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Y, sin embargo, la Paz

Toga de respetable

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Me conmueve la violencia. Cuando yo la he causado, mientras lo hacía ya sabía que me estaba hundiendo en un pozo negro de autorrepulsión que, curiosamente, retroalimentaba mi virulencia. No estoy orgulloso de mis arranques de ira, pido perdón con toda sinceridad: con arrepentimiento. No estamos libres del horror.

Yo concibo el pensamiento como incompatible con la violencia, esto es, la intelectualidad es pacifista o se equivoca por incoherencia. No hay zona intermedia. Esto no significa la asunción de un corderismo entregado sin defensa, si me atacas y te doy: mejor no haberlo hecho. Pero la labor de un intelectual sólo puede tener como límite final la Paz, incluso cuando el atajo de la violencia supone facilidad, incluso cuando se ha de elegir entre dos males se debe amasar la posibilidad de evitar el perjuicio; no se piensa para elaborar estrategias que incluyan daños colaterales: eso es atacar, ser un criminal con toga de respetable.

¿por qué todo esto escapa de la responsabilidad penal de los Gobernantes?

Pienso en Colombia, Oriente Próximo, Birmania… en realidad en tantos lugares terroríferos de la Tierra, pienso en que asumir que, por legal que sea un “uniformado”, se pueda golpear la cara de una persona hasta deformarla… más allá de su inmovilización y bloqueo, si es necesario; disparar contra multitudes, violar, caer edificios con familias dentro, amenazar, rematar en el suelo, torturar, patear cabezas, apalear hasta dejar inerte, matar, destruir… ¿por qué todo esto escapa de la responsabilidad penal de los Gobernantes?

De manera automática, cada vez que la fuerza armada de un Estado legítimo fuera empleada legalmente: una fiscalía supervisora mundial debería abrir “ipso facto” un procedimiento para comprobar si los daños causados están legitimados por las causas, un juicio, eso distinguiría a un Presidente o a una Ministra de un chimpacé con una ametralladora, sería un rasgo de civilización humanístico, y fíjense que no hablamos de paz boba.

Seguimos en una época en la que el trascendentalismo político (en nombre de la Patria, de la bandera, del modelo económico, de la monarquía o de una república, de la familia, del orden, hasta cínicamente de la paz…) justifica el infligir del castigo, del dolor, del daño consciente porque tenemos disociados a los intelectuales de los ejecutantes. Yo mando a la policía a reprimir una manifestación y ¿no sé ya que entre la multitud de violentos y de los propios cuerpos de seguridad hay majaras dispuestos a cualquier cosa o que disfrutarán con el enfrentamiento? Manifestarse es un derecho, la violencia debería ser severamente castigada y, repito, se debería investigar por organismos independientes la causada por los propios Estados: y también ser castigada severamente.

El problema es que si no te trincan con el carro del helado, aquí se libra todo el mundo salvo los caídos tantas veces sin culpa ni motivo. Tenemos una tonelada de artículos penales contra los parias que muchas veces las mismas sociedades abandonan en sus guetos sin oportunidades reales para huir de la delincuencia, y mil toneladas de ensayistas catedralicios justificando la Historia, la Economía, la Violencia de todo tipo sin ponerse jamás de parte del sufriente.

Ya lo he dicho otras veces: si queremos entender la esclavitud en su época, no sólo reconstruyamos los movimientos, las cifras del traficante, intentemos entender el sufrimiento intolerable, atroz, insoportable de la víctima, de las mujeres alemanas violadas por los rusos, de los judíos en Dachau, de la monja víctima de anarquistas, de los imberbes norteamericanos enviados a Viet-Nam, de los desgraciados miserables que vivían en la Europa de 1348… me da igual, lo relevante es entender por qué fueron víctimas y eso no es lo mismo que explicar la Historia describiendo los movimientos del Poder, siempre cabe una justificación para ese poder, pero ¿la cabe para la herida abierta de bayoneta que atraviesa dolorosamente un intestino derramando su mierda dentro del vientre de un desgraciado en mitad de un campo de sufrimiento?

Esperar condenas internacionales, defensas humanitarias, alianzas filantrópicas, etc., es tener una perdiz mareada. Sólo una investigación ineludible en todos los casos y con todas las garantías, inherente al ejercicio de las responsabilidades, podría frenar el ansia de esas decisiones sin temblor de pulso, al tiempo que las penas por el uso de la violencia en la calle fueran más serias. Igual que suponemos la honradez de quien dirige los presupuestos, hemos de demostrarla en quien gestiona la violencia legal: no se debe dilapidar la Paz.

El mal no cambia con las épocas, esta es la mentira mayor del intelecto. El mal repugna siempre al empático, a quien se entrena para sufrir con los demás. Hacemos, sin embargo, Historia del Bien obnubilados por la idea falsaria de progreso que no es más que un espejismo… es la inversión de los valores, subyacente en toda forma de totalitarismo. Para aprender del pasado son más importantes las víctimas, porque si no empezamos la reflexión por el dolor: somos partes de la justificación. Ser intelectual es ser pacifista, es no poner jamás interés alguno por encima de las personas concretas. Defenderse es ser pacifista, porque es neutralizar la violencia; mas extralimitarse o generar víctimas colaterales sólo debería ser justificado por la sentencia de un Tribunal.

Hay que cambiar el mundo. Quedarnos pensando que es algo acabado que sólo requiere de buena gestión (ésta es la base del neoconservadurismo actual) es un error que lleva a su destrucción total, y en ello estamos. Mientras el progresismo siga pensando sólo moral y económicamente, sin alternativas reales de vida, gana la violencia, el populismo demagógico neoliberal… sin complejos. Por favor, piénsenlo.

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