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En la democracia es de necio confundir valor con precio

Alberto Vila
Alberto Vila
Analista político, experto en comunicación institucional y economista
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análisis

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Antonio Machado dejó este pensamiento para reflejar que la diferencia entre “ser” y “tener” era relevante. Aquella frase permite afirmar cual es la esencia de las diferencias entre los dos modelos enfrentados, en esta batalla por el control del futuro de las personas. En alguna medida eso se visualizó en los documentos de las fuerzas políticas en trance de formar gobierno. Pero, también, quedaron confirmadas en el sentido de las últimas votaciones en relación a la LOMCE o a la denominada “ley mordaza”. El voto discrepante de PSOE y Ciudadanos marcó los modelos que deben defender, les guste o no, a sectores particulares de sus organizaciones.

Los gobiernos que nos hemos dado se demuestran sólo solventes para dedicarse a la construcción de ventajas para grupos minoritarios de la sociedad. Cualquier cambio del estatus es concebido como riesgo de ingobernabilidad. Recurso falaz al que se apela para salvaguardar privilegios injustificables. Han vuelto a caer en la confusión de confundir valor con precio.

Las noches consecutivas en que los estudiantes han protestado en Paris, a los que se les van sumando más sectores de la sociedad civil, no sólo es contra la reforma laboral del presidente Hollande. Las manifestaciones tienen otro calado más profundo: la indignación. La ocupación de la Plaza de la República bajo el lema «Noche en pie», ha convertido a este lugar de la capital francesa en referencia de sus asambleas y reivindicaciones. Resulta obvio que quieren manifestar su deseo de cambiar el modelo político del país.

De no lograrse un gobierno que refleje la voluntad de la mayoría de españoles, entonces la puerta de la Historia podrá ser abierta para que la sociedad civil la cruce en la defensa de sus derechos. Ya el 15M dio un empujón a los tiempos que siguieron. Aquella movilización conmovió las estructuras convenientemente diseñadas por el poder reinante. Pero, las respuestas producidas desde entonces parecen sugerir la intención de retrotraernos a la situación inicial. Es la pugna entre estos modelos.

Bauman2Hace poco, los noventa años de Zygmunt Bauman viajaban cruzando las fronteras de una Europa que le hicieron responder a preguntas de un periodista del diario Clarín de Argentina. Uno de sus pensamientos fue: “Un espectro obsesiona Europa; el de la ausencia de alternativas”.

La decepción percibida por este pensador, puede ser el sentimiento más conveniente a los centros de poder. Así, les permite proceder a consolidar los excesos que estamos apreciando: recortes en los derechos civiles, aprobación de legislaciones represivas concebidas para neutralizar la indignación de los ciudadanos afectados. Toda la complicidad de los imperios mediáticos, las estructuras de los partidos tradicionales e inclusive la de las organizaciones sindicales fueron condición para esos abusos. Sólo así puede entenderse la impune crueldad de las decisiones adoptadas. Han convertido al mundo en un lugar tóxico para las libertades. Para Bauman, a la pregunta de qué lugar construye Europa para los refugiados, catalizador evidente de sus miserias, la respuesta fue:

“Las zonas urbanas muy pobladas generan de modo inevitable impulsos contradictorios de “mixophilia” (el interés y el placer por entornos heterogéneos que prometen experiencias desconocidas) y de “mixophobia” (miedo al tamaño de lo desconocido). La primera fuerza constituye el principal interés que ofrece la vida en la ciudad, mientras que la segunda, por el contrario, es su más asombrosa pesadilla; esto es así para los  de menos recursos, quienes –a diferencia de ricos y privilegiados, capaces de vivir en un barrio cerrado, no pueden sustraerse a las infinitas trampas y emboscadas que acechan en cada rincón del heterogéneo ambiente urbano, hostil y por lo tanto sometidos de por vida a sus peligros ocultos.  –De algún modo podemos pensar a los refugiados como un espejo de algo que nadie quiere ver…  –Los refugiados traen malas noticias desde un remoto lugar del mundo hasta nuestras casas. Nos recuerdan siempre lo que querríamos olvidar o, mejor aún, lo que preferiríamos que desapareciera. Estos nómades, no por elección sino por el veredicto de un cruel destino, nos hacen pensar, de manera irritante, exasperante, en nuestra propia posición y en la endémica fragilidad de nuestro bienestar”.

El acuerdo con Turquía, respaldado por este gobierno en funciones, pretendió argumentarse desde la “mixophobia”. Apeló sin éxito a los miedos. Los dos ayuntamientos más grandes de España no. Ambos han expresado su voluntad solidaria, en la creencia de que no podemos eximirnos de responsabilidades.

¿En cuál de esos dos impulsos desea ubicarse usted que me lee? ¿Qué prefiere de la política: que recupere los valores o los precios? Recuerde que la movilización es garantía de la Libertad. Recordemos que esta es el valor, junto con la Igualdad, fundamentales de la Democracia.

Que no se los hurten.

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