Según la Real Academia de la Lengua «bloqueo» significa «acción de bloquear» y una de las acepciones de «bloquear» es «dificultar, entorpecer la realización de un proceso». ¿Está bloqueado nuestro país desde un punto de vista político? Es evidente que sí pero, ¿quién es el principal responsable de ello? ¿Qué están haciendo nuestros líderes para terminar con esta interinidad? ¿Cómo están reaccionando los partidos ante una situación inédita en nuestra democracia?

Por un lado tenemos la actitud del Partido Popular y de Mariano Rajoy. Dentro del estilo «mariano» el PP está actuando como suele: dejar pasar el tiempo para que los demás se autoinmolen para sacar réditos. Sin embargo, en esta ocasión están tensando demasiado la cuerda sobre todo por la presión insostenible e indecente que están ejerciendo sobre el Partido Socialista para que apoye de manera directa o indirecta la investidura de Mariano Rajoy. Se trata de una presión que viene desde todos los ángulos imaginables, desde todos los sectores. Se trata de una presión que está rozando peligrosamente el chantaje. El mismo presidente en funciones lo dejó claro en una comparecencia de prensa en la que afirmó sin ningún tipo de rubor que o le investían a él como presidente o habría terceras elecciones, es decir, el «o yo o el caos» tan propio de las derechas o de los regímenes autoritarios. No obstante, el PP está queriendo que el PSOE se abstenga o le apoye en la sesión de investidura a cambio de nada porque los puntos que ha puesto sobre la mesa para negociar no incluyen ninguna de las reformas que su gobierno impuso a los españoles y que tanto daño han hecho a los ciudadanos. Con esta posición, ¿cómo pretenden los conservadores atraer al menos el interés de los socialistas? Lo están haciendo a través del chantaje más bastardo: «si el PSOE no permite gobernar a Rajoy, habrá terceras elecciones»; «si el PSOE no se abstiene la economía se resentirá»; «si el PSOE no se abstiene…». De este modo están intentando que la opinión pública se ponga en contra de los socialistas y la presión pase de las élites beneficiadas por las políticas del PP a la presión de la calle. Este chantaje, además, está siendo alentado desde la prensa afín, es decir, toda la prensa escrita y los grupos mediáticos conservadores.

Las presiones para que el PSOE se abstenga y propicie que Mariano Rajoy vuelva a presidir el Gobierno de España vienen de todos los sectores imaginables e inimaginables. Es evidente que aquellos que se han beneficiado de las políticas económicas y la eliminación de la protección social de la ciudadanía para favorecer los intereses privados quieren que nada cambie y que se conforme un gobierno del PP y la franquicia del tea party en España. Por tanto, es lógico que las élites empresariales y económicas busquen la abstención socialista. Lo mismo ocurre con las élites religiosas. Todo ello, claro está, «por el bien de España». Sin embargo, el pasado mes de marzo Pedro Sánchez se presentó a la investidura con un pacto con la franquicia del tea party en España y nadie presionó al Partido Popular para que se abstuviera para investir al secretario general socialista «por el bien de España». Está claro que en este país el bien del mismo sólo es posible si gobiernan las derechas. No estoy justificando el «pacto de la vergüenza» entre PSOE y C’s, bien lo saben los lectores, sólo hago mención a una situación muy similar ocurrida hace apenas cinco meses. Nadie pidió la inmolación política del Partido Popular, nadie les pidió a los conservadores que se suicidaran políticamente «por el bien de España», ni el propio PSOE lo hizo porque era lógico que el PP votara en contra de un socialista. Ahora esas élites y los voceros mediáticos sí que lo hacen.

La presión sobre los socialistas se está volviendo insostenible pero Pedro Sánchez la está aguantando bien. Me parece muy lógico el «NO es NO». Un partido centenario, un partido que ha sido el responsable de la implementación del Estado del Bienestar en este país, no puede ser cómplice de quien lo quiere destruir o de quien lo está destrozando. Sin embargo, hay algunos dentro del propio PSOE que no entienden esto, que el tiempo que han estado en el poder o con cargos de responsabilidad les han separado tanto de la realidad de este país que no se dan cuenta de que lo que ellos piden, es decir, la inmolación del Partido Socialista por «el bien de España» es el fin del socialismo español. Hay que tener en cuenta que esos personajes que fueron importantes hace años se han alejado de tal manera de la ciudadanía por su estancia en el poder que ya no ven la realidad política desde los ojos de lo que la ideología socialista supone sino desde los intereses de las élites que rodean a quienes detentan el poder. Felipe González, Alfredo Pérez Rubalcaba, José Bono y tantos otros que están pidiendo la abstención socialista han pasado tanto tiempo en el poder que se han olvidado de que el PSOE es un partido que debe estar junto a las víctimas de las políticas del PP y no con quienes se han beneficiado de ellas. Lo que ellos están pidiendo es dar un aval a esas políticas y eso es inaceptable y bochornoso. El posicionamiento junto a quienes están presionando a Pedro Sánchez para la abstención de estos antiguos dirigentes hace mucho daño al PSOE porque alienta a las élites a aumentar dicha presión para ver si la fruta cae de madura. Hasta ahora la Ejecutiva socialista ha aguantado bien pero…

Por otro lado, está la actitud de Pedro Sánchez que demuestra una vez más su falta de visión política, su falta de liderazgo y la ausencia absoluta de estrategia política causada por su propia inoperancia. Cerrarse en el «no es no» me parece bien. Jamás hay que apoyar a un partido conservador. Por eso mismo a quien les escribe le pareció una perversión ideológica el pacto con la franquicia del tea party en España. Sin embargo, esta cerrazón puede ser negativa para los socialistas sobre todo si se llegaran a convocarse unas terceras elecciones porque todo el mundo culparía al PSOE de la nueva cita electoral y en un país como el nuestro en que la gente está un poco hasta las narices de la falta de diálogo de los cuatro principales partidos la factura que el pueblo le pasaría al Partido Socialista podría ser muy elevada, podría convertir la catástrofe de los resultados de Pedro Sánchez en el verdadero apocalipsis, sobre todo en esa parte del electorado socialista que no tiene una lealtad ideológica bien cimentada, es decir, el votante de esa cosa a la que se ha llamado centro y que bien podría apoyar otras opciones.

La semana pasada, el director de La mar de Onuba, Perico Echevarría, un socialista de los de verdad, escribía en Diario16 un artículo titulado «La abstención como oportunidad para el liderazgo de Pedro Sánchez», un artículo donde hacía una propuesta que tiene una lógica irrefutable: pactar una abstención condicionada al cumplimiento de una serie de puntos. Tal y como está la situación esta podría ser una salida digna para el PSOE por una razón muy sencilla: Pedro Sánchez se quitaría de encima el sambenito de que si hay terceras elecciones la culpa sería de los socialistas por su inmovilismo. En un momento como el actual, con los resultados de las elecciones del 26J y donde por culpa del secretario general socialista el PSOE ha pasado de ser un partido de gobierno a un partido bisagra quitarle la iniciativa a Rajoy es un movimiento estratégico que pondría a los socialistas en una posición de poder. Presentar al PP un documento con las condiciones que aceptaría el Partido Socialista para una abstención en la investidura de Rajoy, un documento en el que se planteara la derogación de la reforma laboral, de la Ley Mordaza o de la LOMCE, donde se dejara claro que la sanidad y la educación tienen que tener un mínimo 15% del PIB asignado en los Presupuestos Generales del Estado, donde se exigiera la devolución de la sanidad universal, la creación de políticas activas para la creación de empleo digno, de empleo de verdad y no de puestos de trabajo semiesclavos, un documento donde se exigiera la implementación de una renta mínima igual al Salario Mínimo Interprofesional y la subida de éste a los 900 euros a lo largo de la legislatura, donde se planteara el blindaje de las libertades civiles o de los puntales básicos del Estado del Bienestar, donde se abogara por la reducción de la jornada laboral a 35 horas semanales o donde se reformara el sistema territorial hacia el modelo federal y la financiación de las Comunidades Autónomas sería un buen movimiento estratégico que dejaría la iniciativa en manos de los socialistas. En caso de que el PP no aceptara este documento el culpable del bloqueo ya no sería el Partido Socialista sino el propio partido conservador español. En caso de que el Partido Popular aceptara estas condiciones el PSOE no quedaría como quien ha pactado con los conservadores sino como el partido que provocó que éstos rectificaran e hicieran una política pensando en las personas y no en las cifras macroeconómicas.

Sin embargo, Pedro Sánchez no hará eso porque no tiene capacidad política suficiente para ver eso. Es mejor quedarse parado en el «no es no» y esperar a que Rajoy se estrelle para luego… ¿qué? ¿Presentarse como opción de gobierno junto a los nacionalistas y los independentistas? ¿Ir a unas terceras elecciones en las que el PSOE sería presentado ante los españoles como el culpable de los nuevos comicios? La miopía del secretario general del PSOE es casi tan grave como su falta de carisma y liderazgo. Ahora tiene la oportunidad de mover ficha para presentarse ante los españoles como una formación política que sin traicionar su ideología no quiere que el bloqueo siga. Sin embargo, entre el chantajismo de Rajoy y quienes le rodean y la miopía política de Sánchez, nuestra política seguirá bloqueada. ¿Qué hemos hecho los españoles para tener líderes tan mediocres?

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