El ex ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, ha defendido esta tarde la intervención de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado durante el 1-O y ha asegurado que el dispositivo fue “proporcionado”. Sin embargo, ha negado que fuera él quien diera la orden de actuar contra los colegios electorales, contra votantes y manifestantes, lo que provocó las deleznables cargas policiales contra los ciudadanos aquel día. Pero si no fue Zoido, quién lo hizo, si no dio él esa orden, ¿quién pulsó la luz verde para requisar las urnas y cargar con contundencia contra los votantes? “Los operativos”, ha dicho tajantemente Zoido, que ha prestado declaración como testigo durante el juicio por el ‘procés’ en el Tribunal Supremo. “Al igual que yo no di la orden de actuar ni dónde, tampoco la di para que dejaran de hacerlo. Los operativos decidieron dejar de actuar y ellos sabrán por qué”, ha aseverado Zoido.

De esta manera, el exministro se ha desvinculado de cualquier tipo de responsabilidad y ha puesto el foco en sus subordinados. ¿Quiénes eran entonces? “El coronel de la Guardia Civil Pérez de los Cobos; el jefe superior de Policía; y los Mossos d’Esquadra”, ha asegurado. Pero en última instancia y como coordinador del dispositivo, según el ex ministro del Interior, el jefe de la Guardia Civil, Pérez de los Cobos, “que estaba en funciones de coordinación”.

Las defensas han preguntado al ministro sobre la gestión del coronel de la Benemérita, el mando designado como “director técnico” por el Ministerio del Interior para coordinar a Mossos, Guardia Civil y Policía Nacional con el fin de impedir la celebración del referéndum el 1 de octubre en Cataluña. La respuesta de Zoido también ha sido cuanto menos sorprendente para alguien que se supone que está al cargo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado del país, ya que ha asegurado que “nunca quiso entrar a diseñar ni valorar los dispositivos policiales”.

En ese punto, el presidente de la Sala, Manuel Marchena, le ha preguntado si como máximo responsable del ministerio llegó a recabar o a informarse sobre el plan trazado para el 1-O por el alto mando de la Guardia Civil. “No lo recabé, me dijeron que estaban coordinándose y que estaban trabajando”, responde Zoido. Es decir, ni se informó de lo que se iba a hacer en Cataluña aquella jornada de alto riesgo, ni repartió instrucciones, ni dio la orden de lo que había que hacer, ni cómo había que hacerlo. Según el ministro, fueron “los operativos” quienes se encargaron de todo y quienes tomaron la decisión de cerrar colegios, de requisar urnas y material electoral, de garantizar la seguridad y en definitiva de evitar que el referéndum de autodeterminación llegara a celebrarse.

Según las cifras que ha aportado el exministro, no parece que el plan del Ministerio del Interior para evitar que los catalanes votaran ese día sirviera para mucho, salvo para que las portadas de los periódicos del todo el mundo publicaran imágenes de los “piolines” −los antidisturbios desplegados por el Gobierno de España ese día−, aporreando a gente que solo quería votar. Zoido ha confirmado que de los 2.239 centros electorales que la Generalitat puso a disposición de los ciudadanos, los agentes intervinieron en 131 para requisar urnas y clausurar las dependencias. De esos centros, solo 113 se cerraron finalmente. “Esas fueron las cifras”, ha dicho un parsimonioso Zoido a la hora de responder a preguntas de los abogados de las defensas. Es decir, la eficacia policial en aquel día negro para la historia de este país fue de entre el 5 y el 10 por ciento. “Lo que me pregunto yo es qué hubiera sucedido si no se hubiese alentado ese referéndum ilegal y si se hubiesen desplegado los 12.000 mossos disponibles, como es habitual en unas elecciones en Cataluña. Y qué hubiera pasado si no hubiera habido el apoyo de los 6.000 efectivos: el resultado hubiera sido totalmente distinto”, ha asegurado el exministro.

Zoido alega en defensa de su departamento que los 6.000 miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado que se enviaron a Cataluña acudieron en “auxilio” de los Mossos d’Esquadra, pero esta función cambió dos días antes del 1-O para sustituir a la policía autonómica ante la “ineficacia” de estos agentes. Según Zoido, el mayor Josep Lluís Trapero, jefe de los Mossos no fue “muy colaborador” ese día, ya que planteaba reticencias a las instrucciones que daba Pérez de los Cobos.

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