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Un estudio desmiente que beber con moderación sea saludable

Antonio González Aguayo
Antonio González Aguayo
Licenciado en Historia, Escenografía teatral y con estudios de periodismo. Escribo en diferentes medios digitales.
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análisis

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Hace algunos años la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial y el Centro de Información Cerveza y Salud presentó un informe, en el que exponía las diez razones saludables para beber cerveza con moderación. A saber: la cerveza hidrata (al estar compuesta en un 93% de agua); es baja en sodio; tiene un alto nivel de potasio y vitamina B (esencial para el sistema nervioso y la regeneración de las células); ayuda al llamado “colesterol bueno”; previene las enfermedades óseas, neurodegenerativas y cardiovasculares y los problemas del envejecimiento (al tener antioxidantes naturales), y mejora los síntomas de la menopausia. Siempre, recalcaba dicho informe, que se bebiera con moderación. Sin embargo en la actualidad existen muchos estudios que alertan del perjuicio de tomar alcohol, aun en cantidades leves. ¿Qué hacer entonces?

Para tratar de aclarar la polémica de una vez por todas, investigadores de la Universidad de la Reina de Balfast (Reino Unido) han llevado a cabo un nuevo estudio que evalúa el impacto del alcohol sobre la mortalidad por cáncer o por cualquier otra patología. Y sus resultados han confirmado que el alcohol sigue sin ser muy buen amigo del ser humano.

Como asegura Andrew Kunzmann, director de esta investigación publicada en la revista PLOS Medicine, “nuestro trabajo, en el que se amplía la visión sobre la relación compleja entre el alcohol, la incidencia de cáncer y la mortalidad por enfermedad, puede ayudar a clarificar las pautas de salud pública referentes al consumo de alcohol”.

En este estudio observacional, los autores siguieron durante un promedio de 8,9 años la evolución de 99.654 adultos que habían respondido a distintas preguntas sobre sus hábitos dietéticos –incluido el consumo de alcohol– entre los años 1998 y 2000 en otro estudio, concretamente, en el Estudio Estadounidense de Detección del Cáncer de Próstata, Pulmón, Colorrectal y Ovario (PLCO).

Concluido el periodo de seguimiento, se contabilizaron 9.559 fallecimientos y 12.763 nuevos casos de cáncer. Por lo que, de acuerdo con los resultados, la relación entre la ingesta de alcohol y la mortalidad, oncológica o por cualquier otra causa, vino a ser una esperable forma de ‘J’ según los autores. Esto significó que no solo las personas con un consumo relativamente elevado (dos unidades diarias) o relativamente muy elevado (tres o más unidades diarias) tenían un mayor riesgo de mortalidad general, sino también aquellas cuyo consumo era ínfimo (menos de una unidad semanal) frente a las abstemias.

En definitiva, los resultados demostraron la consabida ‘J’. Es decir que las personas que mantuvieron un consumo leve de alcohol a lo largo de toda su vida presentaron el menor riesgo combinado de desarrollar un cáncer y de morir prematuramente. Mientras que el riesgo de los participantes abstemios era un 7% superior, el de los bebedores infrecuentes (menos de una unidad de alcohol semanal) lo era un 8% mayor, el de los consumidores de dos unidades diarias de un 10% y el de los grandes bebedores (tres o más unidades al día) de un 21%.

Por esta razón los autores han confirmado que “el riesgo de mortalidad y de desarrollo de distintos tipos de cáncer es menor en las personas que consumen una media inferior a una unidad de alcohol diaria a lo largo de la vida, incrementándose el riesgo de algunos tumores con cada bebida semanal adicional”.

Una conclusión que limita las cantidades de alcohol recomendadas por las sociedades médicas (como por ejemplo, las guías norteamericanas, que aconsejan no tomar más de una unidad diaria en el caso de las mujeres y no superar las dos unidades al día en el de los varones) y que confirma el consumo leve de alcohol. Pero atención: estos autores también tienen sus reservas sobre ese consumo limitado.

Como advierte el propio Andrew Kunzmann, “nuestro trabajo se ha llevado a cabo con adultos mayores y puede estar condicionado por distintos factores socioeconómicos, y los resultados no deben tomarse como un apoyo a un efecto protector del consumo leve de alcohol”.

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