Fue una experiencia maravillosa, y no dedu irrepetible porque al parecer van a hacer otro pase el mes que viene.
Las Cuatro Estaciones de Vivaldi adaptadas a un violín y a un chelo con tal maestría que daba la impresión de que Vivaldi había escrito la obra para esos instrumentos.
Las intérpretes, ambas excepcionales, eran: Artistas: Marta Mulero y la muy reputada Elina Sitnikava.
Fascinantes también las explicaciones que iba dando Marta Mulero , la chelista, entre pieza y pieza, sobre la escritura de la obra, los ladridos de los perros o el cantar de los pájaros, con la temperatura, incluso la densidad de nubes flotando en el cielo.
Pero sobre era el ambiente conseguido: de absoluto privilegio. Una sala pequeña con un público reducidísimo, las luces apagadas y el suelo sembrado de velas.
La cercanía era real e inolvidable. Y el precio de las entradas, en mi humilde opinión, es casi ridículo: 15 euros.
Tentado me he sentido de no escribir este artículo y pasarle la información sólo a mis amigos más cercanos, porque cuando esto se sepa conseguir entradas para los conciertos a la luz de las velas en la sala Mayko se acabará convirtiendo en algo bastante complicado.
(Mecanografía: MDFM)