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Vigorexia: el culto al cuerpo

El culturismo aparece a principios del siglo XX y para algunos ha acabado convirtiéndose en una adicción

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análisis

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A principios del siglo XX, el atleta de origen prusiano Eugen Sandow, fue el primero en realizar exhibiciones en las que mostraba su musculatura. Sandow pregonaba un ideal griego en cuanto a las proporciones de las diferentes partes del cuerpo humano y es considerado el padre del culturismo moderno, ya que instauró “La pose”; esas características posturas que adoptan los culturistas para marcar determinadas partes del cuerpo. Pero el verdadero desarrollo de la práctica deportiva llegaría a partir de los años 60. En nuestro país, llegaría un poco más tarde gracias al boom de los gimnasios y a la irrupción de personajes como Arnold Schwarzenegger que inspiró a una legión de jóvenes que se pasaban horas en el gimnasio y se tomaban batidos de 8 huevos con el sueño de lograr el físico perfecto.

¿TRASTORNO O ADICCIÓN?

Con la llegada de la pandemia y el cierre de los gimnasios quién peor lo ha pasado han sido las personas que padecen Vigorexia. Un  trastorno que tiene que ver con la obsesión por tener un cuerpo perfecto y musculoso. Uno de sus principales síntomas es el malestar generado por saltarse alguna sesión del gimnasio o el mantenimiento de la dieta. Aunque en la definición de este trastorno no se ponen de acuerdo todos los profesionales: “Es un trastorno muy complejo. Hay profesionales que lo definen como un trastorno alimentario y otros más como una adicción al ejercicio”, señala Consúelo Tomás, psicóloga responsable y fundadora del Instituto valenciano de ludopatía y adicciones no tóxicas, que fue uno de los primeros centros especializados en tratar el problema de la Vigorexia en nuestro país.

ENCLENQUES

La vigorexia es un trastorno que se caracteriza por que los que lo padecen suelen tener una imagen distorsionada de uno mismo: “Las personas que la padecen tienen distorsiones en su imagen corporal y se ven a sí mismas como enclenques y débiles; todo ello pese a la opinión de su entorno”, señala Tomás. Las personas que padecen vigorexia actúan y sufren como cualquier adicto: mintiendo y padeciendo “el mono”: “Las personas que tienen que interrumpir sus dietas, no consumir sus anabolizantes o parar de hacer ejercicio sufren un síndrome de abstinencia”, continúa la psicóloga y señala los problemas que aparecen en el seno familiar: “A nivel familiar hay conflictos y discusiones. Las personas con vigorexia mienten sobre las conductas que mantienen en relación al ejercicio”.

CAMELLOS

La Vigorexia genera un gran gasto: Dietas, gimnasios, anabolizantes. Esto provoca que algunos opten por ganarse un sobresueldo: “Algunas de estas personas acaban traficando con anabolizantes”, denuncia la psicóloga. Quien señala también el peligro de adquirir estos productos por internet: “No saben lo que están comprando”, señala. La profesional advierte también del peligro de algunas conductas: “Hay cierto tipo de entrenadores que están incitando a un nivel de exigencia peligroso”, señala

VÁLVULA DE ESCAPE

Este tipo de trastornos se suelen dar, principalmente entre los jóvenes: los pacientes suelen rondar entre los 18 y 35 años y suelen tener problemas de autoestima. “Éstas personas suelen tener poca autoestima y no se sienten cómodas con su cuerpo; utilizan el deporte o la necesidad de estar musculado como una válvula de escape para estados emocionales que son negativos”, explica la profesional de la salud mental. Y continúa señalando cómo el problema afecta más a hombres que mujeres: “No afecta tanto a las mujeres porque para ellas la delgadez es su principal referente, mientras que en los hombres es la musculatura”.

MUY PELIGROSO

Además de dietas y de un ejercicio desmesurado y fuera de control, para conseguir un cuerpo ideal los vigoréxicos utilizan esteroides anabolizantes androgénicos; lo cual puede hacer peligrar su salud física y mental. “Al punto de que en algunos casos se puede producir la muerte de estas personas”, apunta la psicóloga. La lista de problemas es larga: “Problemas hepáticos, problemas cardiovasculares, disminución del funcionamiento del tiroides, se altera la tolerancia a la glucosa, alopecia. En los hombres: hay un bajo volumen de semen, un aumento de las mamas y hay un atrofia testicular; en las mujeres: se puede perder el ciclo menstrual, crecimiento del vello y hasta incluso cambiar la voz”, alerta Consúelo Tomás.

GIMNASIOS EN LAS AZOTEAS

Durante el confinamiento y con las restricciones sanitarias que obligaban al cierre de los gimnasios o a la limitación de aforo llegaron los problemas: “Por no poder practicar deporte se ponían muy tensas, las personas estaban más irritables y surgían problemas porque las familias se percataron más de lo que sucedía”, explica Tomás. La necesidad apremiaba y muchos improvisaban gimnasios en las azoteas para poder tirar hacia delante. Para los profesionales el secreto para luchar contra este tipo de adicciones es la prevención: “hay que implementar campañas de prevención en diferentes colectivos y sectores con equipos interdisciplinares entre los que hayan médicos, psicólogos, fisioterapeutas y también entrenadores”, señala. Mientras, estaría bien que en nuestra sociedad disminuyese el culto al cuerpo y quizá aumentase el culto a la mente. Que no parece generar muchos problemas, sino más bien ayudarnos con las soluciones.

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