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Visto para sentencia el juicio de Irune Costumero: de nuevo el desamparo institucional

La empatía desde el Tribunal y la Fiscalía ha brillado por su ausencia ante esa madre coraje incluso cuando se escuchaban los gritos desgarradores de la pequeña cuando la separaban de su amatxu: ¡"Amaaaaaa"!

María José Pintor
María José Pintor
Periodista en cuerpo y alma, licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco.
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análisis

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El juicio de Irune Costumero, la amatxu coraje que ha sentado en el banquillo a los responsables del Servicio de Infancia de la Diputación Foral de Bizkaia por quitarle a su hija, ha quedado visto para sentencia. Esta madre vuelve a sentir desamparo institucional en un proceso de tres días donde la empatía hacia ella desde el Tribunal y la Fiscalía ha brillado por su ausencia.

Un juicio de tres días en el que la Acusación ha dejado constancia ante el Tribunal del sufrimiento de Irune, sin que ni desde el ámbito foral ni judicial se hiciera nada por impedirlo.

Irune Costumero se siente víctima institucional y lo ha vuelto a padecer, según reconoce, en este proceso judicial en el que ni sus lágrimas, mientras relataba con angustia cómo le quitaron a su hija sin previo aviso, ha conmovido a nadie de cuantos formaban parte del Tribunal, la Fiscalía y la Defensa.

Juicio de Irune Costumero

No creyeron entonces que Irune fuera víctima de violencia de género y es probable que ahora tampoco crean que merecen castigo alguno los imputados. Sin embargo, se enfrentan a penas por prevaricación administrativa, maltrato y lesiones psíquicas tras arrancarle a la niña de sus brazos.

De hecho, la Fiscalía, como la Defensa -esta última sí estuvo más en su papel- no aprecian «ningún delito» en la retirada de la custodia en este Juicio de Irune Costumero.

Desconfianza de la Acusación hacia el Tribunal

El proceso ya comenzó con la desconfianza de la Acusación hacia un Tribunal que hasta en dos ocasiones no reconoció los malos tratos denunciados por Irune hacia su ex marido en procesos anteriores. Probablemente en ese punto, y desde el 2013, comenzó el calvario de esta madre que se desgarraba por dentro en el 2017 cuando le quitaban a su niña mientras la oía gritar y llorar con una «amaaaaaa» desgarrador.

Pero los promotores y testigos de la Diputación de tan terrible momento -el separar a una madre de su hija de cuatro años- ya tranquilizaron a todas las partes del proceso. Porque, según sus versiones, la niña en cuanto dejó de ver a su madre, se tranquilizó y hasta se mostraba «contenta y habladora». Algo que no coincide con la prueba de sonido que ayer retumbaba en la sala con los desgarradores gritos de la pequeña.

Cada día del juicio, se ha celebrado concentraciones frente a la Audiencia de Bizkaia. Foto Diario16

Curiosa, de ser cierto lo que dicen los imputados, la reacción de la pequeña de cuatro años si la madre había creado para ambas un universo estrecho, con una relación tóxica en la que no dejaba a la niña relacionarse con su padre. De ser así, arrancarla por la fuerza de esa madre -con intervención y todo de la Ertzantza- hubiera sido aún mucho más traumática esa separación.

Tampoco hubo una especial empatía con la amama (abuela en Euskera) de la niña. La magistrada solicitó de forma muy fría que abandonara la sala hasta que se le pasara el momento de angustia, tras relatar cómo se llevaron por la fuerza a su nieta.

Documento sonoro que demuestra el sufrimiento de la pequeña al separarse de su madre

El sufrimiento de la pequeña pudo oirse en la sala del Tribunal gracias a una grabación del día de autos. Sin embargo, unos profesionales del ámbito social, como trabajadores y psicólogos, arropados también por las declaraciones de los tres ertzainas que estuvieron presentes en el proceso de separación de la madre y la hija, insisten en que la niña de cuatro años se fue muy tranquila dejando a su madre y a su amama (llorando).

«Muy contenta de la manita con su vestidito y sus sandalias», llegó a declarar la trabajadora social del Servicio de Menores que la acompañó desde la Diputación Foral hasta la vivienda de su padre.

Borradas las grabaciones visuales del momento en que se llevan a la niña

Imaginamos que para estos imputados haya sido una tragedia sin límites que su institución, la Diputación Foral de Bizkaia, borrara las grabaciones con las imágenes donde, frente al testimonio de Irune que denuncia violencia, se hubiera podido comprobar «lo tranquila que la pequeña se quedó» tras separarla de su madre.

Una lástima, sin duda, para todas las partes que buscan la verdad, que se borraran esas grabaciones a los 30 días de los hechos. Al parecer, según relató un ertzaina, no parecía que a nadie pudieran interesar esas imágenes.

Un informe con el sello de registro posterior al día del auto foral

Curioso también, como ha demostrado con documentos la Acusación, que el informe de la trabajadora social subcontratada a través de una asociación por la Diputación Foral, fuera determinante para que se dictara el auto foral para quitarle la niña a Irune. El sello del registro indica que ese informe no entró en la institución foral hasta cuatro días después de los hechos.

La trabajadora social asegura al Tribunal que ella lo hizo en julio. Pero desconoce por qué el sello de entrada en el Servicio de Menores fuera de cuatro días después de que Irune perdiera la custodia de su hija y el derecho a visitas, vacaciones etc.

Un dato importante ya que el Servicio de Menores justifica su drástica decisión de quitar una hija a su madre en base, en parte, a ese informe.

Falso Síndrome de Alienación Parental

Los forenses independientes que han declarado en el último día del juicio se han mostrado tajantes con respecto a la inexistencia del Síndrome de Alienación Parental (SAP), en el que supuestamente se basó el Servicio de Menores para tomar la decisión de separar a madre e hija.

Mientras los propios profesionales de la Diputación Foral que utilizaron estos términos tratan de desvincularse del mismo, el Ministerio Fiscal en este proceso sigue defendiendo el SAP no como enfermedad sino como síndrome.

Disparidad de ideas entre los técnicos y los peritos

Los imputados y sus trabajadores, funcionarios o subcontratados, insisten en que había test y pruebas suficientes que demostraban que la relación de la madre con la niña era tóxica para la pequeña. Justifican la decisión porque la actitud de la madre podría haber generado a la niña problemas en el futuro por, entre otras cosas, no dejarla mantener una relación con su padre. Sin embargo, los peritos aportados por la Acusación han dejado claro que no había motivos para tomar una decisión tan drástica.

Estos peritos, especialistas en psicología y psiquiatría del ámbito universitario y clínico, han coincidido en que la separación de su madre durante casi cuatro años ha sido perjudicial para la menor. Una niña que, a día de hoy y tras mantenerla apartada de su madre, sigue rechazando al padre. Un progenitor con el que la Diputación Foral le obliga a convivir.

Estos peritos judiciales, tras trabajar con la madre, y en algunos casos con la niña, tras el auto foral, coinciden en que ambas tienen una relación sana y que la separación podría generar serios problemas a la pequeña en su desarrollo psicológico y personal.

Clara fue también en el juicio de Irune Costumero la pediatra de la niña desde que la pequeña nació. La doctora aseguró al Tribunal, a pesar de que tuvo muchos problemas para explicarse ante las interrupciones constantes a las que fue sometida, que la relación de madre e hija «era maravillosa». Dejó también constancia que era Irune quien realmente se ocupaba de la salud y los cuidados de la niña.

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2 COMENTARIOS

  1. La JUSTICIA no debe de sentir empatía o antipatía por nadie, debe impartir JUSTICIA. Ya sea hombre o mujer quien esté implicado en cualquier asunto.

  2. Olvidamos que en esta historia hay un padre y sé de lo que hablo. Es terrible cuando uno de los dos progenitores absorbe de tal manera sobre un menor que este se vuelve completamente dependiente. Esto se hace grave y delictivo cuando su finalidad es anular al otro progenitor. El menor en ese momento entra en una situación de bloqueo y estrés de la cual es muy difícil salir. Son muestras de afecto forzadas en las que surge un conflicto interno que hasta le hace mentir y acusar en falso al otro progenitor para satisfacer al primero pero siendo consciente que es inmoral. Esta situación de maltrato psicológico (haya o no SAP) pone al menor en un grave riesgo que puede afectarle de por vida, además del perjuicio al padre (que en este caso al ser varón seguro que emocionalmente lo supera como un “machote” y no hace falta que ningún medio de comunicación se moleste en entrevistarle o averiguar nada sobre cómo lo ha vivido o si ha requerido ayuda psicológica).

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