No. Que no. La rareza de todo este asunto sobre el Faraón de los Caídos no radica en haber querido sacarlo de allí… ni siquiera en lo oportuno o no ni en el electoralismo innegable de la propuesta. Lo realmente sorprendente es ver los argumentos de la gente y que no se sepa valorar la respuesta de la derecha.
Esto de reformar esa vergüenza de monumento, que yo no tocaría pero despojaría de toda significación fascista (porque debe ser la central del reconocimiento del horror), dicen algunos que si no se hizo antes ahora a cuento de qué: la explicación es sencilla: ¡MIEDO! Lo preocupante del caso no es que se despierte el franquismo español, es cómo no hemos hecho nada para evitar que estuviera ahí latente y alerta contra nuestros movimientos democráticos.
En los 80 habría sido la guerra de nuevo… en los 90 nos creímos eso de que éramos una Transición modélica para todo el planeta… en los 2000 nos os olvidamos voluntariamente de toda esa mierda porque el mundo empezó a cambiar con las redes sociales: ése fue el punto de inflexión, añadan la crisis de explotación (también llamada económica) que sigue cambiando la estructura de nuestra sociedad hoy, y resulta que esa ultraderecha larvada ha encontrado foros y motivos para perder la compostura… estaban, seguían ahí.
¿Cuál es el argumento de los críticos? ¿Que los han despertado? Eso es una cobardía vergonzante, sería reconocer que nos movíamos con libertad tutorada bajo su amenaza: en el fondo es decir que la Transición fue una tomadura de pelo, y curiosamente lo oímos en boca de defensores de la susodicha. ¿Que los han generado? Esto es: que mover a la momia genera fascismo… imposible, no seamos tontainas, el fascismo primero está en la sociedad (inmigración, racismo, clasismo, machismo, religión, violencia…) y después un grupo de exacerbados o listillos lo apuntala con símbolos manipulados, ora un cadáver, un dios, una patria ora una bandera (y si yo fuera catalán andaría despierto).
Si en España hay convulsión al mover a este asesino neurótico, no es que no debiéramos mover al muerto: es que está muy vivo. Digo por enésima vez: Franco es nuestro Hitler particular, si todavía no nos hemos enterado de esto es que la propaganda suñer-goebbelsiana sigue teniendo éxito porque, entre otras cosas, nuestro sistema educativo sigue sin explicar lo que ocurrió en España en el siglo XX por un prurito de asepsia, en realidad falso: no tenemos autoridad para enseñar, esto es: para molestar.
Hemos conseguido que la Universidad española sea un instituto desigual, que los institutos sean colegios para delincuentes o supervivientes y los colegios guarderías para idiotas narcotizados ¿y nos sorprende que la gente comience a defender a la Chulapona (como lo llamó nuestro lírico JRJ)?
El fascismo no es una ideología, es la explotación por parte de una élite interesada de los ardores bélicos de los desgraciados; tenemos casta, hemos hecho desgraciados, no hace falta más para su afloración. Es la calentura, el herpes que muestra la debilidad de una sociedad. Eso es el fascismo, un virus siempre dentro del humano, en cada época histórica disfrazado de forma diferente pero con el mismo trasfondo: la frustración y la crueldad.
Sólo una cosa lo mantiene a raya, el conocimiento, el estudio, el rigor. Toda nuestra juventud debería visitar el Valle y salir de allí deplorando lo visto y exclamando un “nevermore” a lo Poe. Lo demás son pajas mentales.
Cuando expresamos el miedo, cuando negamos la oportunidad, cuando señalamos el despertar… estamos siendo fascistas, porque, itero, ser fascista no es pertenecer a un partido: es negar que exista el pensamiento, la ideología, la alternativa.
Si se entrevista a un fascista hay que preguntarle por esta vía, no darle cancha para correr: porque nos va a hablar de libertad, de pensamiento, de paz, de igualdad, de justicia, de derecho… para negar los derechos, la justicia, la igualdad, promover el enfrentamiento, impedir la razón y abolir la libertad. Hay que ser muy torpe para dar esa autopista a Hitler.
Autopista hacia el infierno, regreso al luto, eso es la España de hoy: la falta de una intelectualidad comprometida se paga, queridos poetas; la falta de ciencia se paga, amadas universitarias; la falta de autoridad se paga, querida docencia; la corrupción total se paga, denostados partidos políticos; el fanatismo religioso se paga, amados nazionalcatólicos… y cada muerto que aguante su ambleo.
Me importa un higo lo que hagan con la tumba del golpista y dictador y con sus huesos. Me importa más que todos los poderes sigan atados y bien atados monarquía, iglesia, poderes fácticos y no fácticos, jueces y mentes de españolistos. Y es que no veo el fin del túnel y pierdo la esperanza de que algo más que la fachada cambie en este país donde parece ser que obreros y parados o no votan o lo hacen a ultraderechas, derechas e izquierdas de las derechas o sea derechas de las izquierdas. Puede ser que esté equivocado y que un tal Indra «traduzca» muy liberalmente los totales de sus votos.
Logicamente, aqui no conservamos los campos de concentración como si tienen los alemanes con los de exterminio (y no estoy comparando la industria alemana con los talleres españoles). Pero quizás no queda otra que subvencionar la visita a algún campo aleman, uno pequeñito, no hace falta nada grandioso, para quitar tanta tonteria.