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Yolanda Díaz apuesta por fijar precios máximos a alimentos de primera necesidad para evitar la especulación

La patronal se opone a la medida al considerar que va contra la ley de la oferta y la demanda y el libre mercado

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análisis

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La especulación con los alimentos básicos está llegando a límites obscenos. Productos como el tomate, que los agricultores venden a aproximadamente a 0,32 euros el kilo, o el aceite, que sufre un incremento del 71%, castigan la cesta de la compra de los consumidores. Los cereales se han encarecido un 17%, los lácteos y huevos un 16% y la carne un 10%. Cuando llegan al supermercado los productos agroalimentarios se han encarecido hasta un 1.290% respecto al que tenían en origen, según datos del pasado mes de junio. Ya no se trata de la inflación provocada por la guerra de Putin y el sobrecoste de los combustibles, sino de que hay gente que se está enriqueciendo a costa de la especulación más abyecta y vil en tiempos difíciles para la sociedad española.

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, propone establecer un precio máximo a los precios de los alimentos básicos para limitar los efectos de la inflación sobre la cesta de la compra y el bolsillo de las familias. En una entrevista en elDiario.es, la titular de Trabajo y líder de Unidas Podemos en el Ejecutivo ha criticado a los “oligopolios” en las distribuidoras de alimentación, donde ha asegurado que existen “cinco grandes distribuidoras que concentran el 50%” del mercado.

“Esto es un factor de riesgo. Nos vienen advirtiendo de la concentración bancaria, nos vienen advirtiendo del factor oligopolio que tenemos con la energía. Y aquí también pasa esto. A los productores les compran las naranjas a 15 céntimos, y los ciudadanos las pagamos a 1,48 euros. Las patatas se pagan a los productores de nuestro país en torno a 18 céntimos y se están vendiendo a 1,35. El ajo llega a los supermercados con un incremento de casi el 800%. Es una barbaridad”, asevera.

La vicepresidenta apunta que está trabajando en “un acuerdo con las distribuidoras y los consumidores en nuestro país”. “Un acuerdo que consista en determinar una cesta de productos básicos, en torno a 20 o 30 productos, en los que, como hemos hecho con el gas y otras materias, topemos los precios. 20 o 30 productos que son básicos: la leche, el pan, los huevos, la fruta…”, propone.

Díaz ha valorado el trabajo del Ejecutivo para paliar los efectos de la subida de los precios energéticos y bancarios, con el alza de los tipos de interés, pero pide poner sobre la mesa controlar la cesta de la compra: “Hay que dar un paso más porque la alimentación es imposible. Lo llevo diciendo, hago la compra con normalidad y la gente tiene razón para estar molesta”.

La patronal en contra

La medida, una vez más, choca con los intereses de la patronal y las derechas, que ya han advertido de que se posicionarán en contra de cualquier medida que vaya contra la ley de la oferta y la demanda y el libre mercado. Las élites económicas y financieras aseguran que limitar los precios de los alimentos más básicos agravará la espiral inflacionista y recortará los dividendos y beneficios de las empresas, lo que generará más paro y pobreza. El argumento es igual de falaz que el que esgrimen cuando aseguran que subir el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) empeorará la economía y las cifras de desempleo. En crisis anteriores el paro llegó a una tasa del 17 por ciento con salarios mínimos de apenas 700 euros. Hoy, con el SMI en los mil euros, la tasa de desempleo ronda el 12 por ciento. Por tanto, no hay ninguna relación entre subida de salarios y creación de riqueza. Al contrario, eminentes economistas y organismos internacionales aconsejan subir los sueldos de los trabajadores como forma de incentivar el consumo, aumentar la producción y elevar la cifra de crecimiento.

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2 COMENTARIOS

  1. Así es, los productos alimenticios se multiplican hasta el 1290%; multiplican su precio hasta por 13 veces; por 10 las naranjas, o por 8 el ajo; sin correr el riesgo de sequia, las plagas, el pedrisco, o las heladas.; y teniendo en cuenta que los incrementos de costos no se cargan sobre los exiguos salarios de los empleados, los transportistas, los envasadores, que trabajan a precios de miseria; asumiendo, muchos, como autónomos los gastos de sus propios equipos. Sí, a caso, la de la energía eléctrica, multiplicada por 10; el gasoil, el gas, etc., con los que los especuladores recaudan a través de los alimentos el saqueo que también se traslada los consumidores; que en paralelos funcionan en el mercado como oportunistas obscenos. Esto es, 5 empresa intermediarias movilizan el 50% del mercado de los alimentos e imponen, a agricultores, transportistas, autónomos, asalariados y pequeños comerciantes, las condiciones en las que el “colonialismo especulativo” impone, junto a otros cuantos (no hablemos de cereales, legumbres, etc., conque los propios mercados especulan con futuros)las nuevas formas de explotación social ciudadana.
    ¿Qué no se puede intervenir el mercado? Lo que no se puede es saquear, de esta manera, la economía y vendernos la idea de que, además, debemos agradecerles que pirateen el sistema. ¿Es una broma esta nueva religión que nos piden que los adoremos, admiremos, veneremos y mientras nos pisotean y nos desprecian?

  2. Se acuerda de aquel que decía para defenderse: «son los mercados, amigo». Para el saqueo, libertad y para cuando las cosas no les funcionen, reclamar a papa estado. Con el franquismo nos llegó la corrupción y, con la guerra europea y sus apreturas, mercado negro. Excelente idea de la señora Yolanda Díaz.

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