Estamos en un año electoral y por fin el Partido Socialista Obrero Español ganó las elecciones generales. Se celebraron poco después de la proclamación de la Segunda República, con el fin de redactar una nueva constitución. Ahora las cosas no van por ahí y aunque estamos en año electoral, no parece que el PSOE vaya a ganar las próximas, ni que éstas vayan a ser Constituyentes. En las generales del 28 de junio de 1931, obtuvo 115 escaños, con el 24,5% de los votos. Hoy tiene 85 diputados, con el 23,38%.

El decreto de convocatoria de las elecciones del 28 de junio, estableció que las Cortes Constituyentes estarían compuestas por una sola Cámara, elegida por sufragio universal exclusivamente masculino y que la apertura de sus sesiones tendría lugar en el Palacio del Congreso el 14 de julio (aniversario de la toma de la Bastilla que en 1789 dio inicio a la Revolución Francesa), toda una declaración revolucionaria.

Unos meses antes, el 12 de abril, se habían celebraron elecciones municipales, que resultaron ser un auténtico plebiscito contra la monarquía. La victoria republicana, en la mayor parte de las capitales de provincia, principalmente en Madrid, Barcelona y Valencia, se consideró un triunfo indiscutible y en el plazo de cuarenta y ocho horas, se proclamó la Segunda República. Una de las primeras medidas del Gobierno Provisional, fue decretar una amnistía para los delitos políticos, sociales y de imprenta. Otro decreto de gran importancia, fue establecer su propio estatuto jurídico, estableciendo un marco mínimo de garantías, como la libertad de cultos y creencias y el respeto a los derechos y libertades de los ciudadanos.

A las elecciones habían concurrido: la Conjunción Republicano-Socialista, compuesta por el PSOE, los radicales de Lerroux, los radical-socialistas, la Derecha Liberal Republicana de Alcalá-Zamora y la Acción Republicana de Azaña, concurriendo cada partido con su propio programa. La derecha antirrepublicana, que concurrió dividida, no había presentad candidaturas en buena parte de las circunscripciones. Las elecciones dieron un triunfo rotundo a la Conjunción Republicano-Socialista. La derecha y el centro republicanos quedaban reducidos a un papel testimonial, en tanto que la derecha monárquica sufría una nueva derrota. Como consecuencia, la mayoría de las izquierdas en el Parlamento, quedó conformada en torno a socialistas, radical-socialistas y Acción Republicana, dando lugar al denominado bienio reformista entre los años 1931 y 1933.

Las elecciones a Cortes a las que nos referimos, se rigieron por la Ley electoral de 1907. Por decreto se sustituyeron los distritos electorales por circunscripciones provinciales, con el fin de evitar las prácticas caciquiles conocidas y añadir mayor proporcionalidad entre el número de electores y de elegibles. Igualmente se decretó incorporar en calidad de elegibles a las mujeres y al clero y se redujo la edad para ejercer el derecho a voto de los 25 a los 23 años.

Como estaba previsto, el 14 de julio de 1931, tuvo lugar la apertura de las Cortes Constituyentes, en cuya sesión, después del discurso del Presidente del Gobierno Provisional de la República, Niceto Alcalá Zamora se procedió a elegir la mesa, saliendo elegido presidente Julián Besteiro, que había sido Presidente del PSOE y de la UGT. Igualmente se constituyó una comisión parlamentaria, encargada de emitir dictamen sobre el texto constitucional. Enseguida afloraron los temas más conflictivos: la cuestión religiosa (que provocó la dimisión de Alcalá Zamora como presidente del Consejo, sustitución por Azaña), la relativa a la propiedad, la cuestión autonómica, así como el voto femenino, que da lugar a encendidos debates entre Victoria Kent y Clara Campoamor. Como vemos, algunos de estos temas conflictivos, siguen sin resolverse.

La Constitución española de 1931 quedó aprobada el 9 de diciembre y Alcalá Zamora fue nombrado Presidente de la República en la sesión solemne del día 15. Se aprobaron una serie de leyes que supusieron importantes reformas sociales e institucionales, como la Ley de Defensa de la República. Los problemas, que no habían desaparecido, volvieron a emerger. La Ley de la Reforma Agraria tropezó con dificultades a la hora de su aplicación. Otras leyes tuvieron gran relevancia y ocasionaron grandes debates, como las leyes de secularización de cementerios, las del matrimonio civil y divorcio, o las de Asociaciones profesionales y Ordenación bancaria.

Hemos empezado valorando unas elecciones generales que fueron constituyentes y que ganó el PSOE. Hoy, adelantar si se van a producir nuevas elecciones generales, tal cual están las cosas, no se atreverían ni los profetas; mucho menos decir quien será la formación ganadora o quien puede formar gobierno. Los líderes políticos se echan en cara el «bloqueo» y en publico dicen no estar de acuerdo con la convocatoria de nuevas elecciones, aunque todo parece que sí quieren, pero sin mojarse. Rajoy, en su tono habitual, manifiesta que «si hay que volver a ir se va».

En el PSOE, como en otros tiempos, pueden pasar a las manos si Pedro Sánchez propone formar gobierno con Podemos. El secretario general planea dar la batalla por el liderazgo del PSOE antes de las terceras elecciones y parece que en el próximo Comité Federal, del 1 de octubre, propondrá liderar un gobierno alternativo, sin desvelar con quienes. Mientras, la cal y la arena de Pablo Iglesias, que celebra la disposición de Sánchez a pactar «¡Ojalá, aleluya!», advirtiéndole de que no podrá tratar a Podemos como una fuerza subalterna. Rivera a lo suyo, no apoyará a un gobierno de 85 escaños y 44 partidos, olvidando que sí le apoyó teniendo 90.

Más claros están los resultados posibles de las elecciones gallegas y vascas, aunque siempre podría producirse un vuelco y por un puñado de votos, amargar la existencia a Feijóo y Urkullu, pero no: El PP obtendría la mayoría absoluta en Galicia y el PNV la mayoría suficiente para seguir gobernando con comodidad en Euskadi. Situación que nada facilitaría para aliviar la cuestión nacional.

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