La muerte fulminante de Rita Barberá menos de 48 horas después de declarar en el Supremo por presunto blanqueo de capitales ha provocado un profundo malestar en el seno del que ha sido su partido, el Partido Popular, durante cuatro décadas de sus 68 años de vida. El aislamiento a la que la sometió la cúpula del PP a instancias del propio Mariano Rajoy, su supuesto amigo personal, y sobre todo las órdenes al respecto dictadas por la secretaria general, María Dolores de Cospedal, a nuevos responsables como Pablo Casado, Andrea Levy o Javier Maroto, ha puesto en pie de guerra a históricos aznaristas, que nunca vieron con buenos ojos esta estrategia de marginación de la ex alcaldesa de Valencia.

Esta imputación judicial puso en marcha desde Génova, 13, la sede central del PP, un proceso de completo distanciamiento y alejamiento ipso facto de la que fue «la mejor alcaldesa de España», según las palabras del presidente de la formación que le dio la espalda de un día para otro y la obligó a darse de baja en el partido para pasar al grupo mixto del Senado, único cargo que ocupaba en el momento de sufrir un infarto cuando se encontraba sola en un hotel madrileño junto al Congreso.

El enfado de estos históricos del partido es monumental con los actuales dirigentes del PP, y ya ni siquiera ocultan este malestar de puertas afuera. Más allá de las palabras del ministro de Justicia, Rafael Catalá, o del ex presidente del Congreso Jesús Posada, hablando de «cacería injustificada», el ex presidente del Gobierno José María Aznar lamenta que Barberá «haya muerto habiendo sido excluida del partido al que dedicó su vida». A través de un comunicado, Aznar ha destapado la caja de los truenos en el seno del PP, después de la entente cordial y distante que mantenía con la actual dirección del partido.

El ex presidente del Gobierno lamenta que la ex alcaldesa haya muerto «antes de ver archivada la causa abierta contra ella y, con ello, restablecido el buen nombre» que para Aznar siempre tuvo. Abundando en esta teoría, algunos dirigentes populares instan a abrir una reflexión en el partido sobre la idoneidad o no de apartar a la ex alcaldesa como se ha llevado a cabo.

Tal fue la estrategia de marginación a la que se vio sometida Barberá en el que ha sido su partido de toda la vida que su amigo Rajoy emplazó a Cospedal para que fuera ella y no él personalmente quien le comunicara el deseo de la dirección de que abandonara el partido, como así hizo a regañadientes tras consumarse su imputación judicial.

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