ETA ha decido hacer entrega de sus armas. Anuncia para el 8 de abril de este año la  localización de una serie de zulos en los que almacena su depósito de explosivos, detonadores y armamento en general, con el testimonio de personalidades internacionales. Hay quien duda, y con razón, de la sinceridad de este anuncio y habrá que ver qué sale de esos zulos para calibrar las intenciones reales de la banda. Pero el mero anuncio de esta entrega «incondicional» de armas por parte de la banda nos enseña algo importante: los etarras siguen contando con una estructura piramidal y con alguien en la cúpula con mando y posibilidad de ser obedecido. No mata, pero no ha desaparecido. Hay por tanto, interlocutor.

El anuncio para día 8 de abril es, no obstante, muy importante y las reacciones del Gobierno y los partidos eran esperadas sino pactadas antes. Porque no hay que olvidar que para lograr la disolución de la banda terrorista, que lleva más de cinco años cumpliendo su compromiso de no atentar, hay que seguir negociando, directamente o con la utilización de terceros. Y si no es así, habrá que demandárselo al Gobierno porque con tal de acabar con la sombra de esta amenaza no se puede ser cicatero a la hora de elegir las herramientas.para lograr eliminar esa sombra.

En estos momentos, policialmente,  es posible que ETA esté desmantelada, pero quedan cosas por resolver para seguir el camino que conduzca al final. Por ejemplo, los más de doscientos asesinatos sin resolver y la dispersión de los presos etarras que no se han acogido al sistema individual de arrepentimiento ofrecido por el Gobierno. Hace años la decisión de esta dispersión se tomó en pleno auge de las actividades de ETA y como elemento de presión. Pero, al margen de las consideraciones que mereciera esa acción en su día, hoy las condiciones han cambiado. Ya no hay muertes, ya no hay armas – o al menos eso parece – para cometer atentados. Una señal del Gobierno, con la Ley en la mano como tanto le gusta decir a Mariano Rajoy, sería una de esas herramientas, para evitar que los presos etarras, por muy repugnante que nos parezca su actuación, sumen a la condena de estar privados de libertad, la de ver como sus familias cumplen una segunda condena: la de no poder estar cerca para visitarlos.Los barrotes en Sevilla son iguales que los de las cárceles de Vitoria.

En todo este entramado, una vez más, tanto el PNV o incluso Bildu tienen un papel importante que jugar si es que no lo están haciendo ya, como muchos esperamos que haya sido.

Pero quedan las víctimas, miles de personas que merecen atención, ayuda y respeto. Todas no piensan igual, pero resulta despreciable, como se ha hecho a veces, su utilización política para defender intereses partidistas. No es con el criterio de las víctimas con el que se debe dirigir la acción de Gobierno. Apoyo y ayuda para ellas, todo. Respeto, todo. Pero también hay que pensar en las posibles víctimas futuras que se pueden evitar con el coraje que a un gobierno se le debe reconocer. Veremos.

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