar, ahora mismo no conseguimos acceder a la emoción del alumnado (por cierto deformada por tanta ignorancia y Entretenimiento cutre) y sabemos que lo que no emociona no se comprende y se llega a olvidar como irrelevante; no es verdad que la poesía sea aburrida, o que la ciencia o las matemáticas o la historia lo sean, no, se aburre y aburre quien no entiende lo que significan. Me encantaría poder retransmitir la cara de asombro y felicidad, de descubrimiento, cuando explico en clase el concepto teleológico de la divinidad aristotélica: en apariencia nada más hosco que la metafísica del Estagirita, pero yo sé que si remuevo sus torpes concepciones de lo divino (heredadas por tradición) de repente se sienten desnudos, solos, indefensas y eso les obliga a pensar y recomponerse: a aprender… Si entienden y nombran el léxico adecuado, ya pueden mantener un diálogo teológico-filosófico de altura, y cuestionan las majaderías populares.

La clave es el animal que somos, el sistema límbico, la emoción, la pasión, el egoísmo de la supervivencia, el deseo ineducado. Lo otro es ahormar en los valores de una sociedad repleta de intereses.

Tenemos una visión muy simple del aprendizaje, disfrazada de pedagogía (compleja). Hablamos como si pudiéramos controlar las situaciones y pudiéramos garantizar linealmente que dadas unas condiciones iniciales el efecto llega automáticamente. Ojalá fuera así. Quien tiene descendencia en casa lo sabe, uno puede crear un ambiente, pero ni siquiera las hijas o los hijos criados igual son iguales; esta idea de lo igual es una simplificación aberrante de lo real…

Realidad: un léxico amplio enriquece el discurso y afina la semántica; la memoria automatizada permite después la reflexión, ¿por qué despreciarla? No hay motivación sin contenidos; no hay competencias a desarrollar sin datos; nada se aprende sin esfuerzo y sufrimiento… y placer.

No hay más pedagogo que quien trae los conocimientos a la vida real, quien consigue hacer ver que la vida es distinta si se sabe o si se es ignorante; eso lo entiende toda la chavalería sin excepción, el discurso teórico amparado en el miedo y sin horizonte real o práctico sólo sirve a los que traen una buena base socioeconómica, por eso este sistema pseudoprogresista alimenta en realidad la diferencia de clase, porque abandona con una pulcritud parnasiana a quienes de verdad necesitan Cultura... claro que esto genera consciencia, dinámica social; los bien situados no gustan de los terremotos.

La creatividad sin conocimiento es puro ingenio, y eso no da ni Arte ni soluciones técnicas ni estructura en investigación ni nada, sino aplausos de fiesta de final de curso, pancartitas y “días de…” y un país de servicios y profundamente inculto.

[SEGUE]

 

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre