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“Vivir, sin dejar de ser quien se es”

Sobre falsos dilemas que se le quieren plantear al Ateneo de Madrid

Miguel Pastrana
Miguel Pastrana
Secretario de la Junta de Gobierno del Ateneo (2008-2017) Candidato a Presidente en 2021
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análisis

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Un artículo en el cual al Ateneo se le presentase como una sociedad periclitada, sin futuro, muerta, no merecería lo más probable una contestación por mi persona, con mayor razón si cabe en estos días llenos de pesares verdaderos, no inventados. Insensateces y desvaríos sobre la institución de la cual soy miembro desde hace más de dieciocho años, he leído ya muchos. Cada cierto tiempo, en algún medio, alguien entona un réquiem, ora piadoso, a veces airado, sobre el Ateneo de Madrid. Forma parte de ser una institución longeva. Y especial; única ya en su especie.

Sin embargo, cuando al mal augurio, y a la desazón, y al sembrar dudas, se une quien debería, con su ejemplo, ser puntal de confianza, motor de ánimo, y no lo es, entonces, (que es ahora) los íntimos resortes que mueven mi compromiso con el Ateneo, hacen que escriba.

Respondo así al artículo “Renovarse o morir, el dilema del Ateneo de Madrid en el bicentenario de su fundación”, publicado en otro también conocido medio digital, en base, principalmente, a declaraciones del todavía Presidente de la Junta de Gobierno del Ateneo, Sr. Juan Armindo Hernández Montero. También, de D. Antonio Chazarra, (Vicepresidente Segundo entre junio de 2015 y abril 2016, cuando presentó, respetablemente, su dimisión) y de D. Rafael Fraguas, periodista de “El País”, donde, en efecto, dedicó varios artículos al Ateneo años atrás. Son dos personas por quienes tengo admiración, y su presencia en un artículo tan desafortunado, tan injusto, sólo puedo considerarla un error, y pensar que no sabían donde se metían y junto al Sr. Armindo. Yo quiero creer eso…

El mencionado artículo pienso, fundadamente, que hace daño al Ateneo de Madrid, proyecta una mala imagen de él, falta a los socios (y a la socias) y hiere honestas sensibilidades, sin razón alguna. Esto que digo, lo documento. Se pone en el artículo citado, entre otras cosas:

(El Ateneo) “languidece con apenas 2.000 envejecidos socios”. “Envejecimiento de una base social con una edad superior a 60 años y una escasa presencia de mujeres en la entidad”. “(no se ha) conseguido evitar el lastre de la falta de sintonía con la sociedad”. “Menguada presencia en el panorama cultural madrileño, en comparación por ejemplo con otras instituciones como el Círculo de Bellas Artes o la Casa Encendida”. “El endiablado sistema para elegir a los dirigentes del Ateneo aparece como un gran escollo. Así las cosas, la junta directiva ha de renovar cada año a la mitad de sus 11 miembros a través de listas abiertas en un proceso que favorece la proliferación de capillitas, amiguismos y sectarismos y que ha marcado los últimos años de la vida del Ateneo. Hernández subraya que este reglamento, en apariencia más democrático, impide la planificación a medio y largo plazo”. “Perverso sistema de elección de la directiva”. “Muchos ateneístas proceden de una tradición republicana y masona y, a veces, da la impresión de que el reloj se les paró en 1939”. “Su imponente salón de actos o su galería de retratos de ilustres ateneístas ejercen de este modo más un efecto de disuasión, con intenso olor a naftalina, que de adhesión por parte muchos sectores culturales. De hecho, el público mayoritario de muchos de sus actos está formado por jubilados”. “Cainismo, egos desatados, hiperasambleísmo o concepción patrimonial de los cargos». “Luchas despiadadas entre sus socios”. “Crisis permanente”.

No quiero reproducir aquí el artículo por completo. Hay más. Pero todo lo que cito es literal.

Algo así, hace daño al Ateneo en un momento tan especial como el Bicentenario y en un tiempo tan difícil como el del Covid-19. Que quien sigue siendo todavía, al menos hasta mayo de 2021 (cuando sale a elección la Presidencia), la cabeza más visible de la institución, se preste a estas cosas, es muy negativo. Y a la vez, muy revelador. Porque el Sr. Armindo Hernández Montero, hace estas declaraciones, justamente, precisamente, cuando se ha quedado en acusada minoría en la Junta de Gobierno del Ateneo. Cuando, en las elecciones parciales que tuvieron lugar el pasado 30 de septiembre, el candidato a Vicepresidente Primero por el cual apostó (Sr. José Antonio García Regueiro) y todos sus demás candidatos fueron, todos, derrotados por la Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo.

Ahora, ¡de repente!, el Sr. Armindo ha descubierto que el sistema electoral del Ateneo es “perverso” y “endiablado” e “impide la planificación”. Ha descubierto que los socios estamos “envejecidos” y somos “cainitas”. Que hay que hacer, y sigo citando literal, una “revolución”. ¡Ah…! El Sr. Armindo no dice nada del año y cuatro meses (junio de 2019-septiembre de 2020) que tuvo mayoría. ¿Qué hizo entonces? Quiero decir, ¿qué hizo aparte de autorizar el acto -26 de octubre de 2019-, que peor imagen ha dado del Ateneo en el último medio siglo? ¿Qué ha hecho aparte de eso? La respuesta es nada. Y ahora la “redondea” en un artículo el cual vuelve a transmitir una imagen pésima de la institución y de sus integrantes. Es un desatino. Es impropio de un Presidente del Ateneo de Madrid. Es la pura demagogia de quien ya siente moverse la silla a pocos meses y juega, como última baza desesperada, a la confusión.

No es verdad, sencillamente, no es cierto, que el Sr. Armindo, ni el Sr. Regueiro, representen un proyecto de modernidad para el Ateneo. Yo he sido elegido cinco veces consecutivas (2008, 2010, 2012, 2014 y 2016) para una de las Secretarías de la Junta de Gobierno. No hay otros muchos casos, tal vez ninguno, en la historia del Ateneo, consecutivos. No es un problema de elecciones, es un problema de actitud. Hay continuidad, cuando la ganas. En mayo de 2019 he sido el candidato a la Presidencia más joven (44 años) en casi un siglo. Fueron precisamente el Sr. Armindo y el Sr. Regueiro, quienes me cerraron la puerta, aunque por muy poquitos votos, veinte y pico. Ahora que los estoy ganando y la Convergencia los está ganando, quieren cambiar, ¡oh casualidad!, todo el sistema. Todo. Ya no les es “bueno”.

Se trata de pura demagogia e hipocresía.

En junio de este año publiqué una reflexión («Doscientos años y el día siguiente: sobre el Ateneo de Madrid, en su Bicentenario») Creo que fue un texto más edificante, más constructivo, que el artículo al cual hoy aquí estoy respondiendo. Referí, entre otras cosas, las grandes actualizaciones (nuevas salas, nuevos equipos técnicos…), la modernidad (impacto social de los eventos, vanguardia…), que significó la Presidencia de Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo, en la Junta de Gobierno.

Quiero ahora citar solamente un ejemplo, tomado del referencial trabajo de D. Víctor Olmos, «Ágora de la libertad: Historia del Ateneo de Madrid». Del tomo III, página 517, extracto:

«Posiblemente el evento de mayor proyección fue la rueda de prensa que unos jóvenes desconocidos convocaron el 11 de mayo de 2011 para anunciar una magna concentración, cuatro días después, en la madrileña Puerta del Sol. De la relevancia de esta rueda de prensa se dieron cuenta los directivos del Ateneo. Con ella se puso en marcha el movimiento del 15-M. Y el hecho de que este movimiento se iniciara en la Docta Casa revelaba que el Ateneo seguía siendo un importante centro de proyección»

Efectivamente, el Ateneo de Madrid con Presidencia de Convergencia, no le iba a la zaga a otras grandes entidades. En esos años, dos ejemplos más, impartieron sendas conferencias en el Ateneo, un ex-Ministro de Economía de la República Federal Alemana, y un Premio Nobel.

Hasta las obras de rehabilitación de las que tanto le gusta presumir al Sr. Armindo, se consiguieron entonces (véase página 565 del citado libro de D. Víctor Olmos)

La Convergencia la formamos algunas personas junto al Presidente D. Carlos París en 2010. D. Carlos falleció en enero de 2014, pero la Convergencia mantuvimos la Presidencia de la Junta de Gobierno del Ateneo hasta mayo de 2015. No hemos vuelto a tenerla desde entonces. Pero hemos seguido siendo la opción mayoritaria dentro del Ateneo de Madrid.

En mayo de 2021 volveré a presentarme a Presidente y con la Convergencia. Más fuerte. Contando ya con el apoyo de una mayoría en la actual Junta de Gobierno del Ateneo. Está cerca ya la sustitución (y “bien” que se la ha ganado…) del Sr. Armindo Hernández Montero. Ello explica, tal vez, sus desvaríos. Mas no los justifica.

Hoy quiero decir, ya para terminar, que soy muy consciente de los problemas que afronta el Ateneo, sus retos. ¿Cómo no voy a ser consciente, cuando he sido nueve años seguidos integrante de la Junta de Gobierno? Pero esos problemas, no se resuelven con ocurrencias según el día; con disparates. No se resuelve poniéndolo todo patas arribas, ni “cambiándolo todo”, lampedusianamente, “para que nada cambie”. Habla ahora el Sr. Armindo, ¡vaya!, de “revolución”; la propugna. Creí que el “radical” era yo, eso decían. Digo pues: “revolución, sí, pero tranquila”. Respetuosa con las mejores tradiciones del Ateneo. Compatible con ellas. ¡En eso creo yo! Y eso sí va a ser “de verdad”. No las ocurrencias del Sr. Armindo, ni las del Sr. Regueiro. Por eso no creo en el falso dilema que en el artículo con el Sr. Armindo se plantea: “renovarse o morir”. Yo creo en renovar y en conservar, en el Ateneo, a la vez. Y eso es “vivir”; la vida misma. Sin dejar de ser quien se es.

Con el Reglamento, histórico y vigente, del Ateneo de Madrid, que ahora tanto incomoda al Sr. Armindo, fue Presidente D. Carlos París, fui Secretario yo, y fueron otras personas. Y logramos, la verdad, bastante más de cuanto está haciendo la actual Presidencia. No es cuestión de Reglamento. Es cuestión de actitud, vuelvo a decir. Hace falta coraje, decisión, confianza. Nada ni nadie puede quitarme la idea de que el Ateneo de Madrid tiene un futuro próspero, venturoso, feliz. Invito a hacerse socio, a hacerse socia (es posible a través de la Web del Ateneo, otra innovación de la Convergencia de D. Carlos París…) y verlo. Quiero decir, “hacerlo”.

Jóvenes y mayores, nuevos y antiguos socios, socias. “Todos”. Que yo no divido, como se hace en el artículo donde el Sr. Armindo, en generaciones, en creencias, en sensibilidades. Yo también tengo las mías. Pero como Presidente del Ateneo de Madrid, seré el Presidente de todos y para todos. Como lo fue D. Carlos París.

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