Es verdad que a la fuerza ahorcan, pero no es un plato de buen gusto claro. El presidente Mariano Rajoy, que ha estado cinco años encorsetado por su cómoda mayoría absoluta, se ha topado con la realidad de estar en minoría en el Congreso, y de pronto descubre que también tiene cintura política. Rajoy, como Saulo, ha caído del caballo y ha visto la luz. Así, de ningunear a su socio prioritario de Ciudadanos, cuando el PSOE de la Gestora parecía dispuesto a hacer favores parlamentarios, como la abstención en su investidura, ha pasado a concederle toda su atención y ceder a sus peticiones en los Presupuestos Generales del Estado, que son el escollo principal de la legislatura. En el mismo trance ha pasado la mano por el lomo al PNV y a Coalición Canaria para sumar los 175 votos necesarios para echar a andar con los Presupuestos. Al PNV le ha dado los votos necesarios para aprobar sus presupuestos en el Parlamento vasco y, en justa reciprocidad, parece que tendrá los votos de los nacionalistas vascos para sacar adelante las cuentas del Estado. Pero le falta todavía otro voto para la mayoría absoluta y ahí vendrá otro gesto del PSOE provisional de la Gestora que podría mirar para otro lado si el diputado de Nueva Canaria (socio del PSOE en las últimas elecciones) vota a favor de los PGE. Nuevos tiempos a lo que parece.

Y eso no es todo. En un Pleno sorprendente, el PP unió sus votos a toda la oposición para aprobar, por unanimidad, la creación de una comisión parlamentaria que investigará las sospechosas finanzas del partido que sacó a la luz el ex tesorero, Luis Bárcenas.

Pocos días antes el presidente había anunciado en Barcelona una inversión millonaria en infraestructuras, a la vez que pedía ayuda a los empresarios catalanes para que echaran una mano frente a las posturas secesionistas. Luego, una encuesta del CIS catalán le daba una alegría porque los partidarios del NO a la independencia superaban en cuatro puntos a los del Sí; eso sí, sin despreciar en ningún caso el referéndum.

Está por ver si esa misma cintura política la exhibe en la Región de Murcia y sacrifica a su amigo el presidente autonómico, Pedro Antonio Sánchez, para salvar los muebles sin la moción de censura pretendida por el PSOE con el recelo de Ciudadanos.

En otros terrenos mantienen la bronca con Podemos, como es natural. El caso de la condena a un año de cárcel de la tuitera Cassandra, sentencia denunciada y criticada inicialmente por Unidos Podemos, ha agitado las plácidas aguas de la vida parlamentaria en este tiempo de acuerdos, porque todos los demás partidos de la oposición también se han unido a esa protesta. El más sensato, en todo caso, ha sido el portavoz de los valencianos de Compromis, Joan Baldoví, que, además de criticar la sentencia, ha pedido al Gobierno, desde la tribuna del Congreso, que indulte a Cassandra. Una propuesta más sensata y eficaz que la algarada.

Con todo, el balance es positivo para Rajoy, que ha salvado el escollo principal de los Presupuestos, lo que le da estabilidad a su Gobierno para un par de años y le permite seguir pavoneándose en la Unión Europea donde la mayoría de los gobiernos, en medio de la tormenta del Brexit, están a trances electorales.

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