Tras el decepcionante debut contra Italia y la falta de respuesta táctica por parte de Wilmots, Bélgica se ha dado un homenaje contra una decepcionante selección irlandesa. La verdad es que nadie esperaba nada de Eire en este campeonato pero sí de Bélgica y el primer partido fue un bajonazo en toda regla.

En el partido de hoy los belgas fueron de menos a más. Wilmots incluyó cambios respecto al primer once al introducir a Meunier, un lateral profesional en vez de un central, retirar a Fellaini por Mertens e incluir al extremo del Atlético de Madrid Carrasco, lo que le dio un aire nuevo a los «Diablos Rojos».

La primera parte no dejó grandes momentos. Irlanda no mostró la imagen del primer partido y sólo encontró una vía para atacar la portería de Courtois: el balón largo a Long. Bélgica, por su parte, se atascaba y no aprovechaba la calidad de jugadores como Hazard o De Bruyne para asistir a sus delanteros. El balón parado fue su única opción con dos ocasiones de Alderweireld, una de ellas sacadas por Hoolahan bajo los palos.

El comienzo del segundo tiempo el atasco del ataque belga pareció desaparecer porque encontraron más espacios y esta selección aprovecha muy bien la velocidad y la fuerza de sus puntas. El primer gol llegó tras una buena jugada de De Bruyne que asistió a Lukaku para que abriera el marcador con un zurdazo pegado al palo.

Irlanda hizo cambios buscando una mayor incidencia atacante pero no inquietaron a Courtois. Bélgica aumentó su ventaja con un cabezazo de Witsel en el minuto sesenta. Nueve minutos después Lukaku marcaba su segundo gol aprovechando una asistencia de Hazard.

Los «Diablos Rojos» respiran tras la derrota contra Italia y se acerca a la clasificación a la ronda eliminatoria. Irlanda ni siquiera disparó a puerta y se complica su futuro.

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