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Y después de Catalunya, que ?

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análisis

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Vivimos una época, ya demasiado larga, donde el debate político y la discusión (no digamos la mediática y de redes) donde lo único a lo que se presta atención, es a la noticia del momento, a la polémica impostada, al “descubrimiento” sorprendente, a la estrategia comunicativa del momento….es decir esencialmente a la nada, a nada de lo importante y mínimamente transcendente. Si algo se echa de falta es la discusión que tenga que ver con algo de carácter mínimamente estratégico, de algo que configure mas allá del momento de tensión coyuntural, las vías y caminos por los que nuestra sociedad puede avanzar hacia mayores cuotas de equilibrio social, de consolidación de derechos, de igualdad de género y de avance democrático e institucional.

El análisis del nuevo tiempo que vive nuestro país y el conjunto de la humanidad requiere, sin duda, una mayor perspectiva  temporal y un abordaje global de las múltiples causas, tendencias en acción, interrelaciones y potenciales efectos de las crisis desatadas por la pandemia. Sin embargo, la acción política no puede esperar, la sociedad, sus representantes políticos y las instituciones están obligados a actuar en el presente, en defensa de la vida y la salud de la ciudadanía, sus condiciones de trabajo, derechos, libertades y convivencia. Y seguirán tomando decisiones, como en los últimos meses, en unas condiciones de incertidumbre radical, mientras sigamos situados en el ojo del huracán de la pandemia y cuando ésta haya pasado y podamos hacer recuento de los destrozos causados y aplicar los planes para reconstruir lo dañado y recuperar la actividad económica. La acción política, el debate y la lucha social o la tarea de gobernar no pueden esperar.

Ahora con el resultado de las elecciones al Parlament de Catalunya, nos pasaremos semanas  hablando de si España se rompe, o si el Estado ahoga y asfixia a los catalanes y la tensión se prolongará durante los dos próximos años, los regates cortos se impondrán sobre el abordaje de fondo de los problemas. El resultado da una mayoría a los independentistas, pero con un posible cambio de cabeza, una recuperación sustancial del PSC (que además cuenta con la fuerza del gobierno de coalición progresista y un importante acuerdo con los comunes), la derecha se reestructura pero con una pérdida global de peso (por el hundimiento de Cs) y con un liderazgo tenebroso (y un problema añadido al PP nacional a pesar de su apuesta mas voxoniana-Cayetana/Ayuso). Unos querrán seguir agitando una DUI inviable y otros querrán imponer la domesticación “legal” de los alborotadores, pero  la tesitura para un nuevo gobierno independentista no será una repetición del periodo anterior sometido a un escenario global diferente (Gobierno PSOE-Podemos, crisis sanitaria, fondos europeos de reconstrucción, mesa de dialogo, indultos,..) Pero el resultado también plantea nuevas tesituras, necesidad de encontrar un lugar de encuentro viable aunque sea parcial, basado en el análisis de que hay políticas que alimentan la confrontación y sobre todo que alimentan el crecimiento del españolismo reaccionario que bloquea y dificulta cualquier avance en el conjunto del país. Cerca de dos años bordeando el riesgo de una involución reaccionaria, debería hacer reflexionar a todo el conjunto, que ha impuesto ya varias mayorías parlamentarias en la senda de una política progresista, que el camino de mejora pasa por esa apuesta de mayoría y de aislamiento de las salidas de involución (el trifachito de Colon, que gobierna lugares tan importantes como Madrid y Andalucía) o del cuanto peor mejor (Junts per Cat, CUP). Por eso y con las papeletas y especulaciones todavía calientes, no es mal momento para elevar la mirada y apostar por el conjunto de la legislatura sobre la base de unos presupuestos ampliamente aprobados, unos proyectos de cambio europeos de largo alcance y de una agenda legislativa, donde las mejoras tienen que ser palpables para el conjunto de la población (sin experiencias fallidas como el IMV, Vivienda, y la non nata modificación de la reforma laboral). Por supuesto que hay que abordar con decisión la cuestión catalana, sea cual sea el resultado electoral, lo que es claro, evidente e incontrovertible es que la sociedad catalana esta partida por la mitad, sea un 5 % arriba o abajo. Como decía no hace mucho Eugenio del Rio: “El problema de los independentistas es que como mínimo el 50 % de los catalanes no quieren seguir por ese camino” y si hacemos la lectura al revés exactamente lo mismo, el problema para los que quieren mantenerse en el estatus autonómico (o ni siquiera este por el ascenso de VOX ) es que el 50% no quiere abordar ese recorrido, pues ese es el terreno de juego, por mucho que se estire en ninguno de los lados estará la mejora de las condiciones de habitabilidad, y eso requiere para empezar a eliminar factores punitivos y represivos como los presos y los derechos políticos de los independentistas. La política de la derecha o de los “pretendidos constitucionalistas” de la testosterona jurídica no conduce más que a la irresolubilidad de la situación.

En el marco de esta crisis sanitaria, social y económica sin precedentes se pondrán sobre el tapete de los debates y posibles acuerdos un gran número de cuestiones que, sin ánimo de agotar los temas a tratar, abarcarían un amplio listado de asuntos:  

  1. La consolidación y mejora de la Sanidad Pública y el Sistema Nacional de Salud.
    1. La puesta en pie y la financiación del cuarto pilar del Estado del Bienestar: el sistema de servicios sociales y políticas públicas de cuidados, con atención especial al sistema de protección a mayores, victimas lacerantes del coronavirus y la desprotección de las autoridades.
    1. La protección de los trabajadores y hogares especialmente afectados por la crisis económica y los mayores riesgos de exclusión social.
    1. El impulso de todas las medidas contempladas por la Ley contra la violencia de género con objeto de aumentar la protección de todas las mujeres víctimas de la violencia machista, con la dotación y los medios que sean necesarios
    1. El establecimiento de una renta básica para todas las personas afectadas por el desempleo, la precariedad y la falta de ingresos suficiente, superando los evidentes defectos de enfoque, orientación y gestión del IMV
    1. La mejora de la calidad del empleo con las modificaciones de la estructura y la regulación del mercado de trabajo y el fortalecimiento del diálogo social y la negociación colectiva que permitan superar la inestabilidad, precariedad y temporalidad de los empleos. Los ERTE han sido un ejemplo.
    1. La atención a los sectores económicos y productivos especialmente perjudicados (mediante ayudas directas, que están tardando demasiado en llegar) por la crisis para favorecer su modernización o reconversión hacia actividades de mayor valor añadido.
    1. La reforma en profundidad de la política de vivienda, que se ha convertido en una fuente inagotable de problemas: concentración de la propiedad, dificultades de acceso, destrucción de las ciudades como lugar de vida y convivencia, inexistencia de oferta de vivienda social, generalización de los desahucios en el alquiler, transformación de las viviendas de uso residencial en uso turístico…
    1. El incremento sustancial de las actividades de Investigación, Desarrollo e Innovación que son la base de los nuevos sectores tecnológicos del futuro.
    1. El aumento de la inversión destinada a mejorar la calidad de la enseñanza pública y la cualificación y formación continua de los trabajadores.

Para terminar este listado de temas, que solo tiene la pretensión de ilustrar algunas de las muchas cuestiones a debate, es necesario mencionar la necesidad de contar con una estructura y políticas fiscales sólidas y de carácter redistributivo que permitan sostener las medidas económicas y sociales a adoptar para recuperar el bienestar y los derechos de la ciudadanía.

En todos estos temas hay que tomar como referencia dos aspectos trasversales, la transición ecológica y las políticas de género, que nuestra sociedad ha ido  incorporando mayoritariamente como preocupaciones importantes

Pero también en el ámbito de las reformas institucionales y mejora de nuestro sistema hay que actuar. Esta nueva dinámica, surgida como consecuencia de la voluntad de la ciudadanía en las urnas, supone un punto de inflexión en la democracia española.

La necesidad de regenerar nuestra democracia ha marcado en gran medida la agenda política de los últimos años. El rediseño del sistema electoral, la democratización del funcionamiento interno de los partidos políticos, la lucha contra la corrupción, la reforma imprescindible del sistema de gobierno de los jueces y la necesidad de consolidar un marco institucional con un reforzado sistema de rendición de cuentas han centrado las reivindicaciones de millones de ciudadanos y ciudadanas que en las pasadas elecciones optaron por depositar su confianza en fuerzas políticas diversas.

Después de las elecciones catalanas, la pandemia sigue y la crisis económica se manifiesta, las desigualdades pueden cronificarse y la legimitación  del conjunto del sistema sigue con demasiadas tareas pendientes.

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