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Whitby, la ciudad que inspiró a Bram Stoker para crear a Drácula

Ubicada al norte de Inglaterra, en la lluviosa y casi siempre invernal Yorkshire, fue el lugar que inspiró al autor irlandés cuando estaba escribiendo su monumental novela

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análisis

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Este bello pueblo pesquero, de apenas algo más de 14.000 habitantes, se encuentra en la costa de Yorkshire, una de las regiones de Inglaterra más lluviosas y rurales, y está indisolublemente ligado al personaje de Drácula. El escritor de esta novela, Bram Stoker, llegó a esta ciudad en agosto del año 1890 y vivió en ella durante seis años. Ya antes de su llegada, seducido por las novelas de la escritora escocesa Emily Gerard, Stoker tenía entre manos escribir una novela de vampiros, recreada y ambientada en Transilvania. Whitby le aportaría los lugares, escenarios, rincones y paisajes donde se ubicaría la fantasiosa historia del vampiro y conde Drácula. 

La elección de Transilvania no fue casual, sino fue fruto precisamente de algunas lecturas sobre la región y sus supersticiones y también por otras influencias. Stoker, antes de abordar el personaje de Drácula y dotarle de “vida” en su novela, se llenó de los conocimientos de esta región a través de un erudito orientalista húngaro llamado Arminius Vámbéry (Armin o Hermann Bamberger, en realidad) en varias reuniones y también con la lectura de algunos libros. 

Entre las obras que leyó Stoker, hay que reseñar las de la ya citada Gerard, entre las que destacan la novela La tierra más allá del bosque y los ensayos Supersticiones de Transilvania e Informe sobre los principados de Valaquia. Al parecer, fue Gerard la que introdujo a Stoker en el mundo del vampirismo y quien le dio la base argumental de la historia, dado que la autora aborda el tema de una forma en que es muy difícil distinguir la realidad de la ficción. Gerard, muy desconocida hoy en día, era una iniciada en las ciencias ocultas y sus conocimientos ilustraron a Stoker.

Stoker, entre Vlad Tepes y el conde llegado a Londres

Seguramente, Stoker, además, leyó algunas de las pocas biográficas del personaje histórico de Drácula, Vlad Tepes el Empalador (1428-1477), un príncipe de Valaquia (Rumania) que sembró el terror y que pasó a la historia por sus terribles empalamientos en el siglo XV. La sombra de este personaje algo siniestro empapa la novela de Stoker. Vlad Tepes, que había sido educado por los turcos en Constantinopla en el uso de la tortura y el terror como instrumento de control político de sus súbditos, al final se acabó convirtiendo en una pesadilla para sus antiguos educadores, a los que llegó a empalar por miles en las llanuras valacas, y demostrando la tesis tantas veces repetida de que al final el buen alumno supera al maestro. Sus matanzas masivas, con el consiguiente epílogo del empalamiento de sus sufridos enemigos (muchos empalados vivos o en agonía), fueron reflejadas con bastante realismo por algunas crónicas de la época. 

Y es que, realmente, existen dos Dráculas: el de la novela, creado por el irlandés Bram Stoker, y el personaje histórico que fue príncipe de Rumania y casi un héroe nacional en ese país, por destacarse en la lucha contra los turcos cuando los principados rumanos eran tierra de disputa entre grandes poderes. Los dos, sin embargo, confluyen en Rumania, quizá uno de los más bellos países  de Europa, y ambos se pasean por los mismos paisajes y escenarios históricos, aunque Vlad Tepes –como se llamaba realmente el Drácula histórico– nunca conoció Londres y su vida discurrió entre Rumania, la capital húngara, Budapest, y la turca, Estambul, como se llama hoy a Constantinopla. 

Stoker ya era escritor mucho antes de que publicara Drácula, aunque obviamente ha pasado a la historia por esta obra que podemos considerar gótica, excepcional, original y realmente rompedora para la época, impregnada en aquellos momentos de una suerte de cursi romanticismo que ya agonizaba a finales del siglo XIX. El libro, una vez embutido del éxito en el mundo anglosajón, muy pronto traspasó las fronteras de las islas británicas y saltó al continente europeo, donde fue traducido en casi todas las lenguas europeas.

Antes de que el libro fuera puesto en circulación en todas las librerías de Inglaterra, el autor hizo una presentación teatral en el el prestigioso Lyceum Theatre de Londres, en donde él mismo trabajaba, y al parecer se hizo con la finalidad de tener bajo su control total los derechos de autor sobre la obra, el personaje y las futuras representaciones teatrales. Muy pronto, al transcurrir unos veinte años de la publicación del libro en Inglaterra y con la irrupción del cine, aparecieron las primeras versiones cinematográficas de la obra y otras en las que más o menos se novelaba la historia.

Whitby en la novela de Drácula

La novela de Stoker arranca con una tormenta que hace encallar a una vieja goleta rusa justo en este puerto de Whitby, actualmente considerado el sexto en importancia de la costa inglesa. Toda la tripulación está muerta menos un fiero perro negro que salta del barco cuando los lugareños se acercan a socorrer a los posibles supervivientes. Un animal que resulta ser, nada más y nada menos, que  el mismísimo conde Drácula, quien pronto siembra el terror en la pequeña localidad.

Al parecer, mientras estuvo Stoker en Whitby escuchó la historia de un barco que había naufragado cinco años antes en la costa. Se trataba de un barco ruso llamado Dmitry y llevaba como carga una arena especial para el cultivo. Este naufragio quedó grabado en la mente del escritor. Aunque tardó otros seis años en escribir Drácula, el barco naufragando en las costas de Whitby donde llega el vampiro le sirvió de inspiración. Por tanto, Whitby fue un lugar importante en el universo literario y creativo de Stoker mucho antes de que se publicase Drácula, en 1897. 

Luego Whitby cuenta con una bella y gótica abadía, que fue fundada en el siglo VII y está en ruinas. Un siglo después de su fundación fue destruida por los vikingos daneses. Se volvió a construir y en la actualidad lo que vemos son los restos de la abadía que se construyó entre los siglos XIII y XIV, de estilo gótico. Por estas tierras han pasado celtas, romanos y vikingos y todos esos pueblos han dejado su huella. Y por estas ruinas, desde las que se observan las mejores vistas de la ciudad y del mar de Inglaterra, pasearía Stoker y daría rienda suelta a su imaginación.

Al lado de esta fantástica abadía, que por cierto encontré cerrada a cal y canto, se encuentra  el cementerio de St. Marys Churchyard, que da nombre a la iglesia también en el mismo lugar, y cuyas lápidas se extienden por varias laderas y pequeñas montículos en torno al mar. Stoker se sentaba durante horas en este lugar, incluso hay un cartel que señala el banco, y en el mismo, más concretamente en la iglesia de St. Marys, recrea una escena de la novela. Nada más llegar al puerto de Whitby, el vampiro se refugia en la cripta que tiene la iglesia de St. Mary, precisamente en el cementerio de la abadía. Según dijo Stoker, lo que más le atrajo de esta iglesia y su cementerio es la atmósfera que la rodeaba, que parecía sobrenatural.

También parece que muchos de los nombres de los personajes del relato los sacó Stoker de las tumbas de piedra retorcidas del cementerio local, en el que pasaba horas sentado en un banco de piedra donde más tarde la esposa del abogado cautivo, Mina Murray, conocería a Drácula. Drácula hace en la novela toda una declaración de amor: “He cruzado océanos de tiempo para encontrarte”. Para, a renglón seguido, añadir: “¿Crees en el destino? ¿Que hasta los poderes del tiempo pueden ser alterados por un propósito? ¿Que el hombre con más suerte en este mundo es aquel que encuentra el amor verdadero?”.

La biblioteca donde Stoker estudiaba y buscaba en los libros fuentes de inspiración para su magna obra es hoy un restaurante llamado Quayside Fish and Chip Restaurant y no hay ninguna mención del lugar ni del escritor. La calle donde se encuentra el restaurante es una de las principales de esta ciudad costera y muy turística, principalmente en verano, y se encuentra a una distancia bastante cercana de la casa en la que residió Bram Stoker, en el número 6 de la Royal Crescent, donde hay una pequeña plaza que nos recuerda su paso por el pueblo.

Finalmente, aparte de la ligazón ya eterna de Whitby con Stoker y su novela, el pueblo es muy bello y ofrece buenas playas, algunos museos -como uno dedicado al capitán Cook y sus viajes-, una buena oferta de hoteles, bares y restaurantes para todos los públicos y precios, paisajes naturales muy coquetos a una distancia razonable y se encuentra relativamente cerca de las interesantes ciudades de Leeds y York. Whitby, aparte del atractivo vampiresco que impregnó a Stoker, ofrece mucho más.

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