Casualidad de las casualidades, la misma semana que la Justicia resuelve la condena sin fianza y sin cárcel para Urdangarín y la infanta Cristina, la Sección Carta de la Audiencia Nacional golpea con más de 120 años de cárcel a los imputados por las ‘black’.

En apenas 15 días hábiles, la Sala resuelve los 30.000 folios del sumario. Una agilidad inusual en nuestra justicia. Y un detalle: los medios conocieron las 259 páginas de la sentencia antes que las partes. ¿El objetivo era calmar a la población que clamaba contra la in-Fanta-de-rositas?

La sentencia concluye que se creó un sistema de distracción de fondos con nulo encaje legal. Afirma que “atentaron” contra Caja Madrid y se les condena por apropiación indebida desde el 2003 al 2012.

Es obvio que las ‘black’ fueron una máquina de ‘ordeñar’ la caja. Es evidente que no contaba con respaldo legal y que merecen todo el reproche social, judicial y moral. Me alegro, pues de la sanción. Y me alegro todavía más de que además de las penas de privación de libertad se condena a devolver el dinero con intereses. Ya era hora de que se resarza el daño…

Pero me llama la atención la celeridad del caso y la voluntad ejemplarizante. La celeridad puede calmar las tensiones de hoy. Pero las prisas son para los ladrones y los toreros malos. Y si la sentencia no está correctamente justificada puede que el Supremo la tumbe.

Además, no aspiro a una justicia ejemplarizante. No es su función. La función de la justicia es ser justa, no pedagógica. De otra manera estaríamos ante la dictadura de los medios de comunicación. Y honestamente, prefiero el imperio de la ley.

No digo que las ‘black’ sean poca cosa. Pero comparado con los ‘desmanes’ de las cajas de los últimos años son ‘pecata minuta’. Las ‘black’ se llevaron por delante 125 millones, pero sólo la operación de Miami se llevó muchísimo más. Y los contubernios con los ‘señores del ladrillo’ fueron muchísimo más graves, los causantes de nuestra crisis económica, política y moral.

El problema es que el ciudadano no lo percibe. Cuando las cifras empiezan a sumar ceros, el Juan Español se pierde. Pero todos vamos al cajero. Y sabemos lo duro que es conseguir unos euros para sacarlos. Por eso nos enciende que los ‘listos’ ordeñen su tarjeta “porque yo lo valgo”. Pero desgraciadamente ha habido operaciones infinitamente peores, que de momento no han contado con el reproche adecuado.

En conclusión. ¿Justicia? Sí, toda. Con total independencia. Caiga quien caiga. Pero no ejemplarizante, sino justa, proporcionada, equilibrada, razonada y ajustada a Derecho. De otra manera consumiríamos salchichas mientras que el chuletón permanece intacto. Lo dicho: antes el imperio de la Ley que la dictadura de la opinión pública.


 

El anzuelo del pescador

Alierta sigue. Dejó la presidencia, pero sigue de consejero. Raro, ¿no? La razón: mantener a los suyos. A cambio, se eleva la pensión y el sueldo. La seguridad, se paga.

Restoy se queda. El ex gobernador del Banco de España, Fernando Restoy, no piensa dimitir como jefe del Financial Stability Institute. Otra cosa es que le dimitan. Porque el cargo exige “honorabilidad” y está es incompatible con la imputación.

Cifu a la búlgara. Las primarias de Cifuentes apenas han movilizado al 2% de la militancia. Los populares parecen acostumbrados a los congresos a la búlgara. Y a Cifenes le interesabla baja participación.

Puigdemont y las CUP. Nada sabían las CUP del encuentro ‘secreto’ de Puigdemont con Rajoy. Y -como los curas con el pecado- no están de acuerdo. ¿Quién lo filtró? Junqueras. ¿Quién puso a los periodistas tras la pista? Enric Millo: “Hay contactos a todos los niveles”. El ‘gallego’ se revela como un gran ajedrecista.

Fiscalía teledirigida. Los fiscales progresistas han saltado con eso de que “se cambia a quien persigue la corrupción” a cuenta del revelo del fiscal de Murcia. Pero, ¿el fiscal sustituto ha cambiado el criterio? No. ¿Entonces? Fuegos artificiales.

 

 

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