El neoliberalismo es, en la actualidad, el mayor peligro que tienen las clases medias y trabajadoras del mundo, no sólo de España. Una de las causas de la situación límite que están viviendo millones de familias, pequeñas empresas y autónomos por la crisis del coronavirus son la consecuencia directa de las políticas neoliberales y de debilitamiento del aparato del Estado gracias al austericidio impuesto desde la Unión Europea y a los recortes implantados por los gobiernos conservadores o socialdemócratas, éstos cómplices incomprensibles de la invasión violenta de los intereses del capital deshumanizado. La incoherencia ideológica, sobre todo en la izquierda, suele traer consecuencias nefastas para los pueblos. Por eso la socialdemocracia es ya una página más de los libros de historia.

Karl Marx decía que «el poder público viene a ser, pura y simplemente, el Consejo de Administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa». Esta cita es del año 1848, hace casi dos siglos y está vigente por la invasión neoliberal de las cúpulas políticas y de los gobiernos, e, incluso, se infiltra a elementos emboscados en ejecutivos progresistas.

Sin embargo, el gobierno legítimo de coalición progresista de España está logrando anteponer la coherencia ideológica a las imposiciones de las élites a la hora de buscar soluciones reales para el pueblo, no para las clases dominantes, como había ocurrido hasta ahora con gobiernos que pasaron de la socialdemocracia al neoliberalismo o que, directamente, se identificaban más con los postulados de Friedman, Ronald Reagan o Margaret Thatcher que con las necesidades de la ciudadanía.

El mejor ejemplo de ello lo hemos tenido en las últimas horas con el anuncio de que se va a aprobar en las próximas semanas una renta mínima universal para que «nadie se quede atrás». Esto no habría ocurrido sin la presencia en el Ejecutivo de personas progresistas sin mácula como la vicepresidenta segunda, Carmen Calvo y el vicepresidente tercero, Pablo Iglesias.

La vicepresidenta primera es una mujer socialista, progresista, feminista y con una conciencia capaz de lograr la justicia social desde la coherencia de sus pensamientos ideológicos. Su capacidad de diálogo es el seguro para mantener el equilibrio del Gabinete tan necesario para llevar a la práctica desde la realidad que vivimos y que nos toca que afrontar desde la verdad sin dejarse presionar por tirios y troyanos. Es evidente que antes de Alemania, España se convertirá en el ejemplo de cómo gestionar esta crisis sin que «nadie se quede atrás», sin que los de siempre se aprovechen para aumentar su riqueza a costa del sufrimiento de las clases medias y trabajadoras de este país.

Siguiendo con Marx, el filósofo alemán afirmaba que el pueblo no puede tener miedo a una revolución porque las clases medias y trabajadoras «no tienen nada que perder, como no sea sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar».

Sin embargo, esta revolución de la conciencia basada en la justicia social sólo es posible a través de la coherencia ideológica y en el Gobierno hay elementos, como la vicepresidenta Calviño, que actúan como representantes de las élites contra las que el verdadero progresismo han de enfrentarse para gobernar pensando en el pueblo y sólo en el pueblo. Las clases dominantes ya acumularon recursos suficientes durante el resto de la crisis para mantener su ritmo de vida durante varias generaciones. Esta crisis abre la época del pueblo y la decisión del Gobierno de aprobar en las próximas semanas la renta mínima no es otra cosa que iniciar el camino correcto arrinconando a los elementos neoliberales que siempre, con el apoyo de la Unión Europea y del FMI, buscarán soluciones para que las élites continúen aumentando las ratios de desigualdad en contra de los intereses y las necesidades reales de los pueblos que ya están hartos de sufrir, tal y como se demostró en Francia en el año 1789.

La coherencia ideológica es lo que va a agradecer el pueblo. Si eso no se hace así, veremos la entrada triunfal de Santiago Abascal ya sea desde Canarias o desde Covadonga e irrumpiendo en el Congreso a caballo como se dijo que hizo el general Pavía.

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