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 El fin de la crisis: 1

Joaquín Ortega Herrera
Joaquín Ortega Herrera
Ingeniero de edificación Arquitecto técnico Profesor Programa Universitas de la Universidad de Salamanca
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análisis

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Los convenios de empresa.

 

-No podemos seguir así ni un día mas, esta crisis nos esta matando. -Dijo muy serio el empresario de la panadería, que había reunido de manera urgente a los doce trabajadores  de la empresa- En los últimos tiempos –prosiguió- hemos reducido los beneficios de forma alarmante, hasta que en los últimos meses, he tenido que poner dinero de mi bolsillo, si queréis ver la contabilidad esta a vuestra disposición.

-Pero Juan, no lo entiendo –contestó uno de los trabajadores- si nosotros seguimos haciendo la misma cantidad de pan, las cuentas saldrán como siempre.

-Si, ese es el problema, el pan es el mismo, pero los gastos generales han subido un huevo, la harina está por las nubes y, los beneficios caen, no puedo seguir perdiendo pasta, lo he consultado en la federación de empresarios y me dan dos soluciones una es que despida, a tres de vosotros, otra es renunciéis al convenio colectivo y bajemos los salarios un veinticinco por ciento.

-Estas loco, ¡si ninguno llegamos a los mil euros!, ¡nos moriremos de hambre!, ¡eso no puede ser legal!. –gritaron los trabajadores-

-Al que mas duele es a mi, -dijo el patrón con cara de lastima- pero no tengo otra solución, vosotros decidís, consultarlo, os doy dos días para que aceptéis la bajada de salario o que me digáis los nombres de los que hay que despedir, si no lo decidís vosotros lo echaremos a suertes, por supuesto despidos por causas económicas con veinte días de indemnización,  lo dejo a vuestra elección.

Nada mas acabar acabar la jornada los doce fueron al sindicato, lo que pretendía el jefe tenia que ser ilegal, estaban dispuestos a hacer huelgas, ir donde fuera para evitar que se saliese con la suya, pero el abogado para aumentar su desesperación, les indicó que aunque les pareciese un atraco, era un atraco legal permitido por la reforma laboral de Rajoy, que igual que otros muchos trabajadores estaban jodidos, en un mes llevaban mas de cien expedientes iguales, es como si hubiesen puesto un anuncio del tipo “Empresario ahórrese legalmente como mínimo un veinticinco por ciento en las nominas de sus trabajadores”, con la putada de ultima moda que, como presión adicional, supone para los trabajadores el tener que elegir entre ellos a quien hay que despedir.

Reunidos en un bar cercano al sindicato barajaron todas las opciones posibles primero decidir a quien tenían que despedir, no había ningún voluntario, ¿a los mas jóvenes?, o ¿porque no a los mas viejos?, ¿a los solteros?, solo había uno del que dependían sus padres y un hermano, o ¿entonces, por numero de personas que dependían del salario de cada trabajador de la fabrica de pan?, ¿a los que su mujer trabajaba?, ¿o al los tres que saquen los palillos mas cortos? … no encontraron ninguna solución, al día siguiente, optaron por el mal menor, eligieron la bajada de salarios, firmaron un convenio de empresa, y pasaron de cobrar de en torno a los mil euros mensuales incluidos los prorrateos de las pagas extraordinarias, a menos de ochocientos euros mensuales, eso sí, les mantenían como retribuciones en especie a elegir entre dos barras de pan al día o una hogaza.

-Menos mal que ha salido bien -dijo el empresario a su asesor de la federación de empresarios- si llegan a elegir el despido de tres me joden, ¡con el trabajo que hay!.

-Pues tenlo en cuenta, a partir de ahora debes continuar reduciendo el nivel de ingresos, y ten cuidado, porque en vez de masa de pan, vas a seguir amasando cantidades ingentes de dinero negro, -le dijo riéndose a carcajadas- que no lo note hacienda, tus beneficios en el papel deben seguir disminuyendo paulatinamente año a año, la reforma laboral la han hecho unos que saben mucho de manejar distintas contabilidades.

Pasaron los cinco años de vigencia del convenio durante los cuales no tuvieron ninguna subida salarial, los doce las estaban pasando mal, muy mal, a la mayoría el nuevo salario no les llegaba para cubrir los gastos mínimos necesarios para sobrevivir, reclamaron una nueva reunión, con la esperanza de volver al salario que tenían hace cinco años, por todas partes oían que la crisis ha pasado, que ya estamos mejor, de hecho el patrón había cambiado de Mercedes, cada año la fabricación de pan aumentaba, cada vez tenían que hacer mas horas extras que superaban con mucho el limite legal, se las pagaban a un precio muy por debajo del que se fija en el ya olvidado convenio provincial, en un sobre con dinero en efectivo, dinero negro proveniente de pan blanco.

-Imposible subir ni un euro –les dijo- las causas económicas, organizativas , técnicas y de producción, -algo que muchos empresarios recitan como la tabla de multiplicar-, siguen siendo jodidas, los resultados son negativos y no os quejéis que estáis cobrando horas extras porqué me da la real gana, no tengo ningún registro de jornada laboral porque ninguna ley me obliga, -otra gran premisa aprendida de memoria-, nadie, ni vosotros mismos podéis demostrar las horas que echáis, así que vosotros mismos, las condiciones pactadas o la puta calle, que hoy día hay mucha gente necesitada que aceptaría un trabajo como el vuestro por menos dinero.

Los doce, con las cabezas bajas, se fueron a sus puestos de trabajo.

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