El 17 de agosto de 2017 será recordado por el terrible atentado que llenó de lágrimas a una de las calles más alegres de nuestro país.
La Rambla de Barcelona se tiñó de sangre en un episodio que la ciudad logró olvidar rápidamente para recuperar su ritmo habitual: quizá el mejor antídoto contra aquellos que pretenden, por medio del miedo y el terror, doblegar los principios de nuestra imperfecta democracia. Pero desde la fuerza política de extrema derecha VOX no han tenido apuros en recordar aquella terrible fecha con una mezcla de mal gusto y peor intención. Utilizando la imagen, en un tuit que fomenta el odio hacia los musulmanes, de uno de los menores asesinados.
Islamofobia
En el tuit en cuestión que la formación liderada por Santiago Abascal ha publicado reza: “Nuestro mejor homenaje es exigir justicia y políticas de control de fronteras y de expulsión de la lacra islamista para que no vuelva a ocurrir”, obviando que los que cometieron aquel atentado eran terroristas por encima de practicantes de una religión que profesan casi 2.000 millones de personas en el mundo.
Foto polémica
Por si fuera poco. El colmo de la perversión ha sido equiparar la foto del cadáver del niño de La Rambla con la del pequeño Aylan Kurdi. Aquel niño sirio fotografiado por Nilüfer Demirue que yacía ahogado en la orilla de una playa, donde van a veranear las élites turcas, después de escapar de los horrores de la guerra. La difusión de aquella foto despertó polémica. Pero la intención de su uso justificaba la excepcionalidad. Utilizar la imagen de un cadáver no es algo muy ético, pero mucho peor aún si el cadáver es de un menor, ya que se omite a todo código deontológico. Pero aquella imagen se convirtió en un grito desesperado para llamar la atención sobre el drama de los refugiados. Aunque al final no haya servido de mucho.
Pornografia emocional
La utilización que ha hecho VOX de la imagen del cadáver de un menor es repugnante en todos los sentidos. No tiene ningún tipo de justificación. Es pornografia emocional para fomentar el odio e insensibilizarnos aún más. Porque ese suele ser un rasgo claro de los que animan a votar a la ultraderecha: la falta de asertividad y empatía. Síntomas de una enfermedad que se llama supremacismo y que, en estos tiempos de virus invisibles, hay que dar gracias al menos de no necesitar de ningún test para identificar los focos de contagio. La cuenta de Twitter oficial de VOX es, abiertamente, uno de ellos.
