Los ojos de Toto Wolff asoman por encima de la mascarilla. Tienen un brillo especial. Pero no es el brillo de otras veces. Ese de los grandes premios de la temporada pasada cuando Mercedes ganaba una y otra vez. Ahora, sus ojos reflejan preocupación. Porque parece que Red Bull está un pasito por delante. Un pasito pequeño que supone puntos que van alejando a la todopoderosísima Mercedes de la poderosa Red Bull en la lucha por el campeonato del mundo de Fórmula 1.
Verstappen ha ganado en Estiria. Con comodidad. Sin que Hamilton le haya incordiado demasiado. Poco a poco, el holandés se distanciaba. Conduciendo con seguridad. Confiado porque cada vez la silueta del 44 se hacía más pequeña en los retrovisores. Tan pequeña que al final se desdibujaba y se hacía invisible. Para Verstappen, que se permitía el lujo de parar cuando cruzaba la meta para dejar la impronta de sus neumáticos en la recta principal del Red Bull Ring. Espero que algún día no tenga que tragarse el orgullo. Verstappen. Porque aún quedan muchos grandes premios. Mucha temporada por delante. Pero tenía ganas. Muchos años trabajando para estar por delante de las legendarias flechas plateadas.
Pero además de la carrera de Verstappen y Hamilton, y de Bottas y Pérez, ha habido otra carrera. La de Charles Leclerc. Qué bien lo ha hecho el piloto de Ferrari. Qué bien ha sabido sobreponerse a ese incidente tras la salida que le hacía pasar por boxes para volver al circuito en última posición. Cómo ha pilotado después. Qué gran carrera. Uno a uno los iba adelantando el monegasco. Subiendo posiciones. Vuelta a vuelta hasta el final. Para acabar séptimo. No me extraña que los aficionados lo hayan elegido como piloto del día. Merecido.
Hoy, Leclerc, te lo has ganado.
(aplauso)
